Agbar lima su perfil catalán para copar el millonario negocio del agua en España

EL CONFIDENCIAL 09/05/14

Pasito a pasito, el gigante Agbar (Aguas de Barcelona) va mudando de camisa social sin llamar la atención. En los últimos meses, la compañía presidida y dirigida por Angel Simón ha ido limando su perfil catalán para consolidar su expansión por el resto del territorio nacional. Aunque su famosa sede corporativa, el rascacielos ideado por Jean Nouvel, se levanta en el número 211 de la Avenida Diagonal de la Ciudad Condal, la compañía ha ido domiciliando en Madrid distintas filiales agrupadas bajo las cabeceras Aquadom y Aqualogy, en las que agrupa los negocios ajenos al mercado catalán, según consta en la información del registro mercantil. 

Según fuentes del sector, el suave cambio de rumbo obedece a consideraciones estratégicas para consolidar aún más su rol de operador nacional, aunque todo se remonta unos años atrás (finales de 2009), cuando la francesa Suez llegó al 75% de Hisusa, instrumental que controla el 99,5% de Agbar. En esa fechas, el socio histórico de referencia, La Caixa, decidió renunciar al control de la compañía, donde mandaba pese a ser minoritario, para quedarse con el negocio sanitario de Adeslas, que con el tiempo (principios de 2011) terminó vendiendo a un tercero, en este caso a Mutua Madrileña. Fue el principio del cambio silencioso que ahora aflora.

Sin el tejido de relaciones cruzadas que le suponía la presencia de la gran caja catalana, los franceses de Suez tardaron poco en mover fichas. La primera en caer fue la del presidente Jordi Mercader, a la sazón hombre de La Caixa, donde era segundo vicepresidente, que a los seis meses fue recolocado en Adeslas hasta que fue vendida. A partir de ese momento, todo el poder ejecutivo quedó en manos de Angel Simón, a quien desde París se ha ido reconociendo y promocionando dentro del grupo, hasta nombrarle incluso hace ahora un año nuevo director general adjunto de Suez Environnement, responsable de la actividad agua en Europa.

El apoyo total francés a la figura de Simón ha permitido que la compañía pudiera implementar esa transformación paulatina de Agbar, que a pesar de tener la sede social en Barcelona, ha ido concentrando en Madrid muchos nuevos negocios del grupo. Una las excepciones a esta situación afecta a la sociedad publico/privada Aguas de Barcelona Empresa del Ciclo Integral del Agua, donde es socio de referencia (85%) y a través de la cual presta servicio a 23 municipios del Área Metropolitana de Barcelona, que por razones obvias está domiciliada en la capital catalana desde finales de 2012, fecha en que se concedió (regularizó) esta concesión.

Este gran contrato, por el que presta el servicio de distribución del agua y por otro el saneamiento y su reutilización, representa un negocio de casi 10.000 millones de euros en un plazo de 35 años, es decir, cerca del 15% del negocio anual de Agbar. Sin embargo, el otro gran contrato catalán en liza, el de la privatización de Aguas del Ter-Llobregat (ATLL), cayó en manos de Acciona, una adjudicación sorprendente que derivó en una bronca judicial contra la Generalitat por parte de Agbar que todavía está pendiente de resolverse pese al primer fallo del TSJC. Fue entonces cuando Simón fue consciente de que la etiqueta de ‘local’ tampoco era una ventaja.

Para salir al resto del mercado nacional (está presente en doce comunidades), Agbar suele competir con operadores como las constructoras FCC, Acciona, Ferrovial o ACS bajo la marca Aquadom, cuya filial operativa Aquadom Conceciones Ibérica está ya domiciliada en Madrid. En otras ocasiones, como acaba de ocurrir, la compañía catalana se presenta en consorcio, como acaba de hacer con OHL para llevarse la ampliación del Canal de Navarra. Sin embargo, la oportunidad que pudo apuntalar este cambio estratégico, como era participar en la privatización del madrileño Canal de Isabel II, ha quedado aparcada por la Comunidad de Madrid.

Mientras tanto, Agbar opera el resto de grandes divisiones bajo otras marcas, como ocurre con su millonaria concesión en Chile, que gestiona bajo la cabecera Aguas Andinas o el negocio que agrupa bajo Aquology, desde la que presta todo tipo de servicios para mejorar la gestión del agua, tanto dentro como fuera de España (está presente en 20 países). En este sentido, aunque la matriz está radicada en Barcelona, varias de sus filiales están ubicadas en Madrid, como ocurre con Aqualogy Servicios Integrales, que tiene previsto englobar depuración y laboratorios, o con Aqualogy Solutions, para el alquiler y mantenimiento del parque de contadores del AMB.

En este contexto, Agbar cerró hace unos meses la venta de su torre corporativa, erigida en gran símbolo de la compañía y en uno de los emblemas arquitectónicos de Barcelona, por 150 millones de euros al fondo Emin Capital, que pretende desarrollar un hotel de lujo bajo la enseña Hyatt. Esta operación provocará la escisión en dos de la nueva sede, una corporativa, relativamente pequeña en la zona alta de Barcelona, y otra funcional, emplazada en algún nuevo edificio, en otra zona de la ciudad. En esa reubicación, su sede operativa en Madrid, ubicada en el rascacielos Torre de Cristal, cuenta con opciones de acoger más peso. Y todo, sin hacer ruido.

La situación de tensión política generada en Cataluña por el deseo de CiU y ERC de llevar a cabo una consulta soberanista ha saltado también al mundo de los negocios. Mientras algunos empresarios locales abogan por una ‘tercera vía’, las grandes corporaciones de ámbito nacional o internacional con sede en esta comunidad han decidido cambiar de aires en favor de Madrid, como la embotelladora de Coca Cola, mientras que otros como Volkswagen, Planeta o  Procter & Gamble barajan esta posibilidad. Por su componente histórico y político, Agbar ha descartado una decisión de ese tipo, pero sí ha encontrado otras vías de limar su riesgo.