ANTONIO BASAGOITI, EL CORREO 12/05/2013
· Los motivos personales de mi marcha y el escenario político me hacen respaldar con más ahínco a mis compañeros que quedan al frente del PP del País Vasco.
Esta semana se ha hecho pública mi decisión de dejar la actividad política. Los medios de comunicación han informado de una decisión que había sopesado en alguna otra ocasión y que, de manera definitiva, tomé hace unos meses. Ahora me corresponde apoyar a los compañeros de partido que siguen desempeñando sus tareas públicas y defendiendo un proyecto que es bueno para esta parte de España. Me toca también despedirme de la ciudadanía que he representado primero en Bilbao y, posteriormente, en el conjunto del País Vasco.
Quiero que conozcan que esta decisión de poner fin a mi trayectoria política se basa en motivos personales y familiares. Llevo 18 años en la responsabilidad de servicio público, toda una mayoría de edad. Como concejal del Ayuntamiento de Bilbao, un breve periodo de director general en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, y estos últimos cuatro años como parlamentario vasco. Asumiendo también responsabilidades de partido. Cuatro años presidente del Partido Popular en Bizkaia y otros cinco del País Vasco.
Un tiempo amplio que creo debe llegar a su final. Tengo 43 años, casi la mitad entregados a la política, exceptuando un periodo compatibilizando el trabajo en una entidad financiera. He entendido que si continúo en política acabaré profesionalizándome en esta actividad, y pasaré a ser dependiente de unas listas electorales o de las delegaciones de los dirigentes institucionales de turno. Con esta reflexión, de ámbito muy personal, no pretendo cuestionar a quien decide dedicar toda su vida a la política.
Bastante mérito tienen exponiéndose a todo tipo de críticas por llevar a cabo su vocación e intentar solventar los problemas ciudadanos. Me refiero a la inmensa mayoría de los políticos honestos. Pero yo entiendo que debo intentar un camino que me enriquezca y me pueda aportar independencia personal. Y estoy convencido de que era el tiempo de hacerlo. O lo hago ahora o nunca. Con mayor edad sería imposible pretender emprender una labor privada.
Además, para los que no somos nacionalistas la política vasca es, y sobre todo ha sido, especialmente complicada. La amenaza directa de ETA, fundamentalmente, y en otro nivel el sectarismo contra los que nos consideramos vascos y españoles provocan un importante desgaste personal. Estando en política nunca me he encerrado y tampoco me he dedicado a lamentarme. He pateado todas las calles y plazas de Bilbao, y he dado la cara en todo tipo de ambientes y medios de comunicación del País Vasco.
Pero todo esto, con el compromiso y la entrega que yo entiendo que hay que poner, al final tiene un coste personal importante. Y el precio es que no sólo se expone el político, que siempre llevaré conmigo, si no que se expone a toda la familia. No sólo tengo que cargar con que en dos ocasiones las fuerzas de seguridad me informaran de los planes previstos para asesinarme, sino del enorme sufrimiento que ello conlleva entre los míos.
Tengo familia, una mujer y tres hijas que siempre han visto a su padre con escolta por culpa de una banda terrorista que le tenía en su punto de mira, y que no se merecen seguir creciendo pensando que un día pueden o podían haber perdido a su padre por culpa de esa amenaza. Y tampoco merecen algunas miradas de odio, ni los comentarios de esa minoría radical que nos rodea, ni escuchar gritos fanáticos cuando me acompañan por las calles de Bilbao. Yo elijo y asumo el coste que tiene representar al PP aquí. Ese es mi compromiso. Lo que no puedo es exponerlas a ellas a esa dinámica, no se lo merecen.
Llegados a este punto, el lector podría pensar que lo fundamental de esa parte de mi reflexión personal ya ha cambiado. Yo diría que está cambiando porque ETA ya no asesina, pero aún no ha desaparecido y todavía perdura mucho odio sembrado por ellos mismos. Y al contrario, ese fin de ETA también me anima a emprender otro camino, porque una de las motivaciones que me empujaron a entrar y a mantenerme en política fue que en el País Vasco y, especialmente, en Bilbao se pudiera vivir en paz y con libertad. Y eso hoy está mucho más cerca que cuando en 1995 comencé lo que ahora termina. Gracias también a ser uno más de los que les han plantado cara durante este tiempo.
Por todo ello mis motivos son personales o vitales. Soy consciente de que la política en toda España se ha convertido en una labor cuestionada, desagradecida y sospechosa. Por culpa de políticos que no han hecho lo que deben y también por una creciente demagogia de algunas posiciones extremas e interesadas. Pero estos hechos no son los que me hacen dar un paso atrás. Los años de dureza en los que he llorado y superado todo tipo de obstáculos en política me han hecho fuerte y puedo superar esas cuestiones o, en otro nivel, alguna mezquindad que se puedan dar en un momento concreto en un partido político.
Los motivos personales de mi marcha y el escenario político lo que me hacen es querer respaldar con más ahínco a mis compañeros que quedan al frente del Partido Popular del País Vasco. Tiene mérito dedicarse a la política en un momento tan crítico para esta actividad y dar la cara para defender las complicadas medidas que está teniendo que adoptar Rajoy para poder ganar a la crisis. Así lo he hecho yo en estos tiempos, y tiene mucho valor representar y defender al Partido Popular en un ámbito en el que se ha querido excluir y demonizar al conjunto de nuestra formación.
Ahora quiero ayudar y quiero no molestar. Siempre les apoyaré y les defenderé, porque sé el sacrificio que están haciendo por defender unas ideas. Pero me voy lejos a desarrollar mi próxima labor, a Latinoamérica, para no marcharme a medias, para no entorpecer nada. Y, también, para no tener tentaciones de volver a una vocación, dedicada a sobre todo a Bilbao y al País Vasco, que siempre llevaré conmigo en el corazón.
ANTONIO BASAGOITI, EL CORREO 12/05/2013