ABC 04/01/13
Cataluña ve sus cuatro provincias unidas por AVE mientras CIU exige que se paren las obras en otras autonomías.
En estudio En un momento de estrechez presupuestaria, Fomento cuestiona líneas aún por construir Las inversiones Antes que el soberanismo, en Cataluña se instalaron el dogma del déficit fiscal y el de las infraestructuras.
El próximo martes, un convoy del AVE atravesará Barcelona de extremo a extremo por el túnel subterráneo bajo el Ensanche, en la inauguración del enlace de Alta Velocidad entre la capital catalana y Gerona. La construcción de ese túnel, apenas cinco kilómetros de perforación, estuvo rodeada en su momento de una enorme polémica social y política, hasta el punto de que desde CiU y otros sectores nacionalistas se vendió casi como una imposición de Madrid. La posibilidad de que los trabajos de construcción, o ahora el paso de los convoyes, dañasen la estructura de la Sagrada Familia, cuyos cimientos se encuentran muy próximos, se vivió con un apasionamiento ahora afortunadamente apagado.
En este sentido, quienes anunciaban el apocalipsis en forma de derrumbe inminente permanecen ahora mudos, casi tanto como quienes, de manera perenne, levantan la bandera del agravio por la supuesta falta de inversiones del Estado en Cataluña y ahora ven cómo, con el dinero de ese mismo Estado, la comunidad ve enlazadas sus cuatro capitales de provincia mediante el AVE, la primera comunidad autónoma en conseguirlo.
Tuneladoras sin descanso
Por fortuna, en Barcelona y Gerona, y antes en Lérida y Tarragona, las tuneladoras de Fomento avanzaron sin descanso, y ahora con el territorio catalán ya cosido por el AVE y el enlace directo de la red española con Francia a pocos meses de estrenarse, ese mismo nacionalismo cuestiona con más intención que nunca el resto de proyectos, y de manera casi obsesiva, el enlace de Galicia con el centro de España y la conexión con Portugal por Extremadura, de las que denuncia su falta de rentabilidad.
En un momento de graves estrecheces presupuestarias, y con una parte importante del territorio español sin Alta Velocidad (los extremos oriental y occidental de Andalucía, por ejemplo), la amenaza de la ralentización de calendarios, cuando no directamente el cuestionamiento de los proyectos, es un hecho.
No es el caso de Cataluña. Es muy probable que el hito que supone en el mapa de sus infraestructuras unir sus cuatro capitales no sirva para el propósito de convencer a ningún independentista, pero el Gobierno tiene claro que, ante la deriva soberanista en esa comunidad, la mejor respuesta son los hechos. Y una inversión de más de 4.000 millones de euros —que es lo que ha costado la línea AVE entre Barcelona y Gerona— es un hecho inapelable.
El próximo martes acompañarán al Príncipe Felipe en la inauguración del enlace el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la ministra de Fomento, Ana Pastor, quienes se encontrarán, por primera vez tras las elecciones del 25-N, con el reelegido presidente de la Generalitat, Artur Mas. Curiosamente, la última gran inauguración de una infraestructura en Cataluña, la súper terminal de contenedores del Puerto de Barcelona, coincidió con otro momento tenso de las relaciones entre Cataluña y el resto de España, pocas semanas después de haberse celebrado la Diada y con CiU arrojada ya definitivamente al barrranco soberanista. Si el martes Artur Mas coincidirá con Don Felipe, en el Puerto lo hizo con Su Majestad el Rey. Las infraestructuras, pues, como termómetro.
Antes de abrazar el independentismo, en Cataluña se propagó la idea del déficit fiscal, que a su vez precedía a otro dogma en esta comunidad, el del déficit de infraestructuras, alimentado, debe reconocerse, por años de experiencia desastrosa en Cercanías. No es el caso del AVE, que ahora, con inversión del Estado, vertebra a Alta Velocidad una comunidad que dice querer irse de España.
ABC 04/01/13