JUAN CARLOS GIRAUTA-EL DEBATE
  • Llaman a las presas «barreras en los ríos». Siempre el lenguaje. El discurso de los expertos, salidos de universidades escoradas al ‘wokismo’ también en las materias científico-técnicas, rezuma animismo
Ha tenido que regresar la escasez de agua para que el público se pregunte por qué España se ha dedicado en los últimos años a demoler presas como si no hubiera un mañana. De inmediato, las agencias de verificación, nuevos emisores de dogmas que establecen lo verdadero y lo falso, han corrido a desmentir la contribución a la sequía de la afición demoledora. Bien está que busquen cobertura fáctica a su verdad en la era del relativismo cognitivo. Cosa distinta es que los verificadores sean de fiar. Porque a menudo su palabra última e indiscutible es del todo discutible o abiertamente falsa. Y siempre ideológicamente sesgada. Los historiadores saben que se pueden contar grandes mentiras utilizando solo hechos ciertos; todo depende de su selección. Yo escojo los siguientes para no engañarme:
El hecho es que la historia de España está determinada por la escasez de agua. El hecho es que ahora mismo falta agua. El hecho es que Barcelona no tendría problemas de abastecimiento si Zapatero no se hubiera cargado el Plan Hidrológico Nacional de Aznar. El hecho es que se prefirió ceder a las presiones de unas comunidades autónomas empeñadas en legislar sobre los tramos de los ríos que caen dentro de su territorio, ignorando el interés común. El hecho es que ahora hay que llevar a Cataluña barcos de agua desalada en Valencia, después de que tanta agua de río haya ido a parar al mar.
Llaman a las presas «barreras en los ríos». Siempre el lenguaje. El discurso de los expertos, salidos de universidades escoradas al wokismo también en las materias científico-técnicas, rezuma animismo. El río es un ser vivo que debe «fluir libremente». Eso tiene más de poesía –metáforas, prosopopeyas– y de filosofía presocrática malentendida que de ingeniería, cálculo, previsiones. Hacen hincapié en el problema que suponen las «barreras» para las especies fluviales. ¿Y el hombre qué? El hombre es secundario en la cultura hegemónica, desalmados especistas. RTVE cita a un profesor de Derecho muy preocupado porque, con las presas, los ríos «dejen de ser ríos». Pobres. Bien, el ser humano lleva miles de años sometiendo a la naturaleza, ordenándola, racionalizándola, aprovechándola, roturando campos, guardando agua. Se llama civilización. La escritura nació para controlar la cantidad de grano en los silos de Mesopotamia.
La organización World Fish Migration valora muy positivamente que en 2021 España liderara la demolición de presas (en su lenguaje, «eliminación de obstáculos»). Pero ya viene en el fish que los obstáculos se los retiran al pez, su verdadera preocupación. También al río en sí, clásica divinidad de todo animismo. El profesor de Derecho escogido por RTVE para formar opinión en materia hídrica no cita a científicos sino a Unamuno: «Los ríos son el alma del paisaje». Eso sí, los nuevos animistas reconocen que la demolición de presas no cuenta con el acuerdo de las poblaciones afectadas. Pero ellos no piensan en el hombre sino en el pez. Y en el paisaje, salvo cuando lo llenan de molinos.