ABC-LUIS VENTOSO

Reconozcamos que a Sánchez el juego limpio le agrada poco

SI la democracia consiste en votar cada cuatro años, entonces los autócratas que mangonean Rusia y Turquía son unos perfectos demócratas. Pero para hablar de un sistema reglado de libertades y derechos se requiere mucho más. Hace falta transparencia, que al público se le permita saber qué hacen los gobernantes y cómo se gastan el dinero de todos. Es menester respetar los derechos de la oposición, la competencia abierta y justa entre partidos. Se requiere un universo mediático plural, en el que las televisiones y radios estatales –si es que existe tal anacronismo– mantengan una cierta neutralidad. Se han de observar también las prácticas consuetudinarias no escritas que oxigenan las democracias (como era en España el gobierno de la lista más votada, o en otros países el no pasar de dos mandatos). Por último, es obvio que la mentira y la corrupción resultan inadmisibles. Pueden surgir, porque los humanos somos falibles, pero han de costarle su puesto –y a veces una dura pena– a todo político que caiga en ellas. Por eso Putin y Erdogan, aunque convoquen elecciones, no son en puridad demócratas, ni presiden regímenes democráticos.

A Sánchez la democracia liberal le gusta más bien poco, pues en su corta etapa en el poder ha burlado las buenas prácticas que la vivifican. Su último abuso ha consistido en no admitir un debate cara a cara entre los candidatos de los dos mayores partidos. Como no le venía bien tácticamente, ha impedido una confrontación que es obligada en toda democracia de solera. Ningún presidente español aspirante a revalidar el cargo se había negado. Resulta también insólito que imponga que el debate televisivo a cinco lo organice el grupo mediático que le ha publicado su libro. Cuesta no interpretar esa decisión como un pago de favores. En una democracia sana ningún presidente se permite algo así.

Hay más ejemplos de alergia al juego limpio. Ha institucionalizado la mentira (faltó a la verdad en sede parlamentaria sobre su tesis y La Moncloa emitió un comunicado sobre ella que el tiempo ha probado mendaz). Ha colocado al frente del CIS a un miembro de la Ejecutiva del PSOE, que ha pervertido ese organismo estatal para mutarlo en órgano de propaganda. Intervino TVE y la plegó a su partido, con la tomadura de pelo de enfatizar que la estaba volviendo «plural». Ha ocultado el coste del uso de aviones y helicópteros del Estado para su ocio personal y familiar. Ha intimidado a medios de comunicación –véase este–, amenazando con acciones judiciales que nunca llegaron, pues carecía de base para emprenderlas. Ha buscado acuerdos entre tinieblas con los partidos que van abiertamente contra España y su Constitución. Estando ya en funciones, ha convertido el Consejo de Ministros en un ariete electoral, pagándose su precampaña con dinero público.

Puede que el día 28 los españoles se desperecen y suelten lastre. O puede que bien pastoreados por las televisiones traguen y abran la puerta a la «nación de naciones», el acoso fiscal, el despilfarro contable, la ingeniería social obligatoria y el culto al líder encantado de haberse conocido.