Juan Carlos Girauta-ABC
En su ocaso político, Torra será agasajado, honrado, cantado si hace falta por Sánchez
Nuevo capítulo en la tragicomedia catalana: las dos patas del secesionismo se buscan la espinilla. De repente, el calendario de los presupuestos, de aquí y de allá, lo es todo. Si Sánchez no logra aprobar los nacionales, el experimento social-comunista habrá sido un fiasco rápido. Si lo logra, el fiasco será lento; es muy capaz de estirarlos tres años.
Una repetición electoral rápida tiene enormes ventajas: en primer lugar, nos da la posibilidad de echar del gobierno de España a una serie de deudores de la narcotiranía venezolana. Pero, sobre todo, y esto es fascinante, permitirá medir la conducta del votante socialista de forma matemática, con variables geográficas, sociográficas, por distritos… Al sanchista de a pie le prometen reformar el Código Penal para introducir el delito de referéndum ilegal; al poco, sabe que en realidad la reforma le reducirá la pena a los sediciosos.
Yo tengo un interés personal, un interés muy especial, sociológico y moral, por saber si a ese ejemplar del paisanaje español le molesta o le trae al pairo ese cambiazo. Quiero saber, con la curiosidad desinteresada del político fugaz y retirado -lo contrario de Ábalos, pues yo no llegué para quedarme sino para marcharme-, si existen casi 7 millones de españoles que acompañan a Sánchez en el insomnio por la perspectiva de gobernar con Podemos… y también en el plácido sueño cuando se acurruca en la piltra con Iglesias. Tú cállate, que es un tropo.
Sin embargo, que esa multitud complaciente o pétrea exista no significa que el PSOE vuelva a ganar las elecciones. Más bien las perderá, a poco que los abstencionistas comprendan que en democracia nunca te abstienes, y que, cuando crees hacerlo, votas peor que nunca. Por no mencionar los beneficios que puede aporta la experiencia a quienes se negaron (nos negamos) a formar coalición con el PP el año pasado. Por cierto, un saludo desde aquí a los compañeros del metal que todavía compran la superioridad moral de la izquierda. Que Dios os conserve la vista.
Pues nada, que todas estas cosas las vamos a poder comprobar en cuanto Torra haga su trabajo: solapar precampaña y campaña de las catalanas con la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, de modo que a la Esquerra le resulte imposible apoyarlos, y aun negociarlos, si no quiere concurrir como botifler a unos comicios autonómicos que debían procurarle su tripartito con el PSC y Podemos.
Parece cosa de magia que todo esto haya sucedido gracias a la obsesión de Convergencia (no te escondas) con el lazo amarillo. De ahí viene la inhabilitación del personaje que sigue haciéndose pasar por presidente de la Generalidad. Quins collons! -exclamó el rústico cuando Sánchez se negaba a ponerse al teléfono-. Paradójicamente, en su ocaso político Torra será agasajado, honrado, cantado si hace falta por Sánchez, cuyo principal interés ahora mismo estriba en evitar aquel solapamiento de agendas.