Isabel San Sebastián, ABC, 30/4/12
La única conducta eficaz en la lucha contra el terrorismo es perseguir implacablemente a los asesinos y sus cómplices
ESE «plan global de reinserción de terroristas» que se ha sacado el Gobierno de la manga ni estaba en el guión del PP, ni mucho menos se le esperaba, ni servirá para otra cosa que alimentar el apetito voraz de la serpiente etarra y dar la razón a quienes sostienen dentro de ese universo oscuro que manteniéndose firmes en sus exigencias logran que España se mueva. Porque se mueve, tal como subrayan los palmeros de este gesto inicuo, en la dirección que marcan los etarras. Un pasito más, una nueva claudicación, una humillación gratuita infligida a todos los que creemos en la dignidad de la Nación española, un salivazo añadido al dolor de las víctimas. ¿Y todo para qué? En el mejor de los casos, para conservar esa ficción que algunos denominan «unidad de los demócratas» y consiste en el Partido Popular acepte sumisamente los planteamientos de socialistas y nacionalistas entregados a la idea de que no hay solución posible fuera de la negociación con los asesinos. En el peor, para evitar temporalmente la amenaza de un atentado, lo que es tanto como decir que estamos cediendo al chantaje.
Si Mariano Rajoy o su ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, conocieran la trayectoria de ETA y fuesen capaces de comprender la lógica fanática que anida en la mente de sus secuaces, sabrían que nunca hemos ganado los españoles una sola batalla agachando la cabeza ante sus pistolas. Jamás. Y ésta no será la excepción. La respuesta de los presos etarras a la oferta gubernamental será el desprecio más absoluto. Ya hemos oído a los voceros de la banda, encabezados por Martín Garitano, decir que se trata de una iniciativa claramente insuficiente, como lo fue, desde su punto de vista, la dudosa interpretación de la Ley de Partidos que hizo la mayoría socialista en el Tribunal Constitucional legalizando al tentáculo político de la organización de la que forma parte. Pero ahí está él, gobernando Guipúzcoa, sin que ETA se haya disuelto. ¿Por qué iba a renunciar a nada? Nada que no sea el cien por cien de lo que piden les parecerá satisfactorio. Antes al contrario, cada muestra de «buena voluntad» por nuestra parte será interpretada por ellos como un signo inequívoco de debilidad del que extraerán aliento para seguir adelante en su enloquecida carrera hacia la consecución del delirio separatista que concibió Sabino Arana.
Dicho de otro modo, el Gobierno del PP ha ofendido gravemente a las víctimas del terrorismo; a las mismas víctimas del terrorismo a cuyo lado se colocó en múltiples ocasiones con el fin de aparecer con ellas en una foto muy ventajosa desde el punto de vista electoral. Ha desconcertado y defraudado a un porcentaje considerable de sus propios votantes, que no entienden el porqué de ese plan mal concebido y peor explicado. Ha traicionado el programa con el que concurrió a las urnas, en el que no figuraba epígrafe alguno relativo a seguir los pasos de Zapatero en su tristemente célebre «proceso de paz». Ha abierto un nuevo flanco para la crítica, incumpliendo otra promesa más, que se suma a la de no subir los impuestos y no tocar la educación o la sanidad. Y todo eso para nada, para nada en absoluto, porque nada va a conseguir salvo alimentar a la bestia.
La única conducta eficaz en la lucha contra el terrorismo, debería estar claro a estas alturas, es mostrar la máxima firmeza democrática, perseguir implacablemente a los asesinos y sus cómplices hasta cerrarles todas las puertas. Todo lo demás es indignidad y ETA.
Isabel San Sebastián, ABC, 30/4/12