KEPA AULESTIA-EL CORREO

El Pacto de Ajuria Enea pretendió ingenuamente que la izquierda abertzale podía incorporarse a la política institucionalizada al margen de lo que hiciese la banda terrorista. ETA tardó un cuarto de siglo de derrotas hasta liberar a la izquierda abertzale, que argumentaría la renuncia a las armas como un cambio estratégico necesario porque la «lucha» anterior había obtenido sus frutos. El mensaje de Otegi es irrebatible en sus propios términos: la historia nos da la razón, porque tampoco nos la quita cuando miles de personas siguen votándonos. De ahí que el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, se atreviese a situar el voto favorable de EH Bildu a los Presupuestos del Gobierno Sánchez como paso hacia la demolición del ‘régimen del 78’, y lo hiciera además en la sede del «Parlamento vascongado». No hay constancia de ninguna partida rupturista en el proyecto de Cuentas para 2021. De modo que resulta muy difícil descubrir en qué el apoyo de la izquierda abertzale al proyecto presupuestario de Calviño y Montero podría desvencijar el sistema. Más bien se trata de instalarse en él para legitimar un pasado tenebroso que la izquierda abertzale nunca podrá condenar. Aunque al apoyar asimismo los Presupuestos de la coalición que preside María Chivite al frente del Gobierno de Navarra tendrá que esforzarse para explicar por qué no secunda al Ejecutivo de Urkullu y Mendia.

La secuencia del miércoles de autos comenzó con el anuncio de Arnaldo Otegi de que, «salvo sorpresa», EH Bildu votará a favor de los Presupuestos Generales del Estado, para que «contribuyan a garantizar más derechos para nuestro pueblo y sus trabajadores». Inmediatamente Pablo Iglesias se congratuló, anunciando que «el bloque de la investidura se refuerza y será de legislatura y de dirección de Estado». La reconversión a blanco de la izquierda abertzale sería inimaginable sin el desparpajo político de Otegi. Del mismo modo que sin el descaro de Iglesias Unidas Podemos hubiese naufragado, dentro o fuera del Gobierno. La sintonía entre ambos resulta natural, y se debe a que siguen bebiendo de un leninismo tacticista, y a que no forman parte de la misma organización. Es más, el pronunciamiento de Iglesias deja a Elkarrekin Podemos a merced de EH Bildu. La presunción de que Otegi e Iglesias están confabulados para atar en corto la legislatura de Pedro Sánchez y así acabar con la Monarquía, desbordar la Constitución y gestar un régimen que Arkaitz Rodríguez no quiso o no supo describir, podría convertirse en el fantasma de 2021. Sobre todo si Pedro Sánchez continúa comunicándose con sus súbditos como presidente de la república, ‘au dessus de la mêlée’.