FRANCISCO IGEA-EL CONFIDENCIAL

  • No se trata de pelear por ‘Ciudadanos’, se trata de pelear por «los ciudadanos»

Ciudadanos no es un partido, es una categoría, una categoría olvidada en nuestro país. Ser ciudadano es vivir en un país bajo el imperio de la ley. Ser ciudadano es vivir en un país cuyo Gobierno está obligado a la transparencia. Un país cuyo Gobierno no puede nombrar ni jueces, ni fiscales, ni miembros de la CNMV ni de la CNMC.

Un país cuyo Gobierno no puede regar de ayudas a los amigos y cerrar el grifo a los enemigos. Un país cuyos alcaldes, presidentes de comunidad, consejeros o ministros tienen sus agendas visibles. Un país en el que se evalúan las políticas publicas. Un país en el que los datos están abiertos, en el que, cuando solicitas una información a la administración, no tarda meses en dártelos.

Ser ciudadano es vivir en un país cuyos gobernantes no ceden a la presión de la intolerancia religiosa, política o sexual. Un país de libres e iguales, en el que la difamación está igual de penada si el difamado es un político, un policía, un rapero, un cura, un gay o un actor porno. Un país que no dicta la memoria, sino que abre los archivos.

«Si no admitimos la libertad dentro, no podremos proclamarla fuera»

Ser ciudadano es saber que tu teléfono no será pinchado, tus comunicaciones no serán violadas. Ser ciudadano es saber que los medios de comunicación no serán ni presionados, ni financiados, según su comportamiento con el poder. Ser ciudadano es saber que podrás moverte por tu país sin tener que pedir permiso, ni acomodarte a las presiones del cacique de turno. Saber que la ley es igual en todo el territorio y que nadie es más que nadie. Ser ciudadano es disfrutar de la historia común de la nación española y de un futuro común en Europa. Ser ciudadano es creer en una sanidad pública gestionada con eficiencia.

Una sanidad que mide sus resultados, que publica su eficiencia, que se aleja del interés y de la propaganda. Ser ciudadano es creer en una educación moderna, abierta, competitiva. Un sistema educativo que salga del ensimismamiento. Una educación que abandone la comodidad de la uniformidad por abajo y opte por la excelencia, pero al alcance de todos. Ser ciudadano es creer que vives en un país comprometido con los derechos humanos en Venezuela, en Arabia, en la China o en Pakistán, pero, sobre todo, en España. Ser ciudadano es vivir en un país libre.

No es tiempo de hablar de nosotros, es tiempo de hablarle a nuestro país. Pero no podemos prometer a nuestro país lo que nos negamos a nosotros mismos. Si no somos capaces de la tolerancia dentro, nadie nos creerá fuera.

«Si no somos capaces de la generosidad con nosotros, no esperemos la de los ciudadanos»

Si no somos capaces de la generosidad con nosotros mismos, no esperemos la generosidad de nuestros ciudadanos. Si no somos capaces de buscar a los mejores, si no queremos contar con quienes suman y prescindir de los que restan, no esperemos que los españoles acudan a nuestra llamada. Si no admitimos la libertad dentro, no podremos proclamarla fuera.

Hoy la disputa no está entre la derecha y la izquierda. Hoy la disputa esta entre quienes creen en los fundamentos de la democracia liberal y quienes creen que todo es lícito para alcanzar el poder. La pelea esta entre quienes creen en la existencia de la nación y quienes no creen en ella. No está en juego nuestro partido, está en juego España. Si no somos capaces de entender esto volveremos a defraudarles. No se trata de pelear por ‘Ciudadanos’, se trata de pelear por “los ciudadanos”.