EDITORIAL-EL CORREO

  • Europa y el mundo democrático deben volcarse con Kiev para evitar que el régimen de Putin se imponga por desgaste sobre la libertad

La suspensión de toda actividad internacional por parte de Volodímir Zelenski, comenzando por la visita prevista para mañana a España y Portugal, da cuenta de la gravedad de la situación que atraviesa Ucrania ante la última ofensiva de las fuerzas rusas en las proximidades de Járkov, la segunda ciudad del país. Su decisión de retirar las unidades de Lukyantsi y Vovchansk para preservar la vida de sus integrantes y su operatividad en otras misiones revela que Kiev no había previsto tan crítico contratiempo, ya que la envergadura de la operación del Kremlin no parece suficiente para desbaratar una defensa en condiciones. La alarma se ha disparado en un escenario repleto de dificultades inmediatamente después de que el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, se trasladase a Ucrania para reunirse con el presidente. Tras dos años y tres meses de un esfuerzo ímprobo para contar con combatientes que han logrado frustrar los planes iniciales de Vladímir Putin, miles de ucranianos susceptibles de alistamiento han optado por salir al extranjero. Un cuadro imposible de mantener indefinidamente por mucho que las autoridades se esmeren en el reclutamiento.

La carencia de recursos cualitativa y cuantitativamente capaces de contrarrestar las sucesivas oleadas de ataques aéreos contra la población civil y las infraestructuras ucranianas -de ahí la insistencia en los Patriot-, junto a la tardanza en la aprobación de la partida de ayuda estadounidense, ha generado una sensación de indefensión que ha contribuido al repliegue psicológico de todo un país. Aunque el revés en la región nororiental de Járkov obliga a señalar la existencia de fallas de inteligencia en la prevención de los movimientos de las fuerzas invasoras rusas que, a estas alturas, resultan incomprensibles. Putin se felicitó ayer del progreso de las tropas del Kremlin en Ucrania y reclamó -en una reunión con altos cargos militares y su nuevo ministro de Defensa, Andréi Beloúsov, retransmitida por televisión- una mayor innovación armamentística para culminar la victoria rusa sobre una nación cuya existencia niega.

La crisis que ha llevado a Zelenski a posponer su agenda internacional cuando más le urge a Ucrania el apoyo exterior podría ser la llamada de atención más eficaz para recordar a Europa y al mundo democrático que deben poner a disposición de Kiev todos los medios para impedir que el régimen de Putin se imponga por desgaste sobre la libertad.