ABC-ISABEL SAN SEBASTIÁN

Para que el eslogan resultara creíble, Sánchez debería meter en cintura a Iceta y obligar a Chivite a cambiar de socios

AHORA que le pintan bastos en las últimas encuestas, Pedro Sánchez se acuerda de España y se envuelve en la bandera con un lema rimbombante: «Ahora Gobierno, ahora España». Es tan burda la estrategia de pesca en el caladero de Rivera, tan falso el patriotismo sobrevenido, tan evidentemente electoralista la maniobra, que produciría hilaridad si no estuviera en juego algo tan sagrado como la unidad nacional, seriamente amenazada por los mismos grupos en los que se aupó para escalar a La Moncloa.

Ahora que el separatismo «aprieta» hasta el punto de retomar la vía terrorista, jaleado y amparado por la máxima autoridad del Estado en Cataluña, el presidente del Gobierno en funciones ve las orejas al lobo y empieza a ponerse la venda en previsión de la pedrada que, según declaraciones del propio Torra, prepara la Generalitat en respuesta a la sentencia del Supremo. ¿Qué ha sido de ese «diálogo» de efectos milagrosos predicado desde el PSOE como solución taumatúrgica al «conflicto» cuando gobernaba Rajoy? Ahora ya no hay «diálogo» que valga, ni la palabra empleada para referirse al desafío independentista es «conflicto», sino que a su líder se le llena la boca de amenazas tan concretas como la aplicación del 155 en caso de que los golpistas vuelvan a las andadas. Lo cual sería digno de aplauso si tuviera alguna credibilidad, lo que a día de hoy no sucede.

Para que ese eslogan tan pistonudo resultara digno de crédito, el candidato del puño y la rosa tendría que empezar por meter en cintura al PSC y obligarlo a alinearse con el constitucionalismo, abandonando el pacto que mantiene con ERC en la Diputación de Barcelona, entre otras instituciones, y apoyando la moción de censura que presentarán Ciudadanos y el PP contra Joaquim Torra. ¿O acaso no considera reprobable la sarta de barbaridades proferidas por quien debería ser el primero en defender la legalidad y se rebela abiertamente contra ella? Atraído al redil Iceta, que hace pocos meses abogaba por indultar a los golpistas y se mostraba partidario de convocar un referéndum de autodeterminación de aquí a unos años, cuando la demografía catalana garantice un respaldo rotundo al «sí», Sánchez debería instar a su compañera María Chivite a cambiar «ipso facto» de socios en Navarra, a costa de dejar la poltrona si la aritmética parlamentaria local así lo exigiera. Porque resulta a todas luces incompatible pedir el voto en las generales en nombre de España cuando se gobierna Navarra abrazado al nacionalismo vasco y con el beneplácito de los herederos de ETA, a cambio de regalarles alcaldías como la de Huarte. ¿«Ahora España», señor presidente? Dígaselo a los navarros que formaron una candidatura de unidad en torno a Navarra Suma para salvaguardar la identidad de su tierra dentro de nuestra Nación y vieron cómo el PSN traicionaba a la comunidad foral pactando con quienes ansían fusionarla con la Euskadi sabiniana. O dígaselo a los ciudadanos de la Comunidad Valenciana o de las Baleares, que ya no pueden enviar a sus hijos a escuelas donde se les eduque en la lengua común porque el castellano ha sido laminado en la práctica de la vida pública por esos partidos títeres del separatismo catalán con los cuales el PSOE ha tejido sus alianzas.

«Ahora España» no cuela, señor Sánchez. No puede colar en un escenario autonómico donde el Partido Socialista ha fraguado pactos con toda clase de grupos y grupúsculos partidarios de trocearla, robándonos la soberanía al conjunto de los españoles. «Ahora Gobierno», falta nos hace. Y a ser posible, de otro color.