Por mucho que la vicepresidenta repita que «Batasuna no va a estar en las instituciones locales», Otegi y los suyos siguen marcando el compás. Y todos, como una peonza, a su alrededor, en un papel de dudosa dignidad. Batasuna exhibe su ilegalidad y los políticos demócratas (menos uno) temen que la fiera siga extendiendo su rabia. La situación es más preocupante de lo que se está contando.
No hay manera. Llevo unos días queriendo contar mi ‘paseíllo’ casual con el acalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, por el centro de la ciudad, que es como se disfruta en realidad del don de gentes de esta ‘rara avis’ liberal y unamuniano del PNV, pero, de momento, no es posible. No es que lo esté impidiendo el PP, Dios les libre a los compañeros de María San Gil que bastante tienen con pegar carteles sin que les rompan la crisma los amigos de ANV-Batasuna-Otegi, sino que el epicentro de la cosa electoral, en el País Vasco y Navarra, dada la «anormalidad democrática» de tener listas por donde se ha colado el entorno de Batasuna (la mitad, sólo la mitad) sigue donde siempre: en la denuncia de los colectivos indignados con esta situación de regresión comparada con el acorralamiento que sufrieron los cómplices del terrorismo hace ahora cuatro años.
Y en el intento del entorno del presidente Zapatero de seguir haciendo campaña con la venda puesta. Por mucho que lo repita la vicepresidenta y los alfiles parlamentarios -«Batasuna no va a estar en las instituciones locales»-, de hecho Otegi y los suyos siguen marcando el compás. Y todos, como una peonza, a su alrededor y unos más que otros, desempeñando un papel de dudosa dignidad. Estamos ,en esta campaña, con el mundo al revés. Batasuna, exhibiendo su ilegalidad con ascendente altanería y los políticos demócratas (todos menos uno) temiendo que la fiera siga extendiendo su rabia.
De ahí que un juez vasco, buscando el pasado fin de semana un buen restaurante para comer por una ruta rural alavesa tras constatar que el rincón gastronómico recomendado, ubicado en la plaza del pueblo, no era otra cosa que una herriko taberna decorada con las fotos de sus presos más conocidos, optara por retirarse al ‘restop’ de la autopista, para evitar una situación embarazosa.
Pero como no toda la tensión aflora con tanta evidencia, habrá que contar que la europarlamentaria socialista Rosa Díez ha recibido en su correo la siguiente misiva: «Si ETA te mata yo no iré a tu funeral. Ojalá esto no suceda. No deseo la muerte de nadie. Ni siquiera la tuya. Pero lo que no podré evitar es alegrarme enormemente, son emociones humanas… y no será culpa mía, sino tuya. Ten decencia y abandona la política con la que te lucras con los votos que te dimos, los que ahora te odiamos». Es el odio que no se ve. Hasta que llega a través de una amenaza como ésta. La situación es más preocupante de lo que se está contando.
Quizás por eso el juez Grande- Marlaska ha pedido abrir un nuevo sumario contra ANV. No parece que tenga muchas posibilidades de que le asignen el caso, en base a la aplicación de las normas de reparto. Pero si este juez, que hace dos años, se granjeó la hostilidad de los partidos que le criticaron por practicar detenciones en pleno proceso de paz, volviera, se podría decir que no está dicha la última palabra en relación a la opción electoral de Batasuna.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 17/5/2007