Acosadores

EL MUNDO 12/03/13
ARCADI ESPADA

Ha hecho bien el nuevo alcalde de Ponferrada en pactar con ese grupo de concejales independientes que le han dado la alcaldía. Bueno, bien, entiéndase: no estoy al corriente de las vicisitudes de la política local, pero nada en ese grupo político parece contrario a los valores de la Constitución ni de la democracia ni de Ponferrada. Ciertamente, en ese grupo político, que obtuvo un notable apoyo de los electores, hay un particular, Ismael Álvarez, que hace 11 años tuvo una sentencia condenatoria a propósito de una historia, primero de amor y luego de odio, con la concejala Nevenka Fernández, historia que obtuvo una gran popularidad gracias a una novela comercializada con hechos reales de Juan José Millás. Este exconcejal fue condenado a pagar 14.160 euros, 12 de indemnización y el resto de multa. La sentencia no supuso su inhabilitación, ni siquiera temporal, de la política. En las municipales de 2011 Ismael Álvarez obtuvo cinco concejales encabezando la mencionada lista electoral.
Tengo la sospecha, ya lo he insinuado, de que Álvarez no se presentó a esas elecciones exigiendo la legalización del acoso sexual ni de ninguna otra medida vejatoria de la dignidad democrática. Se presentó con un programa perfectamente convencional. Un programa y un antecedente humano, que ya no penal. La turba se ha lanzado ahora de cabeza, exigiendo que sobre Ismael Álvarez y su grupo político se trace un cordón de seguridad que le impida participar en el mecanismo democrático habitual. La misma turba que calla cuando los mismos socialistas (o al menos del mismo partido) pactan en ayuntamientos e instituciones diversas con personas que tienen antecedentes humanos mucho más graves, porque, voy a decirlo y lo siento por ustedes, es más grave justificar (y hasta colaborar en) el asesinato de un hombre que acosar sexualmente a una mujer. La misma, incalificable turba silenciosa, que soportó que el socialista Jesús Eguiguren compatibilizara la máxima responsabilidad del partido en Guipúzcoa con una paliza a su mujer por la que fue condenado y olvidado en el mismo punto de los hechos y su sentencia. Esa turba que se pone tan campanuda cuando exige el derecho al olvido… en Internet.
La infame turba que decide el violento acoso de la ley cada vez que la ley no puede cumplir con sus oscilantes expectativas.
>Vea el videoblog de Carlos CuestaLa escopeta nacional. Hoy: De Ponferrada a Bárcenas.