LUIS MIGUEL FUENTES-El Mundo
SANTIAGO Abascal salió al balcón con un casco de conquistador en la cabeza, como a ese sol de los puestos de cazos y cazuelas de España. Él y Casado andan peleándose por la Reconquista, por el concepto o por el atrezo, y si el líder del PP se va a tocar una cruz con gemas, la Cruz de la Victoria u otras cruces de piedra como águilas de piedra, Abascal tenía que responder. Lo que parecía Abascal era un billete de mil pesetas viejo puesto a secar, o un musical de cotolengo. Alguien le hizo notar que aquel casco, un morrión, era del siglo XVI y la Reconquista terminó en el XV. La verdad, a uno lo que le preocupa es que un candidato salga a la barandilla con un casco, cualquiera. Y no ya porque haga política de alcalde de moros y cristianos, de porrón, traca y torete, sino porque se le haya ido la olla jugando con el madelman.
Ahí está esa derecha fallera, con enagüilla de Cristo de ermita, entre la santa cucaña, la película de gladiadores de pecho aceitoso y la barba turca o valaca, dignas de Così fan tutte. Así funcionan los populismos, en el carnaval de ideas y en el transformismo con la ropa de casa. Hay ahí poca política, poca economía, pocas soluciones, aparte de gigantes y cabezudos y la zarzuela castizona y anisetera. Cuando Fernando González Urbaneja le preguntaba hace poco a Abascal por la letra pequeña de la política, vimos que el infanzón colombino sólo se ha estudiado el álbum de sellos de España. Al otro lado del populismo, vuelve Pablo Iglesias, vuelve «él», como resaltaba el cartel más de Julio Iglesias que de probe Migué de la izquierda. Vuelve con su puñito de sostener una antorcha volada hace mucho, a iluminar el feminismo que aún necesita a un señor con cayado.
En realidad, ese feminismo con secta o esa españolidad de feria de quesos vienen a ser el mismo truco. Con la idea torre, muy útil para defender y atacar, te venden todo el lote de la morralla rancia o comunistorra. Así que no eres feminista si no eres anticapitalista o no te gusta el sobaco lila. Y no eres español si no te gustan sus clases de bordado, los besos a pendones con flecos como babas de coronel, la Sagrada Familia en un cuadro encima del frutero, y un poquito de xenofobia y de gradación de ciudadanía según pureza. Abascal e Iglesias nos ilustran el truco mientras posan de héroes de resol y lata. Uno viene de la heroicidad de una vida de enchufe público y otro de la heroicidad de su casoplón patricio. No sé cómo no los tenemos ya en estampitas o en doblones.