Javier Zarzalejos-El Correo

  • El papel destructivo de Vox en la formación de una alternativa y la canibalización del PSOE por el proyecto de poder de Sánchez atenazan al sistema democrático

Si el Partido Popular no alcanza la mayoría absoluta en las elecciones gallegas, el Partido Socialista encontrará consuelo al hundimiento que le anticipan las encuestas y Vox sentirá compensada su irrelevancia. El desarrollo de la campaña ha vuelto a poner de manifiesto esa tácita coalición de ayuda mutua entre socialistas y Vox, partido este que no ha dudado en sumarse en tromba a la maniobra de la izquierda para intentar legitimar el despropósito de la amnistía atribuyendo a Feijóo la falsedad de una supuesta negociación de las exigencias de impunidad de los fugados del ‘procés’.

Es evidente el interés compartido en el fracaso del PP. En el caso socialista, porque solo eso puede redimir la abrumadora pérdida de poder territorial que el PSOE está experimentando y que le recluye a gobernar en Asturias y en Castilla-La Mancha por la mínima. Es sencillamente ridículo que un partido que va dando lecciones sobre la diversidad de España solo pueda exhibir los gobiernos de dos comunidades autónomas que juntas suman poco más de tres millones de habitantes y no son escenario de especial diversidad. Lo que ocurre es que cuando el PSOE habla de «comprender la diversidad» lo que realmente quiere decir es que va a pactar sin limites con los nacionalistas de todas las intensidades para poder gobernar, que es algo bien distinto.

Lo cierto es que el balance territorial de lo socialistas es pésimo, el peor de toda sus historia, y Galicia va a confirmar el colapso del PSdG, que se une al de Andalucía, Madrid, Aragón, Baleares, Comunidad Valenciana, Extremadura, Cantabria y La Rioja, Ceuta y Melilla, además de Canarias, donde el PP gobierna en la coalición liderada por Coalición Canaria.

El acercamiento hasta la mimetización del PSOE a los nacionalistas está produciendo el vaciamiento irreversible del socialismo. Primero, el vaciamiento ideológico y, de ahí, al vaciamiento electoral. El candidato socialista en Galicia ha quedado sumido en un verdadero papelón al ver cómo los suyos se han desentendido de su suerte en favor de la candidata del Bloque Nacionalista para que ésta llegue a sumar en un hipotético Gobierno en el que los socialistas gallegos tengan una participación que borre su fracaso con un trocito de poder.

El desplazamiento del socialismo hacia posiciones auxiliares de las izquierdas nacionalista radicales y del secesionismo tenido por progresista es una patología grave del funcionamiento del sistema político. En primer término, serán los socialistas quienes lo paguen. De hecho, lo están pagando ya y a un precio muy alto. Pero serán el modelo político en su conjunto, la estabilidad y la solidez institucional, los que lo sufran, y eso también está ocurriendo ya con efectos visibles y preocupantes.

Por su parte, Vox, en cuanto se descuida, deja ver su deseo de que el PP fracase. Y en cada campaña se pone a ello con un entusiasmo renovado. En las pasadas elecciones generales, Vox hizo todo lo que necesitaba la estrategia de movilización de los socialistas. Como si cumpliera fielmente con un guion escrito desde la sala de operaciones de La Moncloa, ese partido no se ahorró ningún gesto, ninguna manifestación, ninguna exhibición histriónica que mejor pudieran motorizar el discurso de Sánchez. El resultado para Vox fue más bien dudoso. Perdió 19 escaños, pero que Feijóo no llegara a la presidencia, aun ganado las elecciones, compensaba el empeño. En Galicia, Vox se mueve entre uno y ninguno, cuando está en juego una mayoría que, en todo caso, será difícil de alcanzar. No importa. Los que afirman querer ser parte de la alternativa hacen el papel de caballo de Troya con enorme desahogo y se sienten justificados por un patriotismo que se atribuyen porque sí.

Sánchez necesita a Vox y Vox necesita a Sánchez. Vox es un partido sin propuesta política viable que, a diferencia de sus parientes europeos, sigue retrocediendo. Solo ofrece sus truenos contra la Unión Europea y las autonomías que son, precisamente, las dos instancias que constituyen el freno político e institucional al enloquecido deslizamiento de la política española impuesto por Pedro Sánchez y su estrategia de pacto con los separatistas.

Sánchez sin Vox no podría seguir apostándolo todo a su discurso de «la derecha y la extrema derecha» para erigirlo en la coartada moral que alivia las reservas hacia su estrategia que pudieran quedar en un socialismo de corcho, y para presentar como una estrategia virtuosa, -«parar a la derecha»-, lo que no es más que un trueque inaudito y humillante y, en último término, abocado a un fracaso que será muy doloroso para la izquierda.

El papel destructivo de Vox en la articulación de una alternativa de la que dicen querer formar parte y la canibalización del PSOE por el proyecto personal de poder de Pedro Sánchez y su ‘nomenklatura’ son las dos patologías que atenazan al sistema democrático. Galicia va a ser un buen escenario para verificar este proceso y extraer consecuencias.