No hay nada peor en democracia, cuando se padece el terrorismo ideológico, que el sentimiento de orfandad política. Quizá por eso, Maite Pagazaurtundua, agradeció la presencia del lehendakari Ardanza, a quien había invitado expresamente, en la capilla ardiente de su hermano Joseba. Y se fundió con él en un emocionado abrazo porque ella, como tantos otros ciudadanos vascos (esos 200.000 acosados mientras otros dos millones miran hacia otro lado) se siente huérfana. Como todos los que se sienten desprotegidos por el actual Gobierno (cuya vicelehendakari clasifica a la oposición entre «ilegalizadores» e «ilegalizados», en vez de hablar de víctimas y cómplices de los victimarios).
Esa falta de sensibilidad democrática se ha visto en los desprecios de Arzalluz, que brindó un «apoyo moral» a Batasuna que no ha sido capaz de ofrecer a la familia de Pagazaurtundua. Y ese mismo desprecio, que le movió a decir después de una manifestación multitudinaria de Basta Ya que «nosotros (el PNV) somos más que esos» y que Anasagasti dijera que este colectivo estaba financiado por los fondos reservados, ha provocado esta vez que Arzalluz haya comparado a Basta Ya con «la otra cara de la moneda» de ETA. Ese es el político de «corazón de hielo» que denunciaba Maite. ¡Cómo se puede decir, con el cuerpo caliente del último asesinado, que el PNV juega ‘a largo’ plazo! Cuánta frialdad.
Ibarretxe tendrá que pararse y pensar. Después de este último atentado, no es que la familia (que no está manipulada por nadie que no sea la propia Maite ¿o es que la hermana del asesinado también está manipulada?), no quiera contar con sus condolencias. Hay más. Ciudadanos que tuvieron responsabilidades de gobierno y parlamento, como el nacionalista Javier Guevara o el socialista Jáuregui, fueron a la verja de Ajuria Enea para protestar por su pasividad. En tiempos de Ardanza se gobernaba con otro estilo. Después del asesinato de Ermua, él promovió un texto en el que se decía que nunca se podría compartir acuerdos institucionales con quienes no condenen la violencia. Este texto, retocado, sirvió de base para desalojar de la alcaldía a HB en Mondragón y en pocos ayuntamientos más.
Ahora volvemos a lo mismo. Pero el actual lehendakari no adopta la misma actitud. A este gobierno, que rompió la unidad democrática contra la violencia y rompió el consenso del estatuto, le preocupan otras cosas. En Andoain no habrá moción de censura contra el alcalde de Batasuna porque el PNV lo ha impedido. Estamos tan fracturados desde el 98 que muchos ciudadanos ni se imaginaban que terminarían por añorar a Ardanza. Así está el ambiente. Por tener clara la prioridad de la libertad sobre los proyectos políticos, por haber escrito que el conflicto no es entre Euskadi y España sino entre nosotros mismos, por algunas cosas más y por ese abrazo a Maite, gracias Ardanza.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 12/2/2003