Pagar a nuestros verdugos

JUAN CARLOS GIRAUTA-EL DEBATE
  • El principal proveedor de «ayuda a Palestina» es la UE. Nuestros impuestos financian pues el terrorismo
Miembros del Gobierno, órgano colegiado, negaron el derecho de Israel a defenderse tras el pogromo de octubre, cuyos horrores llevaron el infierno a las pantallas de los móviles. Puesto que los de la «agenda del bien» representan el mal, culparon de inmediato a las víctimas y justificaron a los carniceros aduciendo, perversos y mendaces, genocidio y apartheid (consigna esta difundida por Amnistía Internacional). ¿Qué debía hacer Israel ante el pogromo, según ellos? No debió hacer nada. O sea, dejarse exterminar, que es lo que persigue Hamás según su carta fundacional, y lo que se propone explícitamente Irán. Es lo mismo que los bárbaros corean en las capitales europeas o en las calles de Nueva York, lo que estudiantes sectarizados claman en los campus universitarios, lo que celebran las muchedumbres en las calles de tantos países musulmanes cada vez que asesinan judíos. «Del río al mar, Palestina será libre» es su grito de guerra. No hay que saber mucha geografía para entenderlo: Israel debe desaparecer.
Todas las guerras que ha librado Israel desde el día en que nació (ajustándose a la partición de la ONU) han sido defensivas y existenciales. Perder una conlleva desaparecer. El antisionismo esconde hoy la varias veces milenaria judeofobia. Cuando alguien se declare antisionista pregúntele: ¿hay algún otro país en el mundo que, según usted, no debiera existir? Occidente está perdido si ha olvidado el Holocausto, si contempla sin reaccionar, o justificándolos, el regreso de los pogromos. Israel es nuestra barrera última de protección. Netanyahu está en lo cierto cuando afirma que, si cae Israel, detrás caeremos nosotros. Que se conozcan y divulguen al menos algunos hechos:
Catar acoge el cuartel general de Hamás y ha enviado a Gaza durante la última década 1.500 millones de dólares, en su mayor parte destinados a Hamás. El año pasado, EE.UU. declaró a Catar aliado principal fuera de la OTAN. Un miembro de esta organización, Turquía, alberga oficinas y líderes de Hamás a los que dota de pasaporte. EE.UU. y la UE han apoyado el programa nuclear de los ayatolás, que no han dejado de enriquecer uranio mientras Occidente miraba hacia otro lado, con la excepción de Trump. El principal proveedor de «ayuda a Palestina» es la UE. Sus fondos van a la Autoridad Palestina, y eso estaría muy bien si no fuera porque dicha autoridad paga pensiones a los terroristas encarcelados. Pensiones con incentivo: cuanto más alta la pena (cuantas más víctimas), más dinero. Al salir de la cárcel, se convierten en funcionarios. También paga pensiones a las familias de los «mártires», entiéndase los terroristas que mueren en el ataque. Nuestros impuestos financian pues el terrorismo. Por cierto, las pensiones llegan sea cual sea el lugar del mundo en que han atentado y se han inmolado o han caído abatidos. Borrell dice desconocer todo esto pese a estar recogido en leyes de la Autoridad Palestina fácilmente localizables. ¿Cómo podemos ayudar en la guerra entre la Civilización y la barbarie? Empecemos por saber y por difundir.