A la una de la tarde fue 2007

EL MUNDO 28/10/13
MANUEL JABOIS

El PP atrasó ayer una hora y alargó un problema. O más bien, para las miradas más perspicaces, a las tres de la mañana fueron las dos y a la una de la tarde fue 2007, aquel año en que una manifestación denunció en Colón la traición del Gobierno a las víctimas del terrorismo; aquella marcha la convocó el líder de la oposición, MarianoRajoy, con un lema: «España por la libertad. No más cesiones a ETA». Seis años después, la AVT regresó en larga caravana por Serrano, Génova y la Castellana a denunciar lo mismo. Con la pesadumbre de entonces, enarbolando banderas y mayormente en familia, como un desfile inacabable que se reproduce cada cierto tiempo, a expresar un dolor que nace de la misma sospecha que entonces: un Gobierno trata de ocultarles la verdad. No es el mismo contexto ni tampoco lo son las razones, pero el resultado es semejante: un colectivo que ha soportado años de plomo y entierros dolorosos se siente agraviado. Esta vez no por la izquierda, sino por la derecha. La acusa –la acusó ayer, a gritos, abucheando a sus representantes– de alta traición.
Al PP se le ha levantado un sector de por sí poco marianista y muy aguirrista, que ya protestó airadamente por aquel cambio de mando en el PP vasco dirigido a una distensión y que ahora entiende violado lo más sagrado, la dignidad de las víctimas. Una invocación continua en el acto, por cierto, incluso para pedir silencio: «Os pido que os calléis, no por mí, sino por la memoria de las víctimas». La pronunciación de la palabra surtía efecto para silenciar a la mayoría. Pero también, en sectores más radicales, lo hacía para encrespar aún más los ánimos. En uno de los laterales de Colón, detrás del escenario, sin banderas preconstitucionales ni simbología fascista (presentes y minoritarias en otra zona), un grupo de Asturias pedía «contra ETA, metralleta», detrás de una pancarta: «Ni olvido ni perdón, quien la hace la paga. ETA: PPPSOE». Al lado, cerca de otro cartel («Rajoy: no llueve, son nuestras lágrimas») gritos de «muerte al Partido Popular» y «muerte al traidor». Desde la carretera de Serrano, cortada, les gritaron que 12 militantes del PP fueron asesinados por ETA y sus cargos vivieron amenazados de muerte.
Las conversaciones con los asistentes no eran benignas para el Gobierno. Hay una derecha que amenaza con la secesión, que advierte de que está dispuesta a perdonar, si se comprueba en los tribunales, la financiación ilegal, la subida de impuestos en contra de lo prometido y ceder en políticas sociales que atentan contra sus principios religiosos. Pero con ETA, como dice María Jesús Sánchez, una trabajadora social de Leganés, «ni un milímetro». «No perdonamos una estrategia que no sea la de cárcel y más cárcel. El pelo nos los tomaron todos, pero lo que no esperábamos es que con ETA como está, también nos lo fuesen a tomar éstos». Carteles con los rostros de InésdelRío y AnttonTroitiño denunciando su libertad, rostros de víctimas y avisos severos que servían de eje argumental de la concentración («No más mentiras, no más treguas-trampa») avivaban el debate en la calle; las víctimas, confirmaban muchos asistentes, no tienen un partido al que agarrarse para que su discurso esté presente en el Parlamento. En los aledaños del PP coexisten formaciones extremistas como Democracia Nacional y dentro del Congreso hay partidos como UPyD y Ciutadans, presentes ayer pero sospechosos a ojos de muchos. «Pactarán con quien sea y entonces cambiarán el discurso. Estamos solos, como al principio», explica Diego Márquez, un jubilado que llega temprano a la plaza con la bandera al hombro.
Antes de las doce del mediodía ya había empezado a ocuparse Colón en silencio. El gran rótulo de Fernán Gómez que da nombre al teatro fue pronto tapado por las banderas españolas. La multitud empezó a extenderse por Génova arriba hasta completar la visión de una masa atenta que calló de golpe, tras una canción de Pablo Alborán, para dejar un minuto de silencio. «Que este silencio resuene en la conciencia de algunos», empezó a hablar Isabel San Sebastián. «De Rajoy», le contestaron varias voces cerca del escenario. «¡Rajoy que te veo!», gritó otro hombre. San Sebastián recordó haber estado en muchos actos de este tipo, «pero nunca con tanta rabia como hoy». «Esto apesta», clamó, «a negociación con ETA».
Fue la rabia la que compuso, como un pegamento, la uniformidad de la concentración. Quizá fuese la principal noticia, porque contra Zapatero, presente también en el recuerdo de muchos, era una rabia encauzada por el PP y hacia un enemigo natural. La de ayer surgía sola, mucha provocada por el roce y excitada por la presencia de quienes consideran traidores a una causa intocable. Ellos –Floriano, Oyarzabal, GonzálezPons o Arenas– se llevaron las fotos del día al entrar y salir entre gritos de protesta y empujones. Esperanza Aguirre, que sobrevivió intacta a un accidente de helicóptero y salió descalza de una bomba en Bombay, fue aplaudida. «Yo estoy siempre con las víctimas. Hoy, más que nunca», dijo el día en que, más que nunca, las víctimas estuvieron más lejos de su partido.