Mikel Buesa-La Razón
- ¿De dónde proceden los suministros, principalmente de alimentos, que se venden en los mercados negros que han proliferado en ese territorio?
No tenemos respuestas, pero sí hipótesis basadas en las experiencias anteriores de las guerras en las que, desde los años ochenta del siglo pasado, han venido combatiendo actores no estatales con ejércitos regulares. La profesora británica Mary Kaldor las denominó «nuevas guerras» y destacó que, en ellas, se «desdibujaban las distinciones entre guerra, crimen organizado y violaciones a gran escala de los derechos humanos». Kaldor señaló que entre las fuentes de financiación de aquellos actores jugaban un papel importante «los impuestos a cambio de «protección»» –precisamente sobre las ONGs– así como la organización de mercados informales «en los que los flujos exteriores, sobre todo la ayuda humanitaria y los envíos desde el extranjero, se incorporaban a una economía local basada en el comercio extralegal». La profesora, ahora emérita, de la London School of Economics señalaba que todo ello «se transformaba en recursos militares […] que mejoraban la capacidad de las unidades de combate (para) sostener su esfuerzo bélico». Y añadía que, en este asunto, «lo importante es que las distinciones entre lo político y lo económico, lo público y lo privado, lo militar y lo civil, se están desvaneciendo». ¿Es este el caso de Gaza? Seguramente. Merecería la pena estudiarlo, sobre todo para evitar que la ayuda humanitaria proporcionada desde occidente se convierta en un recurso de uso terrorista.