Texto Ignacio S. Calleja-ElConfidencial

LComunidad de Madrid es, en términos electorales, una representación a escala de lo que ocurre en España. El atisbo de remontada de Pedro Sánchez choca con la fortaleza de la derecha como bloque y con la agrupación del voto en torno al PP. Alberto Núñez Feijóo está en condiciones de imponerse al presidente del Gobierno en la región, ganador en 2019, y recuperar un feudo histórico del partido: obtendría 15 de los 37 diputados que se reparten en esta circunscripción si se celebraran hoy las elecciones generales, que son tantos como la suma de toda la izquierda, según la última encuesta de IMOP-Insights para El Confidencial.

El sondeo, realizado entre el 24 de octubre y el 4 de noviembre, refleja una distancia notable entre los dos bloques en Madrid. La suma del PP, Vox y Ciudadanos aventajaría al PSOE, Unidas Podemos y Más País en 15,5 puntos y siete escaños, que suponen en torno a 550.000 votos. Si bien en el último precedente la diferencia ya fue de 6,8 puntos y tres diputados, la fragmentación del voto en la derecha benefició a los socialistas, que con el 27% de los apoyos fue la primera fuerza en la región, con 10 diputados. En esta ocasión, con el 25,4%, cosecharía los mismos representantes, pero se quedaría a cinco de los populares. La formación morada obtendría cuatro, mientras que el partido liderado por Íñigo Errejón solo sacaría uno. Santiago Abascal, muy fuerte en la comunidad, conseguiría siete.

El PP gana en la mayor parte del territorio

La fuerza de Vox a nivel nacional en Madrid es un síntoma de hasta qué punto cambian las preferencias del votante de derechas en función de las elecciones. Mientras que Isabel Díaz Ayuso es capaz de aglutinar a casi todos los electores de este espectro en las autonómicas, Alberto Núñez Feijóo no puede decir lo mismo en las generales. Esta diferencia, precisamente, ha inflado las velas del PSOE, que explota al máximo la pugna de liderazgos en el primer partido de la oposición.

El discurso de Sánchez y sus ministros a la vuelta del verano se centró en retratar al político gallego como un líder sin carisma ni experiencia para hacer frente a la crisis. Ahora hacen lo propio con su supuesta falta de autoridad frente a la dirigente madrileña. Este argumento, junto a las medidas implantadas contra la inflación, han disparado la euforia en Ferraz, convencidos de que el pinchazo del PP será definitivo en los próximos meses.

Feijóo ganaría las elecciones con el 30,3% de los electores y 123 diputados. Con este resultado sacaría a Sánchez 850.000 votos y 18 escaños

Sánchez y Feijóo encaran la cita con las urnas con un ojo en los territorios. Los datos no son extrapolables a nivel nacional, pero nadie duda de que los comicios autonómicos y municipales servirán como termómetro para las elecciones de finales de año. El candidato socialista para Cibeles, de hecho, es una de las principales preocupaciones de Ferraz, todavía sin hacerlo público. El partido lleva meses deshojando la margarita entre sus ministros y ha envuelto la elección del rival de José Luis Martínez-Almeida en una expectación que puede volverse en su contra. Pero cualquier quiniela contrasta con la realidad de la formación en la ciudad. La previsión del PSOE de cara al 28 de mayo no es la mejor, condenado a ser la tercera fuerza en el mejor de los casos en la capital, siempre a la sombra de Más Madrid y con un rol secundario en la izquierda. El escenario no cambia en la Comunidad de Madrid, donde el liderazgo de Ayuso en la región es superior al de Feijóo.

El mapa de escaños por comunidades autónomas, al margen de Madrid, muestra un claro dominio del PP, con un vuelco notable en algunas regiones. En términos relativos, su victoria es muy significativa en Galicia, con 13 de 23 diputados; o en Castilla y León, con 17 de 31. Pero aún más llamativo es el cambio que se produciría en Andalucía o en Valencia. En el primer caso, donde la proporción entre el PSOE y los populares ha sido históricamente de 25 a 15 asientos para los socialistas, ahora hay un empate a 21. Y, en el segundo, utilizando el 2019 como referencia, se pasa de un 10-8 para Sánchez a un 12-9 para Feijóo. Mientras que los socialistas solo ganarían en Extremadura y Navarra, el bipartidismo también empataría en La Rioja y Canarias.

Estabilidad generalizada

La encuesta es prácticamente un calco de la publicada hace 15 días. Si la conclusión entonces fue que Sánchez había sido capaz de recortar a la mitad la ventaja de Feijóo, tras los primeros síntomas de agotamiento, en esta ocasión solo puede hablarse de que las cifras se han estabilizado, con el popular a la cabeza. Los márgenes entre el PP y el PSOE son muy parecidos a los de la última oleada del Observatorio Electoral, con 3,5 puntos de ventaja para los conservadores. Tampoco varía la distancia entre la izquierda y la derecha, que en este momento es de 8,2 puntos y casi dos millones de votos.

Feijóo sigue en una posición privilegiada y sería el ganador de unas hipotéticas elecciones, con 123 diputados y por encima del 30% de los votos, lejos de los 89 escaños y el 20,8% que logró Pablo Casado en 2019. Pese a todo, los nervios se han apoderado de Génova en las últimas semanas y, como ha informado El Confidencial, algunas voces ya advierten de que la estrategia del partido está en riesgo. Una parte de la culpa apunta a Ayuso y a su discurso contra Sánchez, dinamitando la imagen de político moderado y de centro del líder gallego. La última vez que la presidenta de la Comunidad de Madrid marcó la agenda de los populares fue esta misma semana, cuando calificó al presidente del Gobierno como el Le Pen de la izquierda en Europa y de «querer meter en la cárcel a la oposición».

Sánchez ha recuperado desde el inicio del curso 600.000 votantes y 11 diputados (105), pero aún está lejos de las cifras de 2019, con 120 escaños

La conclusión es que las transferencias entre el PP y el PSOE se han frenado. Según los datos de esta encuesta, el trasvase de votantes socialistas hacia los populares está ahora alrededor de los 400.000, que son 100.000 menos que a la vuelta del verano. A esto hay que sumar que Pedro Sánchez ha mejorado la fidelidad de su electorado, en torno al 72%, y mantiene el tipo gracias a los electores que recibe de Unidas Podemos, con una ganancia neta de 265.000. Los morados, de hecho, atraviesan una fase de desconcierto, con el mayor porcentaje de indecisos entre los grandes partidos. Pero esto no es todo. El efecto de Yolanda Díaz en la formación va camino de abrir una brecha en sus expectativas electorales. Un ejemplo es que, ante la pregunta de cuál es su inclinación actual, el 5,3% de sus votantes en 2019 responde espontáneamente que su opción favorita es Sumar, aunque no está incluida en el cuestionario.

El presidente del Gobierno ha reducido las distancias con el líder de la oposición y muestra signos de mejora, pero todavía sigue muy por detrás de su resultado en 2019, cuando obtuvo 120 diputados y el 28% de los votos. Este sondeo sitúa a Sánchez con el 26,8% de los sufragios y 105 representantes, dos más que en la oleada de hace dos semanas, aunque con idéntico porcentaje. Así, la parte positiva para los socialistas es que desde el inicio del curso han recuperado 600.000 votos y 11 escaños, especialmente en el último mes, pero aún obtendrían 300.000 apoyos menos que en los comicios de hace tres años. La crisis económica y energética sigue haciendo mella y la campaña para reconectar con la calle y reivindicar la gestión del Ejecutivo no es suficiente para la remontada hasta la fecha.

Alberto Núñez Feijóo es el único líder en disposición de alcanzar una mayoría suficiente de cara a una hipotética investidura. La suma de sus 123 diputados y los 51 de Vox, más el escaño de Navarra Suma, situaría a la derecha en 175 representantes, a un solo asiento de la absoluta. Aunque sería un escenario muy improbable, con este resultado podría darse un empate si Pedro Sánchez y Unidas Podemos añaden a JxCAT, BNG y la CUP a sus socios habituales. Aunque habrá que esperar a futuras oleadas para confirmar las tendencias, la reducción de los márgenes a las puertas del ciclo electoral ya presagia un nuevo escenario de ingobernabilidad.