Adiós a la superioridad moral de la izquierda

ABC 06/10/13

Su falta de ideas y la connivencia con el nacionalismo socavan su credibilidad

Es la historia de una metáfora. Espacial. No se soñó trascendente en la anécdota que le dio origen; llegó a serlo por azar. Suele pasar. «Izquierda/derecha» facilitó las etiquetas en un tiempo confuso. Y su juego léxico se elevó a mito fundante. Imperó a lo largo de un siglo: el XIX. Se empantanó en el primer tercio del XX. Cayó vertiginosamente luego. Y, al final, quedó sólo en cascajo: palabra muerta que se repite para proteger impronunciables intereses. Yo intenté dar cuenta de su anacronismo, hace quince años, en un libro que llamaba a «pensar contra la izquierda y la derecha». Pocos quisieron oírlo entonces. Ahora es una evidencia.
La metáfora tiene fecha de nacimiento. Eso facilita la comprensión de sus lógicas. Versalles, 28 de agosto de 1789. La revolución había sucedido sólo mes y medio antes. Se sometía ese día a voto la supresión de la potestad real para ve-vetar decisiones de la Asamblea.lea. El recuento se efectúa a mano alzada. Se impone una trivial artesanía parapara el recuento: la presidencia ruega a los delegados que se repartan en dos bloques espacialmente distinguibles. A la derecha, los partidarios de mantener el privilegio real.. A la izquierda, los de abolirlo. e izquierda visualizan, en ese instante, los dos mundos que van a entrar en guerra.
Pero que nadie se equivoque. «Derecha/izquierda» no es la metáfora revolucionaria privilegiada. No aún. Es una más, entre las abundantes que dan imagen esquemática a un mundo todavía imprevisible. El quince de septiembre, cuando Mirabeau bromee sobre «las geografías de la Asamblea», el juego de metáforas espaciales es prolijo: permite a los atónitos protagonistas tantear a ciegas, reconocerse. O creer reconocerse. Plaine/Montagne, Droite/Gauche… «Llanura/Montaña», «Derecha/Izquierda»… Es un juego de pizarra casi infantil. Los arrastrará a todos. «He visto terminar y comenzar un mundo», escribirá Chateaubriand al final de su vida tan plena. Derecha e son la metáfora de ese «río de sangre» entre el mundo que se extingue y el que nace. Y, entre 1789 y 1793, acabará por ser sinónimo de

Disección de un muerto
Cómo de aquella primera investidura de la metáfora en el nacer de la sociedad burguesa haya podido izquierda pasar a dar consigna al movimiento obrero revolucionario en el siglo XIX, es una paradoja en la cual vemos el triple registro —alusivo, elusivo e iluso-orio— de lo imaginario en estado puro.o. Todos hemos vivido, en mayor o menornor medida, presos en la coartada quee el solapamiento de los tres planos teje. Procedamos ahora, cuando de laa me-metáfora queda sólo un polvo rancio,o, a diseccionarla. Aun cuando nada nosos aho-ahorre ya el remordimiento de haberber ope-operado tarde, el remordimiento dede saber que este esfuerzo no sirve paraara nada. No estamos haciendo análisisálisis ya. Sí, disección.disec Hablamos de un muertomuerto. Porque también las palabpalabras mueren. Aun cuanddo pueda hacerse trinchera con sus cadáveres: Las palabras: esa ppesada línea Maginot ddel pensamiento.
Alusión. Como procedimiento alualusivo, en izquierda frente a derecha resuenanre las mitologías del nuevo régimen que entierra al viejo: arquitectura jerárquica de la sociedad burguesa, conforme a una cuadrícula de simétricas contraposiciones. Ilustración frente a Tiniebla, Progreso frente a Reacción, Modernidad frente a Arcaísmo, Racionalidad frente a Irracionalismo, Laicidad frente a Religión…E lusión simultánea. Invocar un ilustrado racionalismo modernista es enmascarar los despotismos de Estado que le fueron sustanciales: el progreso es el modo incruento de designar ciclos económicos y políticos no siempre plácidos.
Ilusión. Como dispositivo ilusorio, izquierda es un engranaje verbal clave en la génesis de lo que Étienne de la Boétie llamó en el siglo XVI una «servidumbre voluntaria», una aceptación de lo peor como deseable religión de suplencia.
El inicio del siglo XX rompe esa ensoñación optimista, cuyo desmoronamiento Freud sitúa en la Gran Guerra. Es el «derrumbe de una ilusión»: la que cristalizara en luminosas fantasías de progreso histórico. Algo aprendimos de 1914, piensa Freud: que nuestros optimismos acaban siempre en desastre. Hablando en rigor, ahí muere la funcionalidad de la metáfora «izquierda». Aunque nunca haya sido más usada que a partir de entonces: pasa siempre, cuando las palabras agonizan por desgaste. Los dos totalitarismos de entreguerras se dijeron socialistas y progresistas, que son los dos pilares del mito «izquierda». Uno, el soviético, se afirmó internacionalista. El otro —en variedad italiana o alemana—, nacionalista. Pero socialistas ambos. Y basta leer las conversaciones de Hitler con Rauschning para constatar hasta qué punto el nacional-socialismo (o socialismo nacionalista) se consideró el heredero «realista» de la izquierda obrera.
«Izquierda y «derecha» fueron, después de la segunda guerra mundial, poco más que modos de ubicarse en el eje de coordenadas que fijó la guerra fría. Acabada, en 1989, la guerra fría, se extinguió esa última función. Sobrevivió la inercia léxica de los partidos socialistas. Al coste, eso sí, de depurar cualquier vieja resonancia izquierdista aun de sus programas, no digo ya de sus prácticas. Después de Thatcher, que hizo saltar en añicos todas las viejas mitologías sindicales, Tony Blair sabía que el laborismo sólo podría volver a gobernar en Gran Bretaña haciendo lo mismoo que Thatcher con un tono distin-stinto: liberalismo benévolo. En Francia, cuando Mitterand se inventó,ó, en 1971, el Partido Socialista, los últimosmos resi-residuos izquierdistas de su predecesoraedecesora SFIO (Sección Francesa de laa Interna-Internacional Obrera) fueron barridos.os. Y, llega-llegado al poder, nada distinguiríaa al presi-presidente Mitterrand de la derechaha conser-conservadora de cuyas filas él mismoo provenía. Nada esencial ha cambiado desde en-entonces. La antaño omnipotentente social-socialdemocracia del centro y norterte de Eu-Europa es un espectro que dada banda-bandazos frente a la firmeza dede Angela Merkel. En Italia, ni existe.iste.
Lo específico de la izquierda española es su anacronismo:cronismo: paradójica herenciaa franquis-franquista. Un partido socialistasocialista puesto en pie porr el depar-departamento de Estadoado norte-norteamericano habíaía de capitalizar en votos, bajo máscara de «izquierda», la herida de cuarenta años de dictadura. Tenía lógica en el final de los setenta: era preciso cortar el paso al único antifranquismo real, el de los comunistas. El anacronismo ha durado tres decenios. Permitió a los gobiernos de González practicar crimen y robo de Estado: GAL y Filesa. Eran «de izquierda», y esa legitimidad moral valía para perdonar cualquier cosa. La metáfora permitiría, años más tarde, delirar gratis a un puro incompetente como Zapatero, con retóricas que, fuera de aquí, ya ningún «socialista» utilizaba.
Hoy uno mira atrás. Todo es histriónico. ¡Cielo santo!, se dice. ¿Y en esta estupidez hemos vivido?

 

PREGUNTAS: 1-¿Tiene aún sentido hablar de izquierdas y de derechas?
2- ¿Por qué se parecen cada día más los programas de los gobiernos socialdemócratas y liberales?
3- ¿Son los nacionalistas de izquierdas o de derechas?
4- ¿Existe una tercera vía?

 

· JAVIER RUPÉREZ, EX EMBAJADOR EN EEUU
«La izquierda refugia su vacío en un relativismo radical»

1-Claramente sí. Sensibilidades e ideologías distinguen a los seres humanos en sectores diversos, que acreditan la variedad de la especie. La uniformidad y el pensamiento único son antinaturales y totalitarios. Derecha e izquierda reflejan bien el básico binomio en que se articula la percepción que las gentes tienen del mundo.

2- Porque la izquierda intuye que el mercado es la mejor manera de asignar recursos y la derecha comprende que sólo una economía «social» puede limar los posibles excesos del sistema. Pero no exageraría las semejanzas: para la izquierda, según el famoso dictum, «el dinero público no es de nadie» y lo derrocha con irresponsabilidad, mientras que la derecha suele verse obligada a reparar los desvaríos del gasto gauchista. Lo peor es cuando la derecha adopta medidas propias de la izquierda, como la subida de impuestos. O cuando la izquierda refugia su vacío ideológico en un relativismo radical. Los votantes acaban preguntándose quién es qué.

3- Son totalitarios de ambas inclinaciones. El nacionalismo no admite la diferencia o la disidencia y tiene siempre vocación de partido único, monolingüe y racista. Es la prueba más evidente de que la regresión no está excluida en el devenir humano.

4- Las terceras vías y sus proponentes siempre me han merecido una sospecha: la de ser oportunistas sin fiabilidad ni credo. Existen posibilidades de compromiso entre derecha e izquierda en el marco de la democracia liberal, y es conveniente buscarlas.

 

· JOSÉ MANUEL OTERO NOVAS , EX MINISTRO
«Hablar de izquierda y derecha tiene hoy muy poco sentido»

1- Muy poco entre los grandes partidos. Y ese poco, es distinto a lo que fue entre 1790 y 1990.

2- Porque los líderes políticos responden a las exigencias y necesidades de personas o intereses diversos que mueven a sus Gobiernos: los teléfonos de los banqueros, de Washington, de Berlín…, las demandas de poderes fácticos o lobbys, llaman o llegan a todo tipo de Gobiernos. Obama gana la Presidencia con un programa contrario al de Bush en intervenciones exteriores, por lo que le dan el Nobel de la Paz; a los pocos días de llegar al Poder viene a Europa a recoger el Premio y repite las tesis de la Administración Bush, que luego sigue aplicando, también en Guantánamo. De algún lugar, no del pueblo que vota cambio, salen esas líneas comunes. Y porque los Gobiernos pueden desviarse o contradecir impunemente sus promesas electorales.

3- Históricamente estaban en un derechismo predominantemente clerical; recordemos al piadoso Arana y los flirteos del PNV con los nazis en los 30; y que incluso Esquerra de Cataluña (Dencás) quiso pactar con Mussolini contra Franco. Hoy son de cualquier ideología, o de ninguna.

4- Hay más de una alternativa, pero no «entre» los grandes partidos. El «centro», tras la aprobación de la Constitución, prácticamente no tiene espacio; pero si lo tuviera, lanzaría al extremismo radical a los espacios políticos que lo rodean, como en la Segunda República.

 

· JUAN PABLO FUSI , HISTORIADOR
«Un radicalismo muy sectario sería rechazado en las urnas»

1- El problema es eficiencia económica, justicia social y libertad individual. Objetivos de este tipo se pueden hacer desde políticas conservadoras y desde posiciones socialdemócratas.

2- Tanto los partidos cristianodemócratas, liberal-conservadores como los socialdemócratas apelan al voto de grandes mayorías y tratan de gobernar para ellas. No gobiernan en nombre de unos pequeños sectores de la sociedad sino que buscan el voto del centro y una apoyatura social muy general. Reciben el mandato para gobernar sociedades muy plurales y complejas y un radicalismo muy sectario sería rechazado en las elecciones.

3- Hay de todo. Yo diría que la filosofía que está detrás del nacionalismo enfatiza la nación como objeto y sujeto de la política, la colectividad, la territorialidad, la cultura particularista y la etnicidad. El liberalismo y la democracia apuestan por los derechos sociales y los del individuo, así como por la pluralidad educativa en sociedades no excluyentes sino integradoras.

4- Tanto derechas como izquierdas hoy a su vez son coaliciones. En los partidos de la derecha hay sensibilidades distintas y en los de la izquierda, también. Cuando hablamos de bipolaridad política, de dos partidos, en realidad hablamos de muchas más opciones. La fragmentación no sería buena, como en Argentina, donde ya no sabemos de qué sistema de partidos hablamos pues hay toda clase de combinatorias pues hay toda clase de combinatorias.

 

· CESAR MOLINAS, ECONOMISTA
«La izquierda apuesta por la desigualdad a escala mundial»

1- Sí que tiene sentido, pero en un mundo globalizado no es el mismo que en un mundo compartimentado. En este último la izquierda apostaba por una sociedad más igualitaria (Getafe versus La Moraleja) y la derecha por mantener las desigualdades, todo ello a escala nacional. En mundo globalizado la izquierda apuesta por mantener las desigualdades a escala planetaria (Getafe versus Nairobi) mientras que la derecha apuesta por reducirlas. Jamás existió el internacionalismo proletario.

2- En los países en los que existen partidos liberales (básicamente los anglosajones) y partidos socialistas, los programas no se parecen. En Europa continental hay partidos conservadores no liberales, que se caracterizan por defender unos principios claros y enraizados en la historia, y partidos socialistas. Ahí los programas se parecen más, aunque el desconcierto socialista sobre su razón de ser es mucho mayor que el de los conservadores. En España el partido de derechas no es ni liberal ni conservador y el partido socialista aventaja en desconcierto a sus homólogos europeos. Ni la izquierda ni la derecha tienen, propiamente hablando, programa. El último gobierno socialista y el actual popular han gobernado a golpe de ocurrencia. Los resultados se parecen mucho.

3- Hay nacionalistas de izquierda (Bildu) y nacionalistas de derecha (PNV). En Cataluña no me atrevo a clasificar.

4- Las terceras vías están tomando forma como movimientos populares y de opinión. No tienen vocación parlamentaria.

 

· AURELIO ARTETA, FILOSOFO
«Es una confusión equiparar progresismo y nacionalismo»

1- Por supuesto. Son categorías simplificadoras, sí, pero nos orientan cuando toca emitir juicios políticos. Que una persona o una medida sea de derechas significa que sitúa la libertad individual como valor supremo, por encima de la justicia; es decir, que consagra una libertad desentendida del bien común, la de unos pocos. Ser de izquierdas significa querer sobre todo la igualdad o una libertad igual para todos. Para los unos el Estado es sólo una garantía de su seguridad privada; para los otros, el instrumento para instaurar la justicia en una sociedad de egoístas. Quien sostenga que esa dicotomía ya no sirve suele ser de derechas.

2- Porque en la lucha electoral ambos compiten por obtener la mayoría de votos o revalidarla. Y esa mayoría se encuentra aproximadamente en el centro ideológico de los electores. A los dos, pues, les conviene «limar» los puntos más extremosos de sus programas..

3- Evidentemente de derechas, aunque muchos de ellos se crean de izquierdas. Pero la confusión más peligrosa es la que ha cometido durante decenios nuestra sociedad, y sus partidos, al equiparar nacionalismo y progresismo democrático. Nacionalismo y democracia son conceptos antitéticos, porque el nacionalismo subordina la ciudadanía universal a una identidad particular a menudo inventada. Nacionalismo y progresismo son también contrarios, porque el primero antepone su nación a todo y pretende reparar una imaginaria injusticia cometida con su pueblo.

4- Esa dicotomía no deja lugar para otra vía.

 

· EDURNE URIARTE, CATEDRÁTICA CIENCIA POLÍTICA
«La alternativa a izquierda y derecha suele ser populista»

1- Sí, mantiene todo el sentido porque esta dicotomía sigue explicando una buena parte del comportamiento político y electoral. La identidad política se construye sobre todo alrededor de ese eje. Otra cosa es su significado. Creo que la mejor definición sigue siendo la de Norberto Bobbio sobre la izquierda que prima la igualdad y la derecha que prima la libertad.

2- Por dos razones, la primera, porque los dos grandes partidos gobernantes en una buena parte de las democracias avanzadas se sitúan ideológicamente cerca del centro, en el centro izquierda y en el centro derecha, y no tienen diferencias radicales, y, la segunda, porque la gestión de un Estado viable que evite los grandes conflictos sociales limita el margen de las políticas posibles.

3- Hay nacionalismos de izquierdas y de derechas, como podemos ver en nuestro país. La ideología nacionalista, basada en la creencia en una nación étnica como sujeto de los derechos políticos, no es en sí misma ni de izquierdas ni de derechas sino que se combina en cada partido o movimiento con la izquierda o con la derecha.

4- La pretensión de alternativas que superen la diferencia entre izquierda y derecha suele corresponder en general a líderes y movimientos populistas que utilizan esta estrategia como crítica a los partidos tradicionales gobernantes y como mensaje engañoso de que es posible una política sin conflicto ideológico. Pero la política consiste en hacer opciones ideológicas.

 

· JAVIER DÍAZ-GIMÉNEZ, ECONOMISTA
«Ya no vale hablar de izquierda solidaria y derecha insolidaria»

1- No en el sentido clásico de la palabra, pero sí en el sentido de los valores, en el plano emocional. Se podría decir que históricamente ser de izquierdas se considera a las personas que por principios son solidarias y aprecian más al individuo, mientras que las de derechas serían el polo opuesto. Eso hoy no tiene sentido. Ser de izquierdas o de derechas se relaciona más con los valores, con la manera del individuo de contribuir al sector público.

2- Hay una razón sobre todo técnica. Los economistas lo explicamos con la paradoja de Hotelling (un estadístico americano que en 1929 formuló una teoría sobre dónde situarán sus establecimientos dos competidores que responde a esa misma lógica de que la estabilidad está en el centro). Hoy día, cuando todos los partidos es obvio que se «pelean» por el centro, necesariamente los programas de unos y otros se tienen que parecer.

3- Los nacionalistas se han buscado el otro truco electoral que consiste en apelar a la parte más emocional y racional de las personas, es un sentimiento grupal. Es irrelevante, se vuelve secundario la orientación y domina la pertenencia a un grupo en contra de los demás.

4- Creo que no. Uno puedo elegir pasarse de insolidario o de generoso. La duda es por qué puedo equivocarme en mi elección. Otra cosa distinta es la eficacia de la función pública, que no es un asunto de izquierdas o derechas. Si es eficaz o no es la parte del centro. La respuesta por tanto es no, pero con matices.

 

· JOSÉ RAMÓN PIN, PROFESOR DEL IESE
«El centro bien entendido es el de la democracia cristiana»

1- En realidad en la práctica de materia económica no hay diferencias fundamentales entre izquierda moderada y derecha centrada, las dos únicas alternativas posibles en estos momentos en una Europa unida. Pero en la Unión Europea todavía menos dado que lo que domina es un eurocracia que tiene la misma formación sea el color que sea. En otros temas como educación y valores si hay diferencias, pero en Europa cada vez importa menos porque las decisiones se rigen por razones económicas.

2- Porque todos los expertos de un bando y otro han estudiado con el mismo modelo y porque las «leyes de mercado» de una economía capitalista obligan a tomar medidas similares a unos y otros. Además en un mundo globalizado esas leyes son inexorables y condicionan toda la política económica.

3- Los nacionalistas, cuando son radicales no son ni de izquierdas ni de derechas, son obsesivos con su meta. Su comportamiento proviene de un complejo colectivo que intentan ocultar con el desprecio a los demás, el encierro en sus cuarteles y echar la culpa a otros de sus errores.

4- El centro bien entendido es la «economía social de mercado» desarrollada por la Democracia Cristiana alemana después de la Segunda Guerra Mundial y asimilada por su Socialdemocracia más tarde. Además, esta concepción económica está basada en valores morales de integridad, respeto a los demás y defensa de la libertad individual.

 

· FLORENTINO PORTERO, PROFESOR DE HISTORIA
«Los gobiernos están presos del inviable estado del bienestar»

1- El nacionalismo es una ideología en sí misma que difícilmente puede desarrollarse en un ámbito democrático. A la hora de gestionar, el nacionalista defenderá una

2- Los partidos políticos de izquierda y derecha que hemos conocido desde la II Guerra Mundial están sufriendo una seria erosión en estos últimos años al tiempo que surgen formaciones que captan votantes de ambos sectores. Vivimos un momento de aceleración del cambio, pero desconocemos la meta. En España la radicalización política que sufrimos implica una reivindicación de esos conceptos.

3- Porque están presos del acervo del último medio siglo: mantener en pie un estado de bienestar inviable en términos económicos y apostar por un proceso de integración europea atrapado en la indefinición. política socialista o liberal-conservadora para resolver los mil problemas de la vida en comunidad para los que el nacionalismo, que habita en el mundo de los sentimientos y prejuicios, carece de respuestas.

4- Ni derecha ni izquierda son ideologías. Cada época desarrolla sus programas políticos en función de sus propias circunstancias. El futuro del estado de bienestar, identidad nacional y políticas migratorias, multiculturalismo, construcción europea, libertad individual y compromiso social… serán las grandes cuestiones que vertebrarán los programas políticos del futuro a los que, llegado el momento, etiquetaremos de una u otra forma. Mi impresión es que vamos a un sistema de partidos más plural.

 

· JOSÉ ÁNGEL GONZÁLEZ SAINZ, ESCRITOR
«Una tercera vía sería la que marginase lo peor de las otras»

1- Más sentido tienen otras dicotomías. Por ejemplo: especuladores y productores de riqueza real; corruptos y malversadores y no corruptos; propugnadores del bien común y propugnadores del trastorno común en el que, si no lo remediamos, parece que estamos instalados; ciudadanos constitucionalistas y nacionalistas identitarios; vigilantes y profundizadores de la democracia y banalizadores y desestabilizadores de la misma.

2- Cuando la economía de un Estado como España debe pagar una suma equivalente a su Producto Interior Bruto a la especulación mundial (en la que también se incluyen ciudadanos del mismo), queda un margen reducido de acción. Si encima ese margen se utiliza para cobijar corrupción y una política pendenciera y obtusa entre partidos corruptos y obtusos y, además, la serpiente desestabilizadora y ventajista de sus nacionalismos lo enreda todo, el abismo está ahí al lado.

3- Se llamen de derechas o de izquierdas, qué más da. Son comulgantes con una pócima desestabilizadora de la democracia de evidentes sugestiones y perspectivas totalizadoras y liberticidas. En España se ha gastado una incalculable cantidad de dinero y de tiempo individual y colectivo en promover las perspectivas nacionalistas en perjucio de lo común.

4- Habrá siempre criterios distintos, tradicionalemente adscribibles a las tradiciones de derechas o de izquierdas. Pero una tercera vía, una tercera España, sería la que se desentendiese y marginase al cafrerío de las otras dos.

 

SER DE IZQUIERDAS, SEGÚN RAMÓN JAUREGI
«Un impulso humano por la justicia social»

Decía Weber que la Biblia tenía la maldita costumbre de ponerse al lado de los pobres. Mucho más tarde, nuestro contemporáneo Norberto Bobbio decía que la estrella polar de la izquierda es la igualdad. Bien parece que el Papa Francisco, al negar la derecha y defender la izquierda política, está haciendo compatible «la maldita costumbre de la Biblia de ponerse al lado de los pobres con la estrella polar de la izquierda, que es la igualdad». Justamente conmemoramos ahora los 150 años de la fundación de los primeros partidos socialdemócratas y al hacerlo reivindicamos los grandes logros de nuestras luchas por la libertad, la democracia, la paz y la justicia, la igualdad, los derechos sociales y el Estado del Bienestar. Eso ha sido y eso es la izquierda. Hoy, en plena globalización económica en la revolución tecnológica y social del Siglo XXI, ¿Qué es la izquierda?

1- Yo diría que sigue siendo un impulso humano por la justicia social, por la igualdad de las personas y de sus oportunidades, y por la dignidad en sus condiciones de vida. Un impulso que a lo largo de todos estos años ha ido adquiriendo la forma de un proyecto político ideológico con unos perfiles y unas definiciones que lo hacen universal: la democracia como la base de las libertades y del derecho; el Estado del Bienestar como el edificio social de nuestra convivencia; Europa y la gobernanza democrática del mundo como ideal supranacional; la paz como condición necesaria de vida; la solidaridad como actitud colectiva ante los demás y tantos otros.

2- Izquierda es también laicidad. Laicidad incluyente que acepta el hecho religioso y la libertad de conciencia, pero que reclama para la soberanía popular el establecimiento de la moral cívica pública.

3- Izquierda son derechos humanos para todos, para siempre y en todo el mundo.

4- balización, Izquierda es gobernar democratizar el mundo, la democracia la política los mercados y someter y la a economía.

5- Izquierda es Estado, fiscalidad progresiva, cohesión social, regulación pública de los mercados y sometimiento al bien común de la economía.

6- Izquierda es tolerancia y respeto al diferente.

7- Izquierda es ecología, lucha contra el cambio climático y compromiso con el futuro sostenible del planeta.

8- Izquierda es igualdad de mujeres y de hombres.

9- Izquierda es una actitud vital por la educación y la ilustración, por el saber, por la ciencia, por la cultura en su más amplia expresión.

10 Izquierda es crear, innovar, mejorar las cosas y poner el progreso tecnológico y humano al servicio de la humanidad con igualdad de oportunidades para todos.

 

SER DE DERECHAS, SEGÚN ESTEBAN GONZÁLEZ PONS
«Situarse en el centro, aceptar otras razones»

El Papa no es de derechas. Ni de izquierdas. No es un político. Ni los católicos son todos de derechas ni al revés. Ser de derechas es:

1- Situarse en el centro, aceptar que cada uno tiene su parte de razón, su porción de verdad política. La izquierda no es de centro porque siempre parece poseída por certezas incontestables.

2- Creer que la Historia está protagonizada por personas, dueñas de su destino, no por grupos o clases sociales. Y que las personas y sus familias son, por tanto, las destinatarias de la política.

3- Sostener que la libertad individual y los derechos fundamentales constituyen el núcleo del contrato social. La condición innegociable para convivir.

4- Defender la igualdad de oportunidades con uñas y dientes. Sólo hay verdadera libertad donde todos tienen las mismas posibilidades de desarrollarse y crecer. Y apostar por la educación obligatoria y de calidad. Y eliminar toda discriminación por sexo, raza u origen social.

5- Mantener que la dignidad de cada ser humano exige secundar un sistema público y sostenible de pensiones, para tranquilidad de nuestros mayores. Y atención sanitaria universal, porque no hay enfermedades sino enfermos. Y también cobertura social suficiente para los que más ayuda necesitan. 6Apostar por la democraciamocracia como único medio legítimotimo de alcan-alcanzar y ejercer el poderer público. De-Democracia como el panan nuestro de cada día. Democraciaia de consen-consensos y no de mayoríass y minorías. Y rechazar las revolucionesciones por-porque, quien llega al poderoder por el terror, gobierna por el terror.

7- Promover valoress y prin-principios como el esfuerzo,uerzo, la austeridad, la superaciónión personal, que la tradiciónón nos ha enseñado que fortalecen talecen a las naciones y los pueblos. ueblos. 8 Considerar que la libre ini-iniciativa económica yy el mer-mercado libre, la competenciaencia lim-limpia sin intromisiones deldel poder público, crean riquezaza y favore-favorecen la prosperidad. Y condenar, al mismo tiempo, laa explotación de trabajadores, la falta de condi-condiciones laborales mínimasimas o impues-impuestas. La globalizaciónn es un hecho que hay que afrontar,r, no una teoría.

9- No conformarse. Nii con ell autoritarismo, ni con la pobreza, ni con el crimen, ni con el paro. Sentirse siempre interpelado por la cruda realidad y dar respuestas pragmáticas, pero responder. Ser reformista sin descanso.

10- Hacer patria de la Constitución. De la reconciliación entre españoles. De la España plural pero unida, contraria a las rupturas. Estar convencido de que el futuro será mejor juntos. Que somos más fuertes juntos, los españoles de derechas y de izquierdas juntos.