Querido Gorka: entiendo que te haya disgustado mi columna ‘Contra el mainstream’. Es humano y comprensible que nos desagraden los espejos que nos devuelven una imagen escasamente favorecedora de nosotros mismos. Es cierto que nuestros caminos divergen (no difieren) desde hace tiempo. Me ha pasado con otras personas, pero eso nunca me ha hecho renunciar a los afectos cuando los hubo. Y entre nosotros hubo amistad y recuerdos muy difíciles de borrar. El de aquel 15 de mayo de 2001, cuando habían pasado 48 horas de las elecciones autonómicas que ganó Ibarretxe por tan poco y a ti te reventó entre las manos un paquete bomba disfrazado de revista que los terroristas te habían enviado a tu casa de Zarauz.

Tengo un recuerdo inolvidable de la visita que te hice al hospital donde empezabas a convalecer de tus heridas. Me ha ocurrido más veces; entre las víctimas de los terroristas hay una docena larga de personas a las que conozco y aprecio. Tú eras una de ellas y por eso te respondo a un tuit desafortunado a mi modo de ver. Incurres en una atribución de intenciones que me parece grosera y malintencionada. ¿Que te utilizo para mis propios intereses?¿Cuáles son estos, querido Gorka? Dime si hay un solo dato erróneo en esa columna, en la que por cierto no citaba tu nombre. Pese a que algunos de tus simpatizantes, faltos de comprensión lectora, lo han interpretado como un agravante, copiándose unos a otros la estupidez: “se me han revuelto las tripas cuando te cita sin nombrarte”.

Si no te nombré fue por dos razones: la primera, que no lo necesitaba: pretendía definir un concepto, no señalar a una persona. La segunda es que a esa persona le tengo aprecio, aun en nuestras discrepancias. Pero ya que tú no has tenido inconveniente en identificarte, permíteme que volvamos a la noche de autos, la del 12 de julio pasado. Se acaban de cerrar los colegios electorales y comenzaba una tertulia de la que tú formabas parte. Y recuerdo que en un momento dado del recuento tuviste una reacción airadísima ante el hecho de que Vox parecía haber sacado una parlamentaria en Alava. Mientras, EH Bildu, el brazo político de la autodisuelta ETA, sumaba 23 escaños. Finalmente se quedaron en 21. En aquel momento tuve que cambiar de cadena. Ninguno de ellos condenó aquel 13 de mayo el atentado del que fuiste víctima, ni cualquier otro atentado de la banda terrorista. En realidad no hablaba tanto de ti como de un estado de cosas que tiene pervertida la razón y la conciencia de gntes que no son cómplices voluntarias del mal, sino las buenas personas de las que hablaba Edmund Burke.

En fin, Gorka, te reitero que lamento haberte disgustado, pero lo que tú llamas “mis propios intereses” en el ejercicio de mi trabajo, no son otros que la búsqueda de la verdad. Te ofrezco que mantengamos un debate que me parece de mucho interés sobre esta cuestión en este mismo blog y te recomiendo que dejes de obsesionarte con mi dedo índice, cuando lo que señalo es la luna. Finalmente, te recuerdo aquella estrofa final del poema de Quevedo: “Señoras si aquesto propio/ os llegase a suceder,/ arrojar la cara importa,/ que el espejo no hay porqué”.