A las barricadas

 

Jorge Martínez Reverte-El País

Yo no iré porque no me parece preciso hacerlo. Creo que hay que quemar muchas etapas antes

Yo no iré a las barricadas. No solo porque mi cuerpo no está por la labor, sino sobre todo porque no me parece preciso hacerlo. Creo que hay que quemar muchas etapas antes.

Es cierto que el programa electoral de Vox es como para levantarle a uno del sillón de orejas y ponerle en posición de banzai durante mucho tiempo. Pero también lo es que se hace muy difícil pensar que esta cuadrilla, bien nutrida eso sí, sea capaz de poner en marcha ninguna alternativa viable que tenga como mascarones de proa de sus naves recetas tan insensatas como las que figuran en su programa, la derogación de la ley de violencia de género, por ejemplo. ¿Se atrevería el PP o Ciudadanos a poner en marcha semejante contrarreforma contra las mujeres? Si lo hacen, no será a causa de Vox, sino a que semejante cosa no les repugna.

Y, no sé por qué, es cierto que a la derecha en general le pone de los nervios lo de la liberación de la mujer. Y mucho. Se ha ido resistiendo a los cambios que nuestra legislación ha producido en la sociedad española: unos cambios que se han debido al empuje de las propias mujeres, un empuje que ha sido transversal y, sobre todo, con resultados transversales.

¿Aguantarían ahora las mujeres votantes del PP y de Ciudadanos la derogación de la ley del aborto? Eso quiere Vox. ¿Y aguantarían ahora los ciudadanos españoles la recentralización del país? Esta reivindicación de la derecha está pensada para escarmentar a Cataluña, para saciar los bajos instintos de parte de una ciudadanía harta, algunas veces con razón, de las exhibiciones xenófobas de muchos nacionalistas catalanes. ¿Y aguantarían los españoles la sensación de convertirse en los más siniestros levantadores de “muros infranqueables” pensados para repeler africanos?

Hay muchas más lindezas en el programa de Vox, pero quien se lo tiene que pensar dos veces antes de asumirlo es Pablo Casado, que piensa que su partido se ha salvado en Andalucía porque ha derechizado su mensaje, o Albert Rivera, que no le hace ascos a nada mientras que engorde. El miedo al fascismo que lleva a Pablo Iglesias a llamar a las barricadas no debería tener ningún eco si la derecha se mantiene en su sitio, dentro de los cauces de la Constitución que nos guarda de más guerras civiles en Cataluña o Andalucía. Entonces, no habría que ir a ninguna barricada.