EL CORREO, 28/8/11
El próximo 5 de septiembre ETA cumplirá un año en tregua. Aquel domingo de 2010, la banda hizo público, a través de la BBC, un comunicado en el que anunciaba un cese de las «acciones armadas ofensivas». La decisión, que no cumplía las expectativas generadas desde la propia izquierda abertzale, se vio ratificada cuatro meses después con la declaración de alto el fuego «permanente, general y verificable». Ambos pronunciamientos de la banda terrorista surgieron de una situación inédita en la historia: por primera vez, el brazo político de ETA se erigía en la vanguardia y apostaba por una nueva estrategia, sin violencia y en la que se apostase por las vías exclusivamente pacíficas.
Doce meses después, todos los analistas consultados están a la espera de un nuevo comunicado. Un gesto, aseguran, que consolide la actual tregua, pero que, sobre todo, refuerce las opciones tanto Bildu como de Sortu, ésta última pendiente de si el Tribunal Constitucional la declara legal o no. Los expertos coinciden en que el movimiento sería propagandístico, «estaría muy medido y supondría un avance evidente, pero sin llegar al fin definitivo que se les reclama». El pronunciamiento, insisten las mismas fuentes, tendría lugar en torno a las elecciones generales del próximo 20 de noviembre, en las que Bildu espera reeditar su triunfo electoral de las pasadas municipales, en las que los independentistas lograron el poder en la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de San Sebastián.
La dirección terrorista ya ha dado muestras en anteriores ocasiones de jugar con los tiempos y avalar los pasos de su entorno político. En abril de este año, a un mes de la cita con las urnas, se supo que la banda había enviado varias cartas a empresarios vascos en las que anunciaba que «cancelaba» la extorsión terrorista. Aunque en un principio la medida suponía un paso sin precedentes, la letra pequeña resultaba decepcionante, pues la propia organización terrorista dejaba claro que esa ‘suspensión’ del chantaje quedaba limitada a la duración del alto el fuego.
La iniciativa llegaba, además, en un momento en el que las fuerzas de seguridad daban por seguro que los terroristas disponían de suficientes fondos como para mantener sus estructuras durante dos años. Algo posible gracias a que ETA está compuesta, en la actualidad, por apenas medio centenar de terroristas. Cuanto más pequeña es la organización, más barata resulta.
La debilidad de la banda permite explicar gran parte de los acontecimientos que se han sucedido desde aquel 5 de septiembre de 2010. Es el principal motivo por el que la izquierda abertzale se ha hecho con el poder del movimiento, cuando siempre hasta ahora quienes mandaban eran ‘los de las pistolas’. Según los expertos en la lucha antiterrorista, el imparable declive de la banda también está detrás de declaraciones como las que Arnaldo Otegi realizó en la Audiencia Nacional durante el juicio por el ‘caso Bateragune’. El exportavoz de Batasuna aseguró, rotundo, que «ETA sobra y estorba». Otegi, en prisión y con varias causas pendientes, verbalizó un antiguo lema del sindicato ELA, en lo que supone un desafío a la propia existencia de la banda.
Con independencia del gesto que puedan llevar a cabo los terroristas de cara a las elecciones generales, las fuentes consultadas consideran que la situación de ETA es una incógnita. Sus mínimas estructuras permiten a los comandos vivir fácilmente en la máxima clandestinidad. Además, sus movimientos son mínimos, resignados al poder institucional que ahora tiene Bildu. Aún así, la banda no está quieta. Las fuerzas de seguridad francesas detuvieron el pasado junio a Iñaki Domínguez Atxalandabaso, un terrorista procedente de Italia que viajaba con material para fabricar bombas. Esa operación policial puso de relieve que la organización no había renunciado a mantener operativos sus arsenales.
Esta decisión es interpretada como un intento de los terroristas de tener siempre preparada una baza ante una hipotética negociación con el Gobierno. No obstante, la debilidad de la banda en este terreno es también histórica. En abril de este año, la Guardia Civil desmanteló en la localidad guipuzcoana de Legorreta una de sus mayores bases logísticas, donde los etarras guardaban cerca de una tonelada de material para fabricar explosivos. La operación evidenció que la presión policial había obligado a la banda a trasladar sus arsenales a España, un hecho sin precedentes.
Debate entre veteranos
Los expertos creen que en estos momentos ETA se puede encontrar en una fase en la que algunos miembros más veteranos y huidos podrían estar impulsado un debate para imponer sus tesis sobre la búsqueda de un final a la organización terrorista. Las fuentes consultadas creen que no se trataría de una discusión sobre el abandono definitivo de las armas sino para imponer las tesis que permitirían a largo plazo llegar a un final ordenado de la organización.
En ese contexto, uno de los próximos ejes de la actuación de la izquierda abertzale será el de los presos. Con cerca de 850 encarcelados, las prisiones se han convertido en uno de los quebraderos de cabeza de la antigua Batasuna, ante el temor de que se conviertan en un instrumento de presión. Según los expertos de la lucha antiterrorista, la banda ya ha perdido el control sobre los reclusos, después de que organizaciones como Askatasuna -que históricamente se ha encargado de mantener la doctrina en las prisiones- estén al borde de la desaparición.
Para sustituirlas, la izquierda abertzale ha puesto en marcha organismos alejados de los maximalismos de la banda. Algunas fuentes barajan que el denominado EPPK -el colectivo ‘oficial’ de presos- pueda, incluso, firmar a corto plazo el ‘Acuerdo de Gernika’. Ese pacto, suscrito por la izquierda abertzale, EA, Aralar y varias decenas de colectivos, supone un rechazo de la violencia y el reconocimiento del sufrimiento de las víctimas. En su momento, sirvió a la izquierda radical para mostrar su disposición a iniciar una nueva estrategia alejada de la violencia. Según las fuentes consultadas, si los presos suscriben finalmente este documento, ETA «estaría completamente aislada de los sectores que históricamente la han respaldado».
EL CORREO, 28/8/11