JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • Asumir la ingeniería social de Podemos ha abierto una vía de agua en el PSOE

No es un problema de comunicación. Ni de los medios informativos críticos. Ni siquiera es el ‘efecto Feijóo’. Pedro Sánchez trata desesperadamente de detectar la vía de agua por donde se le escapan los votos que según las encuestas le auguran un descalabro electoral. Ha cambiado sin contemplaciones el equipo de portavoces diagnosticando que son incapaces de llevar a la opinión pública los grandes esfuerzos de su Gobierno por solucionar los problemas de la gente. También sugiere que hay cenáculos donde ricos empresarios de habano y corbata conspiran contra él. Por no hablar de medios de comunicación que meten el dedo en la herida de los decretazos, manoseo de la Justicia, pactos inconfesables con dinamiteros de la Constitución y la nación. Pero la demoscopia sigue tozuda indicando una línea quebrada que apunta al sur. Pero Sánchez no encontrará la salida a su laberinto hasta que no se percate de que el enemigo está dentro. Los ejemplos más cercanos son el proyecto de ley de protección y bienestar animal (1-08-22) y el proyecto de ley trans (27-06-22) impulsados por sus socios de Unidas Podemos.

El PSOE está comprando sin rechistar todo un paquete de leyes ideológicas inspiradas en teorías experimentales, de carácter especulativo, no científico, de moda en algunas universidades de EE UU, Latinoamérica y Reino Unido. Podemos está metiendo de contrabando en el Gobierno de Sánchez el wokismo, el antiespecismo, el feminismo radical. Una culpabilización genérica del varón blanco y heterosexual. Una homologación del ser humano con los animales negando su preeminencia moral y de derechos sobre el resto de los «seres sintientes» (los animales). Bajo un alibí de buenismo con los animales se ha empezado a legislar cuestionando la jerarquía humana sobre el resto de las especies, dando por supuesto que las actividades de ganadería, caza, crianza, consumo de bienes de origen animal, son tareas de ‘explotación’ que afectan a los intereses de los animales. Una especie de movimiento de liberación animal, pero que tiene importantes derivadas no solo emocionales, sino económicas como la caza (600.000 licencias en España), la ganadería, zoos, criaderos… Toda una cadena transversal donde se cruzan votantes de derecha, centro e izquierda.

Un partido de corte tradicional en su base electoral como el PSOE no puede asumir, por ejemplo, la libre determinación de la identidad de género desde los 12 años sin informe médico. O los presupuestos de un feminismo radical que sitúan el origen de todos los males en la noción patriarcal. Ahí está la vía de agua por donde se le van a escapar los votos al PSOE. En el contrabando ideológico de sus socios.