Manuel López Sampalo-El Español
El próximo día 4, bajo el título de La Banda Journalism Fest, se celebrará un encuentro de jóvenes periodistas andaluces en la fábrica de cervezas Victoria de Málaga.
El nexo generacional está en el mollete con aceite y en el Andaluces, levantaos interpretado a flauta dulce con el que festejábamos en el colegio cada 28-F. Y también en el programa de entretenimiento infantil La Banda, de Canal Sur 2, con el que crecimos los mileniales de aquí abajo.
No es casual la elección del sitio ni de la fecha (un día 4). En dicha factoría cervecera trabajaba Manuel José García Caparrós, aquel joven mártir del andalucismo muerto a tiros por la policía el 4 de diciembre de 1977, cuando casi dos millones de andaluces se echaron a la calle para reivindicar su autonomía.
Relata este episodio trágico y fundacional el periodista Juan de Dios Mellado en Morir por Andalucía: «El disparo sonó seco. Luego, hubo tres o cuatro más. Francisco de la Torre, diputado malagueño por la UCD gritó: ‘No disparen, no disparen».
Hoy, 46 años después, ese edil que gritaba es el incombustible alcalde de Málaga. Paquito ha desempeñado un papel fundamental en el desarrollo andaluz, un progreso cuya procedencia cuenta Ignacio Varela en Por el cambio:
«Los andaluces, como decía Rafael Escuredo, no querían ser más que nadie, pero tampoco menos que nadie. Demandaban que España les tuviera en cuenta de una puñetera vez y se sintiera obligada a sacarlos de la miseria».
A día de hoy, entre episodios de gloria e infamia, Andalucía puede mirar a los ojos, de tú a tú, a cualquier otra comunidad, ya no sólo española, sino europea. Lo conseguimos. Y decía que buena culpa de aquello lo tiene Paco de la Torre, que pretende poner punto final a su carrera política inaugurando la Expo internacional de Málaga en junio de 2027.
1977-2027. Medio siglo ha pasado desde aquel «no disparen» al «queda inaugurada la Andalucía del futuro».
Hoy, 28-F, los andaluces celebramos con la agenda 2030 en el horizonte aquel día de 1980 en que se aprobó por referéndum que la comunidad adquiriese su autonomía por la vía rápida del artículo 151 y no por la del 143. Andalucía quería jugar en Primera con Cataluña, País Vasco y Galicia. Otra vez el «ni más que nadie, ni menos que nadie» del primer presidente de la Junta, Rafael Escuredo.
Y esto no se trata de una kermés nacionalista, supremacista y chovinista como el 11-S catalán o el Aberri Eguna vasco. No. Vuelvo al «ni más que nadie» y a Ignacio Varela: «La pulsión andalucista no tiene sus raíces en ninguna clase de sentimiento nacional ni mucho menos en el deseo de poner en cuestión el vínculo con España».
«El andalucismo no tiene nada que ver con los nacionalismos excluyentes. Y es porque en Andalucía contamos con un componente anarquista y unos valores éticos más universales», diría Carlos Cano.
Muestra de ello es ese verso del himno de Blas Infante (padre de la patria andaluza, al que muchos con mala baba han querido equiparar al racista Sabino Arana) que dice a las claras: «Sea por Andalucía libre, ESPAÑA y la humanidad». Y que las CUP chirigoteras de Teresa Rodríguez pretenden reescribir cambiando «España» por «los pueblos».
Como dijo Antonio Burgos en su histórico discurso como hijo predilecto de la tierra, hoy se celebra «el orgullo de ser español de Andalucía».
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Una autonomía que, desde antes de componerse, patrimonializó el PSOE. Uno de los modelos PRI (los otros son el PNV, el pujolismo y el PP gallego) de los que habla Varela en su libro: «Partidos que a la hegemonía electoral añaden el dominio cultural, una identificación mística con el territorio y un control exhaustivo de los resortes sociales».
Un Partido Socialista que, a decir de Paco Rosell en 30 años de nada: anatomía del Régimen andaluz, «le ganó la partida al PSA de Rojas Marcos aunque nunca creyó en el andalucismo. Hasta el punto de que a Blas Infante le llamaban ‘la momia’ y a la verdiblanca, ‘el trapo».
Y sigue el exdirector de El Mundo: «¡Ay, Carlos Cano, que estás en el cielo, el pan que a ti te negaban es ahora el sustento de esos vividores (socialistas) que te combatían, vetándote por ser el primero en tremolar una bandera condenada por entonces al olvido!».
Hasta que, por la corrosión de los ERE, el oxidado buque socialista se fue a pique tomando el PP de Juanma Moreno los mandos de la nave, 40 años después, «de una tierra que se convirtió a partir de febrero de 1980 en la condena histórica de la derecha española. Se la señaló como antiandaluza por el boicot del gobierno de UCD al referendo autonómico» (Ignacio Varela).
Pero no sólo de la corrupción por la que han sido condenados dos expresidentes de la Junta vive la derecha. Lo explica Jesús Jurado en La generación del mollete: crónica de un nuevo andalucismo: «Tres eran los agravios que en 2018 prendían la mecha de la indignación conservadora: el independentismo catalán, el Gobierno de ‘populistas e independentistas’ y el imparable ascenso del feminismo».
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Declarada non grata la UCD en esta tierra, Juanma Moreno, nada más jurar el cargo de mandamás de San Telmo, tuvo un gesto cargado de simbolismo con un olvidado ministro de aquel gobierno que se desmarcó de la postura oficial de su partido. Y que fue uno de los principales artífices de que Andalucía ingresase en el autonomismo por la vía de alta velocidad.
Hablo de Manuel Clavero Arévalo. El propio presidente lo narró así en El País:
«El primer gesto está siempre cargado de simbolismo. Yo quise visitar en su domicilio a Manuel Clavero, el faro iniciático que nos iluminó en los tiempos agitados de la Transición. Clavero, por mostrarnos a los andaluces el camino para alcanzar el lugar que por historia y por relevancia nos correspondía, merece el título de padre de la Andalucía moderna».
Tan descreído o más del andalucismo que el propio PSOE es el PP de Juanma Moreno. Pero sus dirigentes han entendido que, para mantenerse en el poder (y no ser episódico como el tripartito en Cataluña, el PSOE en el País Vasco o el BNG en Galicia), han de abrazarse a la blanca y verde con todas sus fuerzas.
De ahí que celebren cada 4 de diciembre el Día de la Bandera, esa que lucen barrocamente en cada mitin, le lleven flores frescas a la estatua de Infante y hayan hecho de los 28-F la fecha más importante del año.
Pero, en fin, volvemos a la fábrica de cervezas Victoria y a esa generación del mollete o de La Banda. Hijos de la Expo Universal del 92 y de Curro, de Manolo Chaves, de Juan y Medio e Irma Soriano, de Doraemon, de Isla Mágica, de la A-92 y del AVE, de Canal Fiesta Radio, de la comparsa de Juan Carlos Aragón y de los canis.
Este, el de los que se reunirán en La Banda Journalism Fest, es el fruto o el legado de quienes lucharon por la plena autonomía andaluza. Españoles de Andalucía, no hijos de la fábula, con el sano objetivo de divertirse poniendo en común los iconos pop que marcaron nuestra generación.
Y aunque con un presente condicionado por la precariedad y la emigración, nuestro es el futuro para seguir peleando por una Andalucía libre, España y la humanidad.
Festejemos el 28-F. ¡Andaluces, levantaos!
Pero no antes de las 10, que es festivo, picha.