CARLOS HERRERA-ABC

  • Utilizará toda la dureza posible, manejará descalificaciones a mansalva, pero eso no es garantía de éxito

Me sorprende detectar en buena parte de los observadores políticos que trato, profesionales o no, la seguridad con la que dan por sentado que Núñez Feijóo será el vencedor de las elecciones del día 23. Incluso la seguridad que muestran afirmando que podrá formar gobierno, solo o en compañía de otros. Ello me lleva a preguntarme de forma absolutamente desapasionada si Sánchez, también solo o en compañía de otros, tiene alguna posibilidad o si, efectivamente, es un atildado cadáver. Atreverse a responder estas preguntas es intentar bajar andando una rampa deslizante debidamente enjabonada –recuerden el 93 y el ajustado resultado del 96–, independientemente del criterio que utilicemos para observar al personaje: mantengo honestamente que echar a Sánchez es un objetivo deseable y más que necesario, pero entiendo que eso no sea lo que él desea. Y entiendo que aspire a obtener rendimiento de los dos elementos que le quedan: la campaña y el debate. El debate de este lunes es considerado por algunos miembros de su entorno como la última bala a su disposición, mientras otros creen que aún en campaña, si se opera inteligentemente, se puede cambiar el signo. El debate y sus repercusiones, que son casi tan importantes como la audiencia en sí, es un arma de doble filo, como sabemos: Sánchez intentará arrollar, utilizará toda la dureza posible, manejará descalificaciones a mansalva, pero eso no es garantía de éxito. Si no ofrece una imagen serena y constructiva cavará su propia tumba. Aún así le puede salir bien, al igual que la campaña, y desmentir a todos los demóscopos que predicen su derrota. Puede que con Sumar alcance la cifra matemática, aunque se me antoje improbable. Puede tener razón Tezanos y hacer verdad su pronóstico de que no precisará de Frankenstein porque con Yolanda y sus votos alcanzará la mayoría. Está claro el truco y lo que precisamente nos quiere inducir el CIS: Frankenstein no existe, lo que hemos visto, lo que hemos sufrido, todo ha sido un mal sueño, todas las cesiones, los indultos, las reformas penales a favor de delincuentes, los traslados de etarras, todo es producto de nuestra imaginación. La realidad son solo él y su vicepresidenta. El mandato a Tezanos es que borre todo lo ocurrido, igual que ellos han borrado a Irene Montero, que ya no está, no aparece, como si no hubiera existido la ministra responsable de la liberación de 117 violadores y la rebaja de penas a 1.115.

Nunca es descartable algún factor imprevisto de última hora, algún elemento ajeno a la campaña que pueda alterar la tendencia de las cosas, pero si no se produce ninguno, me cuesta creer que el sanchismo no tenga prevista más munición que la exhibición de Sánchez por medios a los que nunca quiso ir, cuatro entrevistas ñoñas con sus ministros y los tres mítines que haya podido organizar con lo que le queda de su partido después de las elecciones de mayo. Con todo, no veo tan clara la victoria del gallego como la ven mis conocidos. Aunque la considere imprescindible.