Tonia Etxarri-El Correo

De la factura electoral que las constantes tensiones internas en el Gobierno de la Moncloa pueda llegar a pasar dentro de dos meses, se habla en voz baja en el PSOE. Los barones están padeciendo el síndrome del pánico escénico ante la próxima cita electoral y les gustaría que su líder, Pedro Sánchez, diera un golpe de autoridad frente a su socio. Antes de que los arrollen las urnas con la fuerza de un vendaval que ya estaba pronosticado. En la última encuesta de GAD3, ocho de cada diez ciudadanos consultados no sólo se muestran partidarios de que se corrija la ley del ‘sólo sí es sí’ sino que se declaran favorables al cese de Irene Montero.

Pero Sánchez tiene otro frente abierto, con los líos internos de Podemos, que afecta directamente a su intención de prolongar su mandato en la próxima legislatura. El enfrentamiento abierto que mantiene Yolanda Díaz con sus antiguos compañeros de Podemos está socavando la estructura del plan del presidente del Gobierno, que necesita del apoyo de sus socios para seguir en el poder. Ante el manifiesto debilitamiento demoscópico de Podemos, Sánchez optó la semana pasada por entronizar a la vicepresidenta segunda como su ‘opción B’, confiando en que la promotora del nuevo movimiento Sumar sea capaz de heredar el legado de un partido en declive como Podemos. Pero sin pasarse. Se trata de salvar a la soldado Díaz para que sustituya al enrocado Podemos. Pero si a su izquierda aparecen dos siglas, la división desmovilizará el voto.

Díaz ha cambiado de espónsor político. Su cargo en el Gobierno de la Moncloa se lo debe a Pablo Iglesias, que fue quien la impuso como su sucesora y ahora está explícitamente enfrentado a ella, para pasar a ser la tutelada de Sánchez, que la necesita a su izquierda como apoyo postelectoral. Su puesta de largo, facilitada por el presidente del Gobierno en sede parlamentaria, la ha ubicado más cerca del podio olímpico pero ha puesto en pie de guerra al líder de Podemos.

El enfrentamiento de la vicepresidenta con los morados socava el plan de Sánchez para seguir en el poder

A Díaz le interesa el acercamiento al PSOE porque quiere atraer a sus votantes desmovilizados cuando ella se vaya a presentar en las próximas elecciones generales. Pero Iglesias, hoy por hoy, busca el enfrentamiento con el PSOE. Concentrado ahora en su nuevo canal de televisión a través de YouTube, quiere convertir a su partido en el eje del liderazgo de la oposición si gana el centroderecha las próximas elecciones. ¿Intereses políticos o comerciales? El caso es que desde el núcleo duro de Podemos se da por amortizado el Gobierno de Sánchez.

Mientras tanto, el proyecto de Díaz, que se presentará públicamente el próximo domingo, sigue siendo una incógnita. Sin estructura de partido pero habiéndose atraído a los comunes, por supuesto al PCE, Compromís y el sempiterno Errejón con su Más País, que en la actualidad cuenta con tres escaños en el Congreso. Sus diferencias con Iglesias son de parcelas de poder. Pero todo indica que estamos ante el comienzo de un sonado divorcio que sólo añade más fractura en la izquierda. Una situación que le desfavorece a Sánchez. La izquierda del PSOE partida por dos, lejos de sumar, resta y desmoviliza. Desde el PP se apuntan tantos con la mala situación económica que La Moncloa no consigue revertir con su propaganda. Por eso Feijóo insistió, en la presentación de su programa, en el «derroche económico» del Gobierno de Sánchez. Enfrente, en el ala oeste de La Moncloa, el cisma continúa.