Luisa Etxenike, EL PAÍS, 30/8/11
¿A quién pertenecen las instituciones? ¿A quién deben dirigir su responsabilidad? Entiendo que a la sociedad o a la ciudadanía en su conjunto. Y que, por ello, quien asume la dirección de esas instituciones debe asumir también una forma de «transformación». Pasar de ser una persona individual a ser un cargo público significa sumarle a la ideología y programa propios el plus que lleva aparejado la función, un añadido de atención y respeto para con todos los ciudadanos de su «jurisdicción». Una persona y esa misma persona convertida en alcalde o diputado general, por ejemplo, no pueden o no deberían tener la misma perspectiva sobre la sociedad. El cargo lleva una carga de anchura en sí. El cargo obliga a sumarles a los principios y responsabilidades de las ideas propias los principios y responsabilidades de lo público y del interés general.
En este sentido, actuar como Martin Garitano y como diputado general de Gipuzkoa no debería ser (exactamente) lo mismo. Y creo que lo es. Confieso que al señor Garitano le veo poco el cargo. Le veo actuar poco en nombre del interés general, expresar poco los principios de lo público, dirigirse insuficientemente al conjunto de los guipuzcoanos o a Gipuzkoa en su conjunto. Le veo, por el contrario, dividir, distinguir, preferir estruendosa, escandalosamente a las familias de los presos frente a las víctimas de los terroristas. Las imágenes -recogidas por los medios de comunicación en sus recientes visitas a Vitoria o Loiola, por ejemplo-, las imágenes de saludo a las primeras contrastan brutalmente con la ausencia de gestos hacia las segundas. Le veo también jerarquizar estruendosa, escandalosamente a las víctimas de ETA por la geografía: las víctimas catalanas han sido «más que un error» ha afirmado y «debemos un respeto especial a las víctimas en Cataluña».
Le veo excluir de la exigencia del presente el dolor que el terrorismo ha causado y ponerlo a distancia -se trata, en su opinión, de un dolor ajeno- y poner además ese sufrimiento en duda o en equilibrio con el de los terroristas: «Habrá un día en que todos tengamos que reflexionar sobre lo que ha pasado y sobre el daño que se haya podido padecer y cometer, pero no estamos aún en ese tiempo; todavía estamos saliendo de este conflicto».
Como persona lamento que el señor Garitano considere que no ha llegado el momento de encarar la destrucción y el sufrimiento ocasionados por los terroristas, ni de asumir el alcance de las responsabilidades de quienes, como la izquierda abertzale, han tratado de un modo u otro de legitimar la primera y negar o despreciar lo segundo. Lamento que siga considerando a ese dolor ajeno y equiparando a las víctimas con sus verdugos. Pero, como ciudadana, considero inaceptable que posturas así se mantengan y se expresen desde un cargo público y escalofriante la perspectiva de un diputado general, con todos sus recursos y responsabilidades, de un diputado general ajeno al dolor.
Luisa Etxenike, EL PAÍS, 30/8/11