TONIA ETXARRI, EL CORREO – 27/04/15
· Si la izquierda abertzale se empeña en hablar de sufrimiento generalizado, seguirá faltando a la verdad.
Que más de 60.000 jóvenes puedan ir a votar por primera vez el próximo 24 de mayo en Euskadi es un dato que, si bien no altera de forma decisiva el censo, está sirviendo de motor de arranque en la campaña de los partidos. O será porque a los jóvenes les interesa la política pero desconfían de los partidos. El caso es que los candidatos tradicionales parecen haber entrado en la puja de los más modernos, los más inconformistas, los más honrados y transparentes, aunque en algunos casos no sientan rubor al presentarse como la alternativa a sí mismos.
Como la crisis y la corrupción han levantando un muro entre el honorable oficio de la política y esos ciudadanos que equiparan los cargos con las «poltronas», a ningún representante le gusta que le asocien a los despachos y las alfombras. Como si trabajar en torno a una mesa o un consejo de gobierno fuera un desdoro. Y los candidatos salen a la calle. Con un sofá itinerante. O cantando y bailando en programas de televisión, que es desde donde llegan, de verdad, a captar la atención del público más amplio.
Que el presidente del PNV, el partido más antiguo de nuestro país después del PSOE, creado en 1895 por Sabino Arana, se presente en esta campaña como la opción de los «rebeldes con causa» denota una necesidad de atraer a una parte del voto inconformista, aunque desde la centralidad, que es donde más cómodos se mueven los jelkides cuando se trata de elaborar una estrategia de alianzas postelectorales.
Los socialistas, principal apoyo sobre el que se sostiene el gobierno nacionalista vasco, tuvieron su ‘fiesta de la rosa’ con Pedro Sánchez compartiendo cartel con Idoia Mendia. Mucha gente en Durango. Pero quizá, los que no van a los mítines para convencidos, necesiten oír algo nuevo en su partido. Su líder es nuevo pero sus mensajes, no. Sánchez no tuvo una buena semana, entre la equivocación a la hora de votar en el Congreso, su desliz lingüístico sobre los miembros y «miembras», y su confusión sobre los orígenes del poeta Antonio Machado. Pero sonríe. Habla de todas las corrupciones menos de la que afecta a la Junta de Andalucía. Y pide dimisiones en el PP. Su hombre en Bilbao, Alfonso Gil, está probando otras formas más directas de conectar con la gente. Se confiesa «aficionado taurino» en un debate organizado entre candidatos en el prestigioso Club Cocherito. Y se marca un ‘solo’ de saxo en un videoclip sobre Bilbao cuya composición musical es obra suya.
En el PP no están para mucho cante después del escándalo del ‘caso Rato’. Rajoy también se rodeó de jóvenes en el acto de ayer. Pero los suyos le siguen diciendo que comunique más y mejor. Como Bauzá en Baleares o como Feijóo en Galicia. Pero para tener el don de la persuasión hay que valer. En Euskadi, quien comunica mejor de los populares es el alcalde de Vitoria, Javier Maroto. Pero su claridad sobre el abuso de algunos emigrantes con las ayudas sociales le ha costado una campaña de descalificación de todos sus adversarios políticos. Desde la Diputación de Álava, Javier de Andrés dice que representa a un territorio «que no es nacionalista ni de izquierdas». Pero como Arantza Quiroga no tiene tan claro que las cosas vayan a seguir igual, habla a los suyos de la necesidad de «recuperar la confianza de los ciudadanos en la política y en nuestro partido».
Los herederos de Batasuna saben que tienen un electorado fiel. Pero no se fían de la fuerza de Podemos, a pesar de su crisis interna, que de momento se ha cobrado la dimisión de su líder en San Sebastián y de su número dos en el País Vasco, Iratxe Osinaga. Por si una parte de sus electores sintiera la tentación de optar por los socios de Pablo Iglesias y Monedero, EH Bildu se cuelga la medalla de la política social y la anticorrupción.
Pero como todos los partidos tienen que hacer verdaderas filigranas para pujar en la subasta del más insobornable, las juventudes del PNV, mientras su partido intercambiaba documentos con Sortu sobre la pacificación, pusieron en circulación unos carteles que han sembrado la discordia entre las dos formaciones. En la viñeta se podía ver a un encapuchado, con boina y un maletín por donde asomaban los fajos de billetes con el escudo de la Diputación foral de Gipuzkoa, apuntando con dos dedos de su mano a un asustado ciudadano. Junto a ellos, una leyenda: «Del impuesto revolucionario a hacer la revolución con nuestros impuestos». La Diputación, gobernada por EH Bildu, ha dejado el asunto en manos de sus servicios jurídicos. Y los autores de la ocurrencia optaron por retirarla.
En la izquierda abertzale se están empeñando tanto en contar la historia del terror de ETA según su conveniencia que puede ser que los jóvenes de 25 años no lleguen a conocer nunca las tropelías que cometió la banda durante 50 años. El presidente de Sortu lanzaba ayer un guiño de autocrítica. Pero si su gesto se limita a equiparar los sufrimientos de dos bandos que no existieron –«los que más sufrieron las consecuencias de las diferentes violencias»– seguirá faltando a la verdad. Las víctimas de ETA lo saben. Pero quizá muchos jóvenes no sientan curiosidad por conocer la historia.
TONIA ETXARRI, EL CORREO – 27/04/15