Arcadi Espada.El Mundo
Mi liberada:
Fango, lodo. El Partido Popular, condenado. La trama de corrupción política más profunda de la democracia. Un eficaz sistema de corrupción institucional. Rajoy condenado. No me veo capaz de negarlo. Pero sí de dar los detalles endiablados. En efecto, el PP ha sido sentenciado porque se benefició económicamente de la trama criminal que organizaron el empresario Francisco Correa y el tesorero Luis Bárcenas. El beneficio alcanzó los 245.492,8 euros. Repito: 245 mil euros y pico. Como conocer es comparar hay que tirar por lo más alto para conocer bien. Los ingresos del PP en 2008 –el primer año que consta en las cuentas publicadas por el partido en su página web– fueron de 109 millones. Ahora bien. Como la sentencia reconoce, el PP no participó en los hechos delictivos juzgados ni los conoció. Pero gastó ese condenado dinero y deberá devolverlo. Esta es su falta: 245 mil euros, cuyo origen criminal desconocía. El PP condenado, dicen los periódicos. Es interesante añadir ahora cuándo y en qué se los gastó. Fue durante la campaña municipal de la primavera de 2003. José María Aznar era el máximo responsable del gobierno y del partido. Y el dinero sirvió para pagar la campaña de los candidatos de Pozuelo de Alarcón y Majadahonda, que han sido condenados. La razón de la condena al PP, y no solo a los beneficiarios directos, o sea los dos candidatos a alcalde, la da el tribunal en este párrafo: «Los responsables del Partido Popular sabían cómo se financiaban las elecciones y en nuestro caso las de Majadahonda y Pozuelo; negarlo es ir no solo contra las evidencias puestas de manifiesto sino en contra de toda lógica». El tribunal condena por elevación. El PP sabe cómo se financian las elecciones, los candidatos pertenecían al PP y el PP se benefició de su resultado. Ergo, el PP es culpable. Está muy bien. Es extraño que semejante e inapelable razonamiento no se haya aplicado a la financiación supuestamente ilegal del PP de Valencia, donde la dirección nacional no va ser juzgada por su participación a título lucrativo. ¡Pero Valencia es Valencia! En cualquier caso, da lo mismo. Los jueces han fallado. Escríbase, pues, el siguiente titular implacable y veraz, aunque un poco subidito en razón del estilo periodístico: «El PP ganó gracias a la Gürtel las elecciones de 2003 en Pozuelo y Majadahonda». La trama de corrupción política más profunda de la democracia. Un eficaz sistema de corrupción institucional.
Por suerte está la caja B. Lástima grande que esté sustentada en este párrafo prodigioso: «También otras cantidades sirvieron para directamente pagar gastos electorales o similares del Partido Popular, o fueron a parar como donaciones finalistas a la llamada ‘Caja B’ del partido, consistente en una estructura financiera y contable paralela a la oficial, existente al menos desde el año 1989, cuyas partidas se anotaban informalmente, en ocasiones en simples hojas manuscritas como las correspondientes al acusado Bárcenas, en las que se hacían constar ingresos y gastos del partido o en otros casos cantidades entregadas a personas miembros relevantes del partido, si bien estos últimos aspectos que se describen lo son únicamente para precisar el contexto en el que se imbrican los hechos objeto de este enjuiciamiento, pero quedando fuera de su ámbito de conocimiento». El párrafo debería dar origen a otro titular, ciertamente de páginas secundarias: «La supuesta caja Bdel PP queda fuera del ámbito de conocimiento del tribunal». El que, sin embargo, apareció, pongamos en la prensa socialdemócrata, fue: «El fallo concluye que ‘no quedan dudas’ de la existencia de la caja B del partido».
Para escribir su literatura –meramente verosímil– sobre la caja B del PP, el tribunal alude a la necesidad del contexto. Es decir, al contexto necesario para fundamentar las acusaciones, en especial a Correa y Bárcenas. Pero, obviamente, la alusión a ese contexto solo estaría justificada si el orden de las cosas hubiera sido diferente. O sea, si una sentencia previa hubiera reconocido la existencia de una caja B. Por desgracia para el tribunal –para la lógica y para la moral– la caja B del PP aún no ha sido juzgada. Pero el contexto en el que se fundamenta la alusión a la caja B es otro y retorcido. El contexto es la declaración del presidente del Gobierno. Mariano Rajoy fue llamado a declarar como testigo en el juicio –con la oposición del presidente del Tribunal, Ángel Hurtado, y discrepante actor particular de la sentencia–, pero ahora sabemos que fue inútil porque Rajoy estaba ontológicamente privado de poder decir la verdad. Un párrafo de la sentencia invalida su testimonio y el de otros testigos del PP porque ello «supondría reconocer la percepción de pagos opacos para la Hacienda Pública, que si bien entiende [la fiscalía] que no son delictivos, pudieran ser considerados por los testigos como merecedores de un reproche social, como también que en caso de reconocer estas percepciones vendrían a admitir la existencia de una ‘Caja B’ en el seno de una formación política a la que pertenecen o han pertenecido; por lo que se pone en cuestión la credibilidad de estos testigos, cuyo testimonio no aparece como suficientemente verosímil para rebatir la contundente prueba existente sobre la ‘Caja B’ del partido». Se advierte del párrafo que Rajoy fue llamado a declarar inútilmente –¡cómo iba Rajoy a declarar contra Rajoy!– y que su presencia tuvo la misma finalidad que tiene la alusión del tribunal a la inverosimilitud de su testimonio: mancharle. El presidente no está imputado en ninguna causa vinculada con la presunta caja B ni en ninguna otra pieza de Gürtel. El tribunal no puede deducirle testimonio porque no pone en duda la veracidad de su declaración, sino solo su verosimilitud. Pero los juzgadores, comportándose como novelistas, se permiten dictaminar sobre la verosimilitud, credibilidad y calidad de su testimonio. Y aun no juzgándose la existencia de la caja B del partido y aun habiéndose reconocido que discernir su existencia no entra en el ámbito de su conocimiento ¡publican! que el testimonio del presidente no es lo suficientemente verosímil como para rebatir la «contundente prueba» [sic] de la caja B. ¡Como si –una más entre las anormalidades de sus razonamientos– pudiera ser lo verosímil –y no su antípoda veraz– aquello que rebatiera una prueba!
El menor sánchez castejón ha presentado una moción de censura contra el gobierno Rajoy. El periodismo ha titulado contra el PP y Rajoy, concluyendo que Gürtel fue creado por el PP y no de espaldas al PP. Hay que convocar elecciones contra el insoportable hedor. No contra el hedor de la Rey Juan Carlos. No contra el hedor del tradicional cupo vasco. No contra el hedor atorrante del Valido. ¡Contra el hedor pozuelo (o puteal: El Puteal de La Moncloa) y majadahondo! Populismo y sensacionalismo, même combat. Tanto la moción de censura como los titulares están solo fundamentados en los 245 mil euros de dopaje inconsciente, en un ente –caja B– que no se juzgaba y en una antológica apreciación ad hominem sobre la imposibilidad ontológica del presidente del Gobierno de decir la verdad. La devastadora novedad es que el populismo político y el sensacionalismo periodístico no son esta vez hijos bastardos de la sentencia, sino la sentencia misma.
Y sigue ciega tu camino.
A.