El balón trucado

Ignacio Camacho-ABC

  • El verdadero duelo del fútbol contemporáneo es el de los clubes dinásticos contra los advenedizos sin solera ni arraigo

Más allá de las metáforas épicas y de las hipérboles emocionales que tanto nos gustan a los aficionados, la nueva Copa de Europa del Real Madrid hay que entenderla como una victoria de la tradición futbolística sobre los clubes-Estado que tratan de implantar su hegemonía sobre el gran ámbito de poder blando contemporáneo. Sólo unos cuantos equipos de la élite continental resisten esa pujanza de magnates asiáticos, oligarcas rusos, fondos soberanos de los emiratos, grandes inversores norteamericanos y otros agentes globales con enorme ambición de mercado. La poderosa Premier inglesa está hoy casi entera en sus manos. Frente a ellos el Madrid, el Barça, la Juve, el Bayern, el Atlético, el Dortmund, el Sevilla y unos pocos más permanecen fieles al modelo clásico, el de la propiedad de los socios o de empresarios con arraigo.

Y es en ese campo donde se dirime el verdadero duelo de los últimos años. El que enfrenta a entidades dinásticas de fuertes vínculos identitarios contra grandes estructuras financieras de intereses deslocalizados.

El éxito madridista en esta Champions, derribando uno por uno a los principales advenedizos, representa un alivio que sin embargo puede acabar resultando un espejismo. Sin mecanismos de control iguales para todos, los clubes convencionales no podrán mantener a la larga su nivel competitivo. Muchos de los pequeños y medianos ya han caído -agobiados por las deudas y a bajo precio, encima- en la red de oportunistas árabes, malayos o chinos que en ocasiones los han dejado quebrados o hasta desaparecidos. Y las autoridades encargadas de proteger el tejido social del deporte, con la Fifa y la Uefa a la cabeza, han preferido ponerse al servicio de arribistas y desaprensivos. Qatar ha comprado un Mundial, como antes Putin, ha cambiado el calendario de las Ligas nacionales por capricho y alquila como embajadores -léase blanqueadores- a exjugadores o entrenadores de gran prestigio. Al lado de ese gigantesco negocio, los audios de ‘Rubi’ y ‘Geri’ son juegos de niños.

Florentino Pérez cree que la solución es la Superliga europea pero probablemente se equivoca. La idea está mal planteada y hasta su propia afición prefiere el magnetismo y la solera de la vieja Copa donde el Madrid ha labrado su leyenda histórica. La única alternativa al dopaje financiero es, como en la política, el respeto a las leyes de la competencia y la regularidad fiscal como pauta obligatoria; el equilibrio entre gastos e ingresos, ventas y compras. Simetría, transparencia y sometimiento general a las mismas reglas, aunque haya que recurrir a la justicia ordinaria para imponerlas. No es lógico ni comprensible que un fenómeno de tanta trascendencia como el fútbol se mueva al margen del principio de igualdad que rige en las sociedades modernas. Por mucho que resultados como el del sábado aporten un cierto consuelo de justicia poética.