Juan Carlos Girauta-ABC

  • El sanchismo no tiene suelo moral. Y, a estas alturas, ciertas violencias, desórdenes y caos solo son posibles si convoca el PSOE

O mejor que podría pasar con esta columna es que sobrara, que las amenazas de Adriana Lastra, símbolo del sanchismo, no se cumplieran por falta de eco, que nuestra izquierda supiera perder elecciones sin romper la convivencia. Y nada me complacería más que contribuir a ello con estas líneas. Pero soy escéptico, si las escribo es como obligación; creo que cuando uno firma en ABC, incluso en este libérrimo espacio de la opinión, no puede desentenderse de toda responsabilidad. Por eso redacto esta advertencia desesperanzada y civil.

La Andalucía socialista parecía eterna pero no lo era. Gracias al acuerdo de tres partidos decentes se invistió a un popular que, en coalición, ha gobernado lo bastante bien como para repetir mandato con mayor holgura.

Está cantado. Lo que teme el entorno de Sánchez -que no es socialista ni es nada, pero que ostenta las siglas y la autocracia- no es la continuidad de Moreno, más que descontada. (Esta vez solo precisará de Vox dada la inminente desaparición de Cs, también en Andalucía, fruto de la rara estrategia de Arrimadas apuntalando a Sánchez). No teme el ocupante de Moncloa que su partido en Andalucía siga estrellándose, que la vieja repartidora de pasta ‘p’asar’ una vaca a base de robar a los parados siga en la oposición y en los banquillos. Lo que le da pavor es que allí nacerá la ola que un día, bien crecida, habrá de tragárselo a él.

De ahí la desesperada estrategia de la deslegitimación, el aviso de que el lunes se sale a la calle. La excusa también está cantada: Vox no es un partido democrático. Es esa infamia en la que se refocilan los hijos de Largo Caballero y de la Pasionaria, los hijos de Sabino Arana y de Companys, los hijos de Josu Ternera, es esa infamia la que debería impedir a cualquier opinador decente, mientras dure, sumarse al linchamiento de Vox, sin importar las discrepancias ideológicas. Vox es el partido al que hay que escupir para que te consideren de los buenos. Aceptar esta regla implícita mientras Sánchez destroza la democracia es repugnante. Y peligroso: sin Vox no gobernará Feijóo. ¿Volvemos a lo de la CEDA, que no podía tener ministros aunque ganara elecciones?

El sanchismo no tiene suelo moral, siempre puede caer más bajo. Y, a estas alturas, ciertas violencias, desórdenes y caos solo son posibles (fuera de Cataluña y el País Vasco) si convoca el PSOE. Ningún otro partido es capaz de sembrar en Sevilla o en Madrid un miedo generalizado, de esos que se adueñan del aire, de las marquesinas, de la voz y del silencio de los taxistas. Para conjurar las amenazas del partido que gobierna España mientras planea no aceptar los resultados de las urnas, debemos declarar y declaramos la alerta antisanchista. Hasta que el PSOE se comporte como un partido europeo con sentido de Estado, respetuoso de la ley, la división de poderes, las sentencias judiciales y la alternancia en el poder.