TONIA ETXARRI-EL CORREO

Pedro Sánchez no irá al Congreso. Por mucho que se lo exija la oposición o el sursum corda, que no está el ambiente para liturgias. Se ausentará del control parlamentario durante tres semanas, en plena crisis internacional desatada por Putin con Ucrania. Después de haber oído al jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, alertar de que «Europa está en peligro». Se trata de una cuestión de Estado. De esas a las que apela el presidente del Gobierno cuando reclama los apoyos de la oposición. Por eso Pablo Casado descolgó ayer el teléfono. Para hablar con el mismo presidente que, horas antes, había enlazado un vídeo en las redes en el que parecía intercambiar impresiones telefónicas con interlocutores de primer rango mundial pero que, desde luego, al otro lado de la línea ni estaban los representantes de la OTAN, por supuesto tampoco el presidente de EE UU, Joe Biden, y mucho menos el jefe de la oposición española.

Finalmente Sánchez y Casado hablaron ayer porque el líder del PP, cansado de la incomunicación que el presidente le había aplicado durante los últimos ocho meses, buscó al inquilino de La Moncloa. Ese gesto le correspondía al presidente. Pero no suele hacerlo. Ni siquiera con motivo de la polémica operación de evacuación de Afganistán quiso escuchar de primera mano el apoyo del primer partido de la oposición. Ayer, finalmente, sí. Pero después del intercambio de reproches, el dirigente del PP, que le transmitió su colaboración en el conflicto de Ucrania, no consiguió lo que pretendía: que Sánchez acuda al Congreso a dar explicaciones sobre nuestra posición frente a Rusia. Que abandone la opacidad por una vez.

Pero el presidente no tiene ninguna intención de rendir cuentas en sede parlamentaria hasta después de las elecciones de Castilla y León. No aparecerá en el Parlamento hasta el 16 de febrero. Echen cuentas. Estará ‘missing’ durante tres semanas. Un tiempo en el que el zar ruso puede seguir agitando el tablero internacional hasta retorcer aún más la crisis que él mismo está forzando. Pedro Sánchez podría buscar un día para comparecer ante el Congreso a petición propia. ¡Qué menos que utilizar el formato de su ministro Albares! Tendría que contar a sus señorías cuál es su posición más allá de los lemas del diálogo y diplomacia y la alineación con la OTAN. Teniendo en cuenta que el Gobierno de España tiene la excepcional condición en la Unión Europea de contar entre sus ministros con dirigentes comunistas antiatlantistas alineados con Rusia. Sánchez tiene más lealtad entre la oposición que dentro de su propio gabinete. Esta es una de las razones por las que el presidente de EE UU no se fía del Gobierno de España. Son asuntos internos que repercuten en la política internacional. Quizás es que Sánchez no tiene nada que decir.