Pedro Chacón-El Correo

  • Apoyar a un Gobierno de Feijóo no le supondría más desgaste que hacerlo a uno de Sánchez; todo lo contrario

Y el que no lo entienda no entenderá tampoco en su integridad el comportamiento político de este partido más que centenario. Y si hechos son amores y no buenas razones, como dice el refrán, ahí tienen a Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, acudiendo a la ronda de entrevistas con el Rey para decidir la investidura como representante del único partido nacionalista que lo ha hecho. Y para los que se quejan de la elección de Alberto Núñez Feijóo como primer candidato a la investidura, ¿cómo quieren que Felipe VI sepa a ciencia cierta cuáles son los apoyos con que cuenta el candidato socialista si esos supuestos apoyos no van a decírselo personalmente? Y luego va y se retrasa la investidura, nada menos que un mes, respecto de la fecha que se manejaba de finales de agosto, justo tal como pidió también el PNV, en lugar de hacerlo «cuanto antes», como reclamaba, por ejemplo, Yolanda Díaz.

La composición de la Mesa del Congreso anunció la posibilidad cierta de que Pedro Sánchez obtuviera a continuación la presidencia del Gobierno, pero la ronda de conversaciones con el Rey está claro que ha producido un sensible cambio de ritmo político de cara a la investidura. Y en esta coyuntura es el PNV quien tiene la llave del Gobierno o de una repetición electoral. Su responsabilidad es máxima. Tanto por los contactos con el resto de partidos nacionalistas que pueden apoyar a Sánchez como por la posibilidad de apoyar a Feijóo y volcar la balanza hacia un Gobierno conservador. Lo hizo el 1 de junio de 2018, sacando adelante la moción de censura de Sánchez, cuando nadie se lo esperaba, puesto que venía de apoyar los Presupuestos de Rajoy. Y lo podría hacer ahora, cuando nadie se espera que Feijóo salga elegido presidente.

La cuestión que se plantea en Sabin Etxea es qué le puede beneficiar más de cara a las próximas elecciones autonómicas a celebrar a mediados del año que viene: un Gobierno de Feijóo o uno de Sánchez. Hace poco salió una voz de un histórico del PNV diciendo que este partido no podría gobernar ni con Vox ni con Sumar. Con Sumar sabemos que el PSOE va a gobernar sí o sí si alcanza la mayoría suficiente. Con Vox sabemos que Feijóo va a poder hacerlo sin introducirlo en el Gobierno. Es más, Feijóo no quiere que Vox esté en el Gobierno, eso lo sabe todo el mundo, a diferencia de los arrumacos (políticos, se entiende) que Sánchez siempre prodiga hacia Yolanda Díaz, y viceversa, cuando tienen ocasión.

Apoyar un Gobierno de Feijóo -aparte del estatus político que le daría al PNV haber decidido, una vez más, el Gobierno de España- no le supondría a este partido mayor desgaste que si apoyara a uno de Sánchez. Todo lo contrario. Y es que, desde que está apoyando al PSOE en Madrid, el PNV, en lugar de ganar votos por el flanco izquierdo, es justo por ahí por donde los está perdiendo y los continuará perdiendo, en favor de EH Bildu, hasta las próximas autonómicas. En cambio, apoyando a Feijóo sabe que tiene seguros los votos conservadores en Euskadi, y aún los aumentará, sin duda, y que son los que desde siempre le han dado el cuajo de partido central e institucional que tiene aquí. Y no podemos olvidar tampoco que, si Sánchez no consiguiera formar Gobierno, en el PSOE también habría consecuencias.

Todo el poder actual de Sánchez depende de un delicado equilibrio que viene dado por su permanencia en el poder. Si esta no se diera, todo el grueso socialdemócrata tendría la ocasión de pedir cuentas por los años de equilibrismo pasados en brazos de secesionistas y radical-comunistas. Y personajes hoy clave del régimen sanchista, como Patxi López y aledaños, tendrían también que acomodarse a la nueva situación. Y qué decir de la actual dinámica socialista en Madrid a favor de Sumar y EH Bildu, que sin Sánchez en el Gobierno desaparecería hasta mejor ocasión. Por no hablar de la sinergia que se crearía en Euskadi, con un PSE sin Gobierno en Madrid y un PP vasco a favor de una entente con el PNV, de modo que, si este partido no alcanzara la mayoría absoluta con un PSE postsanchista en las próximas elecciones autonómicas, tendría segura la no beligerancia del PP, como mínimo.

En resumen, que por muchas veces que el PNV lleve diciendo ‘no’ a Feijóo en las últimas semanas y por muchas voces de dentro del PNV que lo repitan, no está nada seguro el voto jeltzale en la próxima sesión de investidura. Más aún cuando la buena relación entre el galleguista Feijóo y el lehendakari Urkullu no puede dejar de influir también en ese sentido. Más aún cuando Vox ha dicho que permanecerá quieto parado y sin exigir entrar en un futuro Gobierno para que esa posibilidad pueda darse. Y más aún, en definitiva, cuando el PNV, por mucho que se alinee con los demás partidos nacionalistas, sigue siendo otra cosa.