ABC-Luis Ventoso
«No habrá impunidad», dice Sánchez cuando ya la está habiendo
AL mediodía de ayer, exactamente cuando el ministro Marlaska aseguraba que «se puede visitar Barcelona con total normalidad», el emblemático templo de la Sagrada Familia cerraba sus puertas por temor al vandalismo separatista. ¿Dónde está la «normalidad»? Desde Bruselas, Sánchez advertía en tono solemne: «No habrá espacios para la impunidad». Lo hacía mientras la AP-7, arteria que une España y Francia, estaba cerrada en La Junquera, con colas de 30 kilómetros, porque un grupo de alegres CDR perfectamente impunes tuvieron a bien cortar el paso a miles de vehículos. En el Prat, 58 vuelos se quedaron en tierra. La Seat mandó a sus 3.500 empleados a casa. Uno de los supermercados Mercadona que decidieron abrir fue invadido por la turba y los piquetes forzaban el cierre de comercios. A partir de las cinco de la tarde comenzó la violencia desatada en Barcelona, con imágenes propias del Beirut de los malos tiempos, colofón de una «huelga política» que nuestra legalidad no admite. Las llamas subían al cielo tras las furgonetas de la Policía Nacional. Los radicales intentaron asaltar la Jefatura Superior y lanzaron bolas de acero a los agentes. ¿Dónde está la «normalidad», señor ministro? ¿Cuál es esa «impunidad» que usted no tolera, señor presidente, cuando la violencia lleva cinco días rampando impune? El mandatario que soporta Cataluña incluso cortó personalmente una autopista y no ha pasado nada. Por favor, al menos no nos mientan.
La imagen que transmite España desde el lunes es la de un país de riesgo, lo que pagaremos con mermas en el turismo, la inversión foránea y el prestigio internacional. Además Barcelona se está convirtiendo en imán para anarquistas antisistema de toda Europa y puede comenzar un peligroso efecto contagio (ayer ya hubo incidentes en el País Vasco). Se ha tolerado que una minoría de separatistas violentos, espoleada por el propio Torra, haya secuestrado la vida pública de una comunidad puntera. No ha habido previsión gubernamental ante un desafío anunciado. ¿Qué dice Sánchez mientras la guerrilla urbana destroza Barcelona? Pues que el Gobierno lo tiene todo previsto, pero que «la sociedad no entendería» que se tomasen ya medidas de emergencia (léase la Ley de Seguridad o el 155). Falso. Lo que la sociedad no entiende es que su Gobierno haga el avestruz mientras el orden público se hace añicos en la segunda ciudad de España.
Sánchez, maniobrero hasta el final, no olvida que dentro de 22 días hay elecciones. Está sopesando si intervenir en serio en Cataluña le puede aportar o restar votos. Probablemente en unos días tomará las medidas que hoy dilata y entonces se investirá en ropajes de patriota. Pero puede que el público haya despertado: se está desinflando en los sondeos.
Muchos españoles se sienten abandonados, muy en especial nuestros queridos compatriotas catalanes, y ayer, digamos la verdad, echamos de menos un gesto al respecto de nuestro magnífico Rey. A las nueve de la noche, mientras las calles seguían ardiendo, comparecía Marlaska para minimizar la huelga ilegal y las manifestaciones salvajes. Este es el No Gobierno que tenemos.