Mikel Buesa-Libertad Digital

  • A Yolanda Díaz se le notan sus lagunas teóricas y su desconocimiento empírico

El otro día, después de que el INE publicara los datos del IPC de diciembre, destacando que la inflación general se había moderado un poco mientras que la subyacente había crecido hasta el siete por ciento gracias a una desmesurada elevación de los precios de los alimentos, la vicepresidenta Yolanda Díaz sentenció su análisis de la situación económica señalando que «hay alguien aquí que se está forrando». Curiosamente, a esta frase le precedió una apelación a Núñez Feijóo —»un gallego como yo», dijo, como si todos los que se pronuncian sensatamente en estas materias tuvieran que tener ancestros célticos—, sin duda aludiendo, aunque tergiversándolas, a unas declaraciones del líder del PP en las que denunció que con la inflación el gobierno de Sánchez está haciendo caja en virtud de la elevación del valor nominal de las bases fiscales.

Ni que decir tiene que la señora Díaz en nada se siente inspirada por los populares y, en esto de la inflación, menos aún. Así que lo que pretendía era confundir al público para tratar de apuntalar esas propuestas demagógicas de la izquierda que lo fían todo al intervencionismo del Estado —de lo público, dicen ellos—, en este caso reinstaurando el control de los precios —una política que tuvo su auge durante el franquismo y que fue desmontada al instaurarse la democracia, precisamente porque el abordaje de la inflación con ella había fracasado ya en los primeros años setenta, tal como mostré en mi libro Economía Industrial de España allá por el final del siglo pasado—.

«Algo hay que hacer», apuntó la ministra de Trabajo, aunque sin aclararlo, tal vez porque también esté pensando en ponerles un impuesto a los supermercados para aliviarles de esos beneficios extraordinarios que se les atribuyen, aunque no aparezcan por ninguna parte. Porque si juntamos las dos cosas —lo de que unos se forran y lo de actuar de inmediato—, esto es lo que se les ocurre a los del ala izquierda para demostrar que ellos se preocupan por los sufridos consumidores. Claro que forrarse, lo que se dice forrarse, no parece que sea lo que pasa en el segmento del comercio minorista, sean o no grandes sus establecimientos, por la sencilla razón de que las elevaciones de precios retraen su demanda y disminuyen su facturación, perjudicando así a su rentabilidad. Esto, que sabe cualquier estudiante de primero de economía —y que los economistas analizamos a partir del concepto de elasticidad de la demanda—, no se le alcanza a doña Yolanda, tal vez porque ella es de Derecho y lo de la Economía Política lo tiene muy olvidado —o se lo explicó un marxista recalcitrante que todavía no ha encontrado la solución al problema de la transformación de los valores en precios, pero que cree con fe de carbonero eso del valor de uso y de cambio que se enumera en los primeros capítulos de El Capital—.

En fin, qué vamos a hacerle. A Yolanda Díaz se le notan sus lagunas teóricas y su desconocimiento empírico. Además, parece que sus asesores están en lo mismo y no son capaces de hacerla salir de los pozos de ignorancia que muestra cada vez que abre la boca para hablar de economía. Total, qué más da, debe pensar, porque en este país la gente se lo traga todo, aunque, como apuntó hace unos cuantos años Andrés Rábajo, El Roto, «sabe cuándo le están jodiendo». Esperemos que al menos unos cuantos se acuerden de esto último dentro de unos meses cuando decidan qué papeleta meter en el sobre electoral.