Nacho Cardero-El Confidencial
- La situación arroja un puzle de 3.000 piezas que requerirá meses de negociaciones. Todo apunta a que se necesitarán, al menos, tres partidos para gobernar
Este Gobierno no se muestra muy ducho en el manejo de las expectativas. Es más de vender la piel del oso que de cazarlo. Le ha ocurrido con la recuperación económica, que no va a ser tan consistente como profetizaban, tal y como se desprende del tijeretazo del INE al PIB del segundo trimestre, y le puede volver a ocurrir con los pronósticos que hace Moncloa de la magra victoria del candidato socialdemócrata en las elecciones alemanas.
Cuando Sánchez se ufanaba de haber participado en la campaña de Scholz y auguraba que el tándem España-Alemania iba a ser el motor de una nueva concepción del progresismo, “que va a sentar muy bien a Europa”, confiado en la victoria del candidato de su familia ideológica, la del centro izquierda, que es la corriente preponderante en la actualidad en la política europea, debería haberse cuidado muy mucho de lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo.
Los resultados provisionales arrojan un puzle de 3.000 piezas que requerirá meses de negociaciones. Todo apunta a que se necesitarán, al menos, tres partidos para gobernar. Lo más normal es que el SPD, al que los sondeos dan ganador con un margen inferior al esperado, intente la coalición ‘semáforo’ (socialdemócratas-verdes-liberales). No es tan seguro, sin embargo, que Scholz vaya a ser el canciller, a pesar de que se opte por esta solución. Y si finalmente se alza con el poder, su situación tampoco será óptima, con un mandato débil y fuertemente condicionado por la dependencia de verdes y liberales.
Los socialdemócratas van a necesitar de los liberales para formar Ejecutivo. Lindner está pidiendo a gritos ser ministro de Finanzas
Los analistas no se han cansado de repetir que el candidato alemán que más convenía a España era Scholz, sobre todo a la hora de negociar la reforma de las políticas fiscales, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento en Europa, por su postura más laxa en estas materias que el resto de partidos que acudían a las urnas. Sin embargo, no son pocos los que auguran que, de cara al grueso de la población, se tendrá que mostrar más duro de lo que realmente es con los países del sur para contrarrestar su figura excesivamente moderada.
Para más inri, los socialdemócratas van a necesitar de los liberales para formar Ejecutivo. Lindner está pidiendo a gritos ser ministro de Finanzas. El liberal FDP habla de “reformar” el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para que haya un “endurecimiento de las sanciones para aquellos países que violan persistentemente los principios de la gestión del presupuesto público”. Ayer, con las encuestas a pie de urna, ya avisaron de que se sentían más cómodos con los conservadores de la CDU-CSU que con el SPD.
Si Scholz quiere contar con los liberales, deberá hacer grandes concesiones. No hay que descartar que pasemos de un Gobierno con Merkel de canciller y Scholz de ministro de Finanzas, como hasta ahora, a otro con Scholz de canciller y con el liberal Lindner ocupando Finanzas, lo que no sería una buena noticia para la economía española.
Ni Scholz, ni Laschet ni Baerbock. Los españoles a quien quieren es a Angela Merkel
A modo de anecdotario, cuatro reflexiones finales:
Una: el SPD va a desplazar a Sánchez en el escenario bruselense. Hasta fechas recientes, analistas y politólogos habían dedicado sesudos escritos a poner el último clavo al ataúd del socialismo europeo, debido a su progresiva pérdida de relevancia y a la obsolescencia de unos postulados incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos. Durante esta travesía del desierto, Sánchez brillaba con luz propia, pues podía presumir de ser el socialista que gobernaba el país más grande. Con la victoria (pírrica) de Scholz, el español pierde el título.
Dos: el descalabro conservador, con la posible salida de la todopoderosa CDU-CSU del Ejecutivo alemán, beneficia de carambola a Pablo Casado, que gana peso en Bruselas. El Partido Popular Europeo se ha quedado sin gobiernos entre las principales economías de la UE y ve en Casado, hasta hace poco un simple meritorio en la oposición, una nueva referencia por incomparecencia del resto y por los buenos vaticinios que le auguran los sondeos.
Tres: el ciclo político español casi siempre ha ido en el sentido inverso al alemán. Cuando allí gobernaba el conservador Kohl, aquí lo hacía Felipe González; luego Schröder-Aznar y Merkel-Zapatero. Quién sabe si los resultados de este domingo servirán de alfombra para Casado.
Cuatro: ni Scholz, ni Laschet ni Baerbock. Los españoles a quien quieren es a Angela Merkel. En una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Pew, Merkel consigue las mejores puntuaciones respecto a otros líderes mundiales. Más altas incluso que Emmanuel Macron y Joe Biden. El 86% de los españoles la apoya incondicionalmente, con una subida de 14 puntos en relación con el año anterior. Da igual quién sea el nuevo canciller. Lo que está meridianamente claro es que España siempre será de Merkel.