TONIA ETXARRI-EL CORREO

  • El PP no ha sabido convertirse en la casa común del centro derecha porque muchos de sus potenciales votantes han elegido a Vox como opción útil para marcar al próximo gobierno una línea conservadora

Sin la fuerza que esperaba, el PP es el partido más votado en las elecciones autonómicas de Castilla y León, y el PSOE ha perdido a pesar del peso de la propaganda gubernamental. Haber ganado, en votos y escaños, con un candidato con poco carisma pero solvente en la gestión, le permite al PP recuperar la hegemonía perdida en los pasados comicios. Pablo Casado se puede adjudicar este triunfo relativo como una consolidación de tendencia que inició Isabel Díaz Ayuso en las elecciones de Madrid. Pero no ha sido lo mismo. No ha sido tan brillante el resultado del PP en Castilla y León. Aspiraban a lograr 35 escaños y se han quedado en cuatro menos. Y tendrán que sacar conclusiones de los errores cometidos. El PP no ha sabido convertirse en la casa común del centro derecha porque muchos de sus potenciales votantes han elegido a Vox como opción útil para marcar al próximo gobierno una línea conservadora. Mañueco tuvo un error de cálculo por tres razones: porque adelantó las elecciones para buscar un gobierno más estable, acercarse a la mayoría absoluta y no depender de Vox. Y no ha conseguido ninguno de los tres objetivos. Es Vox, precisamente, por su meteórico resultado, quien tiene la llave de este gobierno. Entre los dos rebasan la mayoría absoluta. Pero hasta ahora los dos partidos se han dedicado a obstruirse mutuamente.

La pregunta que deben hacerse Casado y Abascal es, ¿qué mandato han dejado los votantes de centro derecha en Castilla y León? ¿Que gobiernen juntos? ¿Un gobierno en minoría apoyado desde fuera por Vox? ¿Con la fuerza que ha ganado el partido verde las condiciones serán difíciles de digerir para el PP? El desplome de Ciudadanos les ha dejado esa papeleta sobra la mesa.

Ha habido castigo doble a los dos socios del gobierno de la Moncloa. Al PSOE y a Unidas Podemos. La segunda derrota de los dos partidos en apenas diez meses. Sánchez no ha podido persuadir al electorado de izquierdas con el anuncio de la lluvia de millones con dinero de Bruselas. A pesar de la propaganda explícita de sus ministros, ha calado cierto hartazgo de la política sanchista y sus coaligados comunistas. Podemos, entre la torpe campaña del ministro Garzón y la reforma laboral de Yolanda Diaz que se quedó en un retoque, ha perdido la mitad de los votos.

Los buenos resultados de los partidos locales son simbólicos pero les han ‘vaciado’ a los dos partidos mayoritarios parte de sus caladeros.

Casado quería llegar a unas elecciones generales libre de compromisos con Vox. Son, de hecho, sus elecciones frente a Sánchez. Y no quiere que ni Fernández Mañueco, en Castilla y León o Moreno Bonilla en Andalucía incluyan a Vox en sus gobiernos. Pero no le han salido las cuentas. Mañueco no puede ‘marcarse un Ayuso’ porque no ha quedado a dos escaños de la mayoría absoluta. Necesitan la fuerza de Vox para gobernar. Pensar en repetir elecciones no es una opción. Están condenados a entenderse.