A la espera del vendaval

EL MUNDO – 05/11/15 – ARCADI ESPADA

· El periódico trae la noticia de esta jerigonza aragonesa que van a hacer ahora lengua vehicular por decisión de la izquierda socialista y podemita. La izquierda representa como nadie al pueblo desfavorecido y hay una relación directa entre hablar jerigonzas y pertenecer al pueblo sin remedio. Una de las formas de emancipación más directas es hablar lenguas que coticen en el mercado de valores. Pero también se entiende que personas, y hasta comunidades, sin ninguna capacidad de cotizar traten de que su rareza concite la misericordia de la subvención. Yo no soy nadie, pero hablo aragonés, rediez.

La protección pública de las jerigonzas es uno de los asuntos que más vergüenza y perplejidad causarán a las generaciones futuras. Y la insistencia del hombre en la protección guarda parentesco con sus instintos básicos, tribales, no por básicos menos despreciables. Es probable que por influencia de Jonathan Israel y de esta síntesis suya sobre la Ilustración radical que acaba de publicar Laetoli (Una revolución de la mente) vea visiones y deduzca que la humanidad está a las puertas de un cambio profundo y sin concesiones como el que aquel movimiento supuso. Pero lo cierto es que no hay mañana que no abra la ventana suspirando por un vendaval que se lleve lenguas, religiones y naciones.

Ahora bien, mientras el viento no deje limpia la mañana no veo razón alguna para que charradas, lapaos y aragoneses varios no lleven su jerigonza hasta donde les parezca conveniente. Estaríamos frescos que después de haber sacado de la probeta un euskera que nadie habló nunca, de haber convertido el valenciano en un idioma o el catalán en una aduana odiosa, se ironizara ahora con las intenciones aragonesas. Naturalmente esta jerigonza suya no la habla nadie; pero es que si la hablara alguien se llamaría castellano, chino o inglés, y no habría caso.

Naturalmente ninguna literatura la respalda, pero eso le pasa a la inmensa mayoría de las jerigonzas. Naturalmente su promoción va a hacerse con el dinero de los españoles; pero es que con ese mismo dinero se paga el sueldo del presidente Mas, lo más tirao. La oposición de los nacionalistas pata negra al café para todos no es para evitar que otros puedan tener lo que ellos disfrutan en exclusiva. Es por la vergüenza que debe de darles mirarse en el espejo de los otros.

Hasta tal punto serán pobres y lamentables esos países que llaman patrimonio y don a su mal de lenguas.