A retratarse en Europa

ABC 10/06/14
TERESA JIMÉNEZ BECERRIL

· «Veremos en Europa alianzas que nos avergonzarán y que frenarán no solo el progreso económico y la confianza en nuestro país, sino lo más elemental que se puede defender en una Unión de países soberanos: la pertenencia a un proyecto común nacional»

DICEN que en la pasada campaña no se habló de Europa… y lo justo sería decir que a quienes hablábamos de Europa se nos escuchaba menos porque eran muchos los que tenían como único interés atacar al Gobierno y hacerlo en su campo, España. Pero ahora toca formar equipo en el Parlamento Europeo, y es ahí donde los candidatos y los partidos salidos de estas elecciones tienen que retratarse, pues se pueden formar extraños compañeros de viaje.

Siempre alerté de que el nacionalismo era uno de los enemigos a batir, en casa y en Europa; y la pasada legislatura los nacionalistas vascos y catalanes formaron parte del grupo ALDE, que engloba a los liberales y viene a ser un cajón de sastre donde no siempre triunfa la libertad que dicen defender. ¿O qué libertad defienden en Cataluña y en el País Vasco los nacionalistas? La suya, la de su tribu independentista. La de los niños que quieren estudiar en castellano no es su problema; la de los comerciantes que quieren rotular en castellano, tampoco. Esas libertades ni se contemplan. ¿Y qué decir del PNV? Que juega a lo mismo, pero con unas consecuencias profundamente trágicas para miles de españoles, que habrían deseado que ese partido ambiguo y egoísta hubiera combatido con todos los medios a ETA, para poder salvar las vidas de tantos inocentes que fueron asesinados por defender nuestra libertad, la verdadera, esa que los nacionalistas no conocen ni de lejos. También hay otros grupos políticos, como los Verdes, donde bajo ese nombre que suena a esperanza se defienden muchas cosas poco esperanzadoras para el bienestar de los ciudadanos. Ahí se integrará Bildu, que lejos de condenar el terrorismo pedirá la libertad para los asesinos de ETA.

Por eso era tan importante saber el destino de esos votos de las europeas; importante no solo para nuestros intereses económicos, comerciales, agrícolas, energéticos o industriales, sino para la defensa de valores tan esenciales como la lucha contra el terrorismo o la unidad de España. ¿O dónde creen que se ubicarán los candidatos de Podemos? ¿Y con quiénes compartirán intenciones de voto? ¿Con Bildu? Quién sabe. De momento, en España ya se han unido a ellos y han apoyado esa cadena humana en el País Vasco, cuyos componentes además de pedir la independencia exigen que soltemos las cadenas de los asesinos de nuestros seres queridos. Allí, en esa Bruselas lejana y gris para muchos y profundamente cercana para la vida de todos, veremos alianzas que nos avergonzarán y que frenarán no solo el progreso económico y la confianza en nuestro país, sino lo más elemental que se puede defender en una Unión de veintiocho países soberanos: la pertenencia a un proyecto común nacional. No creo que a muchos de los que han votado a esta iniciativa política, que ha englobado el descontento general, les devuelva la alegría y la confianza en la política ver cómo sus candidatos compadrean con el candidato de Bildu.

Al igual que en la anterior legislatura, voy a defender la lucha antiterrorista, sin complejos. El PP europeo no tiene miedo a nombrar a las cosas por su nombre y a defender la seguridad de los ciudadanos. Desgraciadamente, esa balanza entre libertad y seguridad es motivo de juegos ideológicos. No pueden imaginar cuánto populismo e irresponsabilidad hay alrededor de un tema tan importante como el terrorismo. A veces creo que la conciencia de muchas de sus señorías solo se despierta a golpe de atentado. En fin, veremos qué pareja de baile y qué música eligen algunos de nuestros nuevos eurodiputados.

Yo sí hablé de Europa en España y hablaré de España en Europa, porque es la única manera de avanzar, creyendo y defendiendo una España unida, dentro de una Europa que nos garantice la libertad, la seguridad y la paz que tanto nos costó conseguir. No va a ser fácil trabajar en este Parlamento, con un número alarmante de boicoteadores legislativos, que quieren devolver a Europa a tiempos anteriores a Schuman, De Gasperi y los demás padres fundadores de la UE que consiguieron no solo que dejáramos de matarnos entre europeos, sino que viviésemos en ese espacio de libertad y seguridad común del que disfrutamos hoy. Y junto a los euroescépticos tendremos a los no menos peligrosos legisladores populistas de la izquierda radical, que pretenden que los países no paguen sus deudas, que no existan fronteras en nuestras costas, y que entre quien quiera, y que rompamos los acuerdos con Estados Unidos, y que hagamos alianzas con Cuba y Venezuela, ejemplos para ellos de libertad y progreso. Todas estas medidas irresponsables harán imposible una Europa que avance y recupere protagonismo en un mundo donde ya no somos lo que fuimos y donde nuestros valores se desmoronan para regocijo de quienes prefieren una Europa débil, desunida y sin una historia común.

El ánimo no me falta, me respalda un grupo político centrado y responsable, y, sobre todo, me sostienen mis creencias y valores, que no van a vacilar por mucho personaje oportunista que use el Parlamento Europeo como un escaparate de cara a las próximas elecciones municipales y nacionales. Mi voz seguirá siendo española y europea, y siempre en defensa de la libertad y de la dignidad.