Alerta terrorista por Al Qaeda

EL MUNDO 03/08/13

EEUU cierra embajadas en 18 países ante el temor de atentados en el mes de agosto

Estados Unidos emitió ayer una alerta general a todos sus ciudadanos, al tiempo que confirmaba que cerrará la mayoría de sus embajadas en los países musulmanes este domingo, ante la supuesta información de que radicales vinculados a la ideología de Al Qaeda planean atacar los intereses norteamericanos en los próximos días.
El Departamento de Estado difundió un comunicado en el que advertía de que, según los datos recopilados por los servicios de Inteligencia de ese país, los extremistas se disponen a actuar antes de finales de este mes, aunque el posible objetivo fue mucho más vago: el territorio al que se extendió el aviso se extiende desde el norte de África hasta Oriente Próximo o Afganistán.
Según la agencia Ap, el cierre de las embajadas y consulados de 18 países afectará a 21 delegaciones diplomáticas, incluida la sede norteamericana en la capital de Israel, Tel Aviv. Por su parte, el Gobierno británico también anunció que cerrará su embajada en Yemen mañana y el lunes, informó la BBC. El domingo es un día laborable en la mayoría de los países musulmanes. Las alertas de este tipo son un gesto recurrente del Gobierno norteamericano, aunque en la mayoría de los casos se circunscriben a algunas naciones y no a casi todo el espectro de las naciones musulmanas.
El último suceso significativo contra delegaciones diplomáticas estadounidenses se registró el año pasado en Libia, en la ciudad de Bengasi, que fue asaltada por una turba en una trágica jornada en la que murieron el embajador y otros tres ciudadanos norteamericanos.
Los salafistas cercanos al ideario de Al Qaeda han recuperado una notable preeminencia en Oriente Próximo al socaire de la Primavera Árabe y en especial gracias al caos que ha generado la guerra de Siria, que se está convirtiendo en la mejor universidad para los militantes islamistas de todo el orbe. Son legión los analistas que advierten sobre el enorme factor de desestabilización que supone el conflicto sirio y la inacción internacional al respecto. La violencia y la acción de los radicales se han extendido a Irak y el Líbano, ampliando un campo de batalla que ya no respeta las fronteras nacionales.
El Líbano, por ejemplo, intentaba asumir ayer el sobresalto causado por el ataque con cohetes que se lanzó contra la residencia del presidente de ese país, Michel Suleiman, que no causó víctimas ni grandes daños materiales el jueves por la noche.
El suceso se produjo a las pocas horas de que el jefe de Estado certificara en un discurso público su ruptura política con Hizbulá, al que laceró por su participación en la contienda siria, un giro que ha agravado todavía más la crisis libanesa. Suleiman exigió que el armamento de esa agrupación quede bajo el control del ejército, un anatema para el Partido de Dios.
Los ataques con cohetes en la capital y su entorno se están convirtiendo en algo repetitivo en los últimos meses. Desde mayo se han registrado tres acciones de este tipo, dos de ellas en el mismo suburbio de Baabda donde está ubicado el palacio presidencial y uno en un barrio chií de Beirut.
«Por muchos mensajes con cohetes que nos envíen, nadie podrá cambiar las bases de nuestro patriotismo y nuestra fe en la libertad y la verdad», señaló el presidente Suleiman, de confesión cristiana, en un comunicado. El diputado cristiano Nadim Gemayel afirmó que se trataba de «un intento de asesinato» contra el mandatario y otros muchos próceres del país se apresuraron a descalificar lo sucedido.
Incluso Hizbulá se sumó a la condena del hecho, pero también arremetió contra lo que tachó de intento «sucio y flagrante» de relacionar lo ocurrido con la intervención de Suleiman. «Condenamos este crimen y el intento de algunos medios de sacar provecho del incidente para incitar a unos libaneses contra otros y debilitar la unidad nacional», precisó la agrupación chií.
El jefe de filas del Partido de Dios se pronunció ayer, durante la llamada jornada de Jerusalén, una de las fechas más significadas del año para sus acólitos, alertando sobre el creciente sectarismo que se está expandiendo no sólo por el Líbano sino por toda la región y que en sus propias palabras podría «destruirla». «Es el complot más peligroso al que se ha enfrentado nuestra región», dijo en un discurso televisado.
Al margen de las especulaciones, lo cierto es que tanto representantes de Hizbulá como medios afines al movimiento chií reaccionaron con una virulencia inusitada ante la intervención de Suleiman.
El diario Akhbar se atrevió a publicar una portada dedicada al presidente con su foto y un contundente mensaje: «¡Irhal!» (¡vete!). Un simbólico guiño a las primaveras árabes donde millones de personas usaron ese alegato como su principal proclama. Para el mismo matutino, el discurso del mandatario libanés «es una declaración de guerra contra Hizbulá».