LUIS VENTOSO-EL DEBATE
  • Si sostienes que el líder del PSOE «lidera un movimiento contra la Constitución», como señala Feijóo, entonces solo cabe oponerte a él con todas tus fuerzas
El hecho de que el Consejo General del Poder Judicial lleve cinco años en funciones dice poco del funcionamiento de nuestras instituciones y de nuestro radiactivo clima político. Pero ese no es el principal hándicap del CGPJ. Su auténtico problemón radica en que en marzo del 2021, por iniciativa del PSOE y Podemos, un iracundo Sánchez lanzó una reforma para maniatarlo, privándolo de su potestad de hacer nombramientos. Fue una salvajada, pues suponía la mutilación a la brava de las atribuciones de un órgano constitucional. Además, Sánchez pretendía ir todavía más allá y hacerse con el control del CGPJ reformando con otro decretazo el sistema de elección de sus integrantes. Suponía una arbitrariedad de tal calibre que Bruselas intervino y se lo impidió.
El resultado del ataque de Sánchez al CGPJ limitándolo en el ejercicio de sus funciones es que numerosos tribunales tienen puestos relevantes sin cubrir, lo que está mermando su correcto rendimiento y nos perjudica a todos. Pero en lugar de reparar en esa mutilación del Consejo del Poder Judicial por el Ejecutivo, que es el gran problema, parecemos plegarnos a la pegajosa cantinela del PSOE que reza así: el pérfido PP incumple la Constitución porque se niega a renovar el CGPJ.
Pues bien: no es así. El PP no incumple la Carta Magna. Lo que dice la Constitución sobre el asunto en su artículo 122 es lo siguiente: el CGPJ estará integrado por el presidente del Supremo y 20 miembros nombrados por el Rey, de los cuales doce serán elegidos «entre jueces y magistrados» y ocho entre juristas «de reconocida competencia». Para su elección, la Constitución fija que sea necesaria una mayoría de tres quintos, es decir, 210 diputados en el Congreso y 159 en el Senado.
Y ya. En contra de la milonga que cada día nos endilga el sanchismo, la Constitución no señala en ningún sitio que un partido esté obligado a llegar a un acuerdo para renovar el órgano de los jueces. Y dado que la formación que hoy gobierna en España se ha aliado con los mayores enemigos de la nación y su Constitución y se apresta a aprobar una amnistía que liquida la igualdad entre españoles, lo delirante sería que el PP llegase a un acuerdo con el PSOE, y más en un tema tan sensible (aunque el Consejo haya sido ya mermado por el aprendiz de autócrata).
Para distraer de las barbaridades de la amnistía, la negociación en Ginebra con mediador guiri y el cuponazo a la vasca que se le va a regalar a Cataluña, Sánchez y todos sus guiñoles han cogido como bandera la consigna de que el fachoso PP se niega a renovar el CJPJ. Los portavoces de Sánchez comunican incluso que Mi Persona se avendría gentilmente a una reunión al respecto con Feijóo y a crear una «mesa de trabajo», donde se estudiaría además la financiación autonómica y suprimir el término «disminuidos» de la Constitución (caballo de Troya con el que el sanchismo entraría a galope a destripar la Carta Magna).
El objetivo de la Moncloa es evidente. Se trata de vender ante el público que el buen Sánchez, el dialogante primus inter pares, no solo dialoga con los separatistas, sino que también tiene en su mesa al primer partido de la derecha. Por eso El País ya intenta meter cizaña con una información fantasmagórica, en la que sin aportar nombre alguno asegura que dirigentes del PP quieren que Feijóo negocie con Sánchez.
Feijóo sería más pipiolo que un teletubbie si se aviniese al más mínimo punto de encuentro con Sánchez, más allá de entrevistarse con él si lo invita a ello y cantarle la Traviatta por sus felonías. En los actos del 45 aniversario de la Constitución, el líder del PP ha acusado acertadamente al presidente de «liderar un movimiento contra la Constitución» que supone «la mayor crisis institucional en 45 años». También le reprochó que haya liquidado la igualdad entre españoles. Además, Sánchez ha mostrado esta semana su contumaz desprecio por la limpieza democrática colocando a su ex secretario de Comunicación como presidente-comisario en Efe y renovando al frente del CIS al apparatchik del PSOE Tezanos, con el sarcasmo añadido de ver a la portavoz y pésima ministra de Educación (peor dato Pisa en años) afirmando que las encuestas del taimado José Félix son las que más aciertan, cuando ha ocurrido exactamente lo contrario.
¿Se puede negociar algo con un aprendiz de autócrata que está inmerso en una erosión de nuestro sistema de derechos y libertades? La respuesta es evidente: no.
En octubre de 2021, un candoroso Pablo Casado entró como un ternerito al capote sanchista. Bolaños y Egea acordaron entonces –en un pacto «secreto», para más señas– la renovación del TC, el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo. Con gran visión, aquellos linces genoveses pusieron la alfombra roja para la trampa que hoy sufrimos, que nos podría costar hasta la democracia: un TC dominado por servidores de Sánchez que permitirá que el aprendiz de autócrata ponga sello de constitucional a aquello que a todas luces no lo es, maniatando así incluso al propio jefe del Estado, obligado a cumplir la Carta Magna y rubricar por tanto todo lo que Cándido dé por bueno, aunque sea un despropósito que daña la unidad de la nación.
Esperemos que haya más luces en Génova esta vez y no se dejen amilanar por el coro del Orfeón Progresista, que clama día y noche contra el malvado PP que incumple la Constitución y no renueva el CGPJ (maniatado ya por un decretazo de Sánchez).
Feijóo lo sabe de sobra, pero por si acaso: con Sánchez no se puede ir ni a tomar una caña, porque acabas pagando la suya, las de sus socios, las tapas de toda la barra y hasta el aire acondicionado y el IBI del local.