UN ‘mosso’, de filiación desconocida afortunadamente para él, le explicó la problemática a un ‘tractoriano’ perseverante, agente rural, que se había proclamado defensor de la república: «Qué república ni qué ‘collons’! La república no existe, idiota».
No se puede decir mejor. Habría que incentivar a ese ‘mosso’ desconocido para que persevere, y se lo explique a Torra y a su portavoz, que han puesto un broche con rebuzno al Consejo que el doctor Fraude celebró en Barcelona. El Govern le puso colofón instando al presidente del Gobierno «a no ser títere del Estado». Ni Bea Talegón es capaz de semejante tontería.
La consigna del ‘mosso’ está haciendo fortuna, pero ha despertado el celo del consejero de Interior, Miquel Buch, que no es partidario de que nadie llame ‘idiotas’ a los idiotas y está investigando su identidad para sancionarlo.
Ahí quiero ver yo a mi ministro Marlaska: ofreciéndole acomodo en la Guardia Civil o el Cuerpo General de Policía, aunque no haya razones para suponer que el restablecimiento de la decencia sea una prioridad para él desde que abandonó la judicatura.
Hubo otro momento extraordinario, cuando a un integrante de una de las tres columnas de CDR que confluyeron en la Lonja para protestar por la presencia del Gobierno en Barcelona, le golpearon con un proyectil de foam, de resultas de lo cual tuvieron que extirparle un testículo en el Vall d’Hebrón. Ya hay al menos un independentista que ha aprendido en carne propia que la independencia cuesta un huevo, dicho sea en sentido literal.
Por lo demás, el Consejo de Ministras sirvió para lo anunciado por la Generalidad, un «comunicado conjunto de los Gobiernos catalán y español» por el que el segundo se rinde ante el primero y se trata de rescatar la dignidad de Lluís Companys, ignorando que la dignidad de Companys nunca estuvo tan alta como en los fosos de Montjüic, ‘ch’un bel morir tutta una vita onora’, ya lo había escrito Petrarca, incluso la de un gobernante que tanto fusiló en la Cataluña republicana. Han puesto en cuestión la condena franquista –ya lo había hecho el zapaterismo–, pero como decía un tuit de Fray Josepho, «no el que le hizo la República en 1935, que lo condenó a 30 años de cárcel e inhabilitación perpetua por rebelión».