JUAN CARLOS RODRÍGUEZ IBARRA-El Mundo

El autor nos sitúa en este relato distópico en la España de 2031 para ironizar sobre muchos problemas sociopolíticos que aquejan hoy a nuestro país. Es especialmente crítico con la entrevista a Otegi en TVE.

AÑO 2031.De nuevo hemos celebrado elecciones generales. El recuento ha vuelto a configurar un Congreso de los Diputados multipartidista. Vuelven a sobresalir los clásicos de siempre: PSOE y PP. Ninguno de los dos con diputados suficientes para que sus respectivos líderes alcancen los 176 diputados que siguen siendo necesarios para resultar investidos para el cargo de presidente del Gobierno. Los sueños independentistas se han volatilizado y sus máximos dirigentes siguen penando por los delitos de rebelión en las cárceles catalanas. El espacio electoral de los secesionistas ha sido ocupado por partidos constitucionalistas y por los defensores de la Naturaleza y de las corridas de toros.

En el resto de España, han aparecido nuevos partidos de ámbito regional. Los ciudadanos de las distintas Comunidades Autónomas tomaron nota de los ejemplos vasco, canario y cántabro que, con poquísimos diputados, conseguían grandes inversiones en sus respectivos territorios a cambio de votar al candidato a presidente del partido estatal mejor situado a la hora del recuento. Si nadie lo remedia, mediante un cambio drástico en la Ley Electoral, seguiremos asistiendo al adelgazamiento del Estado y al robustecimiento de los territorios, de tal forma que España cada día se va pareciendo más a un Estado confederal.

El partido que más escándalo ha producido entre amplias capas de la población ha sido uno que responde a las siglas HM Man (Hombres Machistas de la Manada). Entre sus máximos dirigentes figuran tres individuos que fueron condenados en 2019 a 15 años de prisión por violación continua a una joven en una noche, en un portal de un bloque de vecinos, en las fiestas de San Fermín, en Pamplona. Los cuatro condenados fueron indultados en 2029, gracias a la exigencia de un partido de extrema derecha que sostenía con sus escaños al partido gobernante en aquella fecha. Los cuatro diputados que obtuvo ese partido ponen de manifiesto que el machismo sigue estando presente en una parte de la sociedad española. Y lo más grave de la cuestión es que esos cuatro escaños pueden resultar decisivos para la conformación de un nuevo Gobierno en España.

El país continúa con un Ejecutivo provisional. Y, mientras no se tenga la seguridad de que el candidato designado por el Rey vaya a poder ser investido como presidente, la Mesa del Congreso sigue sin convocar la sesión de investidura. Los ciudadanos seguimos sin saber qué va a pasar, porque los partidos, viejos y nuevos, que habían prometido luz y taquígrafo en cada conversación que mantengan para articular una mayoría, parece que siguen reuniéndose en secreto en habitaciones de hoteles y en restaurantes en Francia y en Portugal. Los tertulianos de radio y televisión, muchos de los cuales ya cumplen algo más de 10 trienios, siguen divagando sobre los pactos con la maestría que les caracteriza y con los rendimientos que generan ahora que la prensa de papel no tiene sitio para todos.

Televisión española ha vuelto a ser dirigida de manera provisional por quien, en 2018, fue designada para tal menester en tanto no se consolidara un Gobierno que transformara radicalmente la televisión pública. Puesto que TVE no ha sido capaz de competir en calidad y objetividad con las diferentes cadenas privadas existentes en el panorama audiovisual español, no ha tenido más remedio que sumarse a los diferentes concursos y másteres que no dejan de proliferar en directo y en podcast, demostrando que España está llena de genios que nunca tuvieron la oportunidad de demostrar sus dones y habilidades. Uno de los que están pegando más fuerte en la audiencia es el que lleva por título Master Chino, que, como saben los más veteranos, consiste en averiguar el número total de monedas que llevan ocultas en sus puños los concursantes. Existen tres modalidades y, por ahora, el campeón imbatible sigue siendo un vidente que fue despedido de su cadena por recomendar a una televidente que tratara de reconciliarse con quien había sido su pareja, sin caer en la cuenta de que esa pareja había fallecido un año antes.

Pero, además de concursos, los responsables de TVE han vuelto a invitar a su programa 22 Horas a los líderes de todos los partidos que obtuvieron representación parlamentaria. El espacio es el que menos audiencia tiene de todas las cadenas. Tal vez esa sea la razón por la que la directora provisional, en un intento de aumentar el número de televidentes, haya decidido imitar lo que se hizo en 2019, cuando revolvió las tripas de muchísimos demócratas que nunca perdonaron que se entrevistara al terrorista confeso, Arnaldo Otegi. Fue una inmoralidad, pero tuvo audiencia y comentarios, que era lo que se pretendía. En esta ocasión, no ha sido un terrorista el entrevistado, sino un violador: el líder del nuevo partido HM Man. Como era de esperar, el ex presidiario mantuvo en la entrevista que ellos jamás violaron a nadie; dijo que «normalmente las chicas, si no dicen no, es que sí».

Ahora recuerdo que un amigo mío, que tiene buena cabeza, me desconcertó cuando me comentó, en 2019, que no le pareció mal la entrevista a Arnaldo Otegi. Hoy, en 2031, no le he querido preguntar su parecer sobre la entrevista al violador indultado y cabeza máxima del partido HM Man, no vaya a ser que tampoco le haya disgustado. A mí me ha dado tanto asco como la del terrorista, pero en esta ocasión han sido tantas las críticas que hasta los más conspicuos defensores de la libertad de expresión han escrito artículos diciendo diego donde en 2019 dijeron digo y exigiendo la dimisión de la responsable de la corporación, cosa que acaba de ocurrir. Se ha puesto de manifiesto que el límite que la sociedad está dispuesta a aceptar es el blanqueo de ETA porque, con Otegi en pantalla, la administradora única provisional siguió en su puesto.