Jon Juaristi-ABC
- O un ejemplo de por qué sería interesante mantener el español como lengua vehicular en Cataluña
Salvadorilla Roca no tiene la culpa de haber disfrutado de inmersión a tope en catalán desde que nació. Vivió en una eficaz incubadora vernácula en la Roca del Vallés hasta que cumplió los cincuenta años, hace cuatro, y no tiene, por tanto, noticia de la existencia de un señor llamado Jorge Manrique que ya aclaró hace mucho lo que debe entenderse en castellano por «allegados». En las Coplas a la muerte de su padre, escribió don Jorge que «allegados son iguales los que viven por sus manos e los ricos». O sea, que todo el mundo es allegado, los currelas y la patronal. Pero, como Salvadorilla no sabía eso porque tras su bautizo lingüístico por inmersión no tuvo otra lengua que el catalán, y como sus compañeras de la conseja de ministras sostenían, erre que erre, que «allegado» quiere decir «ha venido», pidió ayuda a no sé quién en no sé dónde y salió con lo de que allegados son los que, sin ser parientes de alguien, mantienen con ese alguien «una relación sentimental muy definida».
Lo de «relación sentimental» pudo muy bien haberlo aprendido Salvadorilla en la pelu, tirando de prensa rosa mientras se hacía la permanente, pero no parece que añada mucho a la solución del acertijo mientras no se concrete lo de «muy definida». Eso de definir algo diciendo que está muy definido es, como mínimo, desinformación de tipo ruso. O cantinflés de la comarca del Vallés. O una mala traducción del catalán.
Precisamente, el problema puede venir de que en catalán no exista una palabra semejante a «allegado». Consulto por internet una plataforma catalana de dudas del catalán y me da dos sinónimos posibles en lengua propia: propparent y persona propera. Parece de coña, pero es así. Propparent, para empezar, resulta una palabra muy difícil, no ya de pronunciar, sino de leer, con tanta pe acumulada en la zona central. Entiendo su significado (tonto no soy, a pesar de no hablar catalán) y adivino que se trata de una combinación de prop («cerca» en español) y parent («pariente»), lo que nos daría algo como «pariente cercano», pero esa es precisamente una definición que la imprecisa definición de «allegado» propuesta por Salvadorilla excluye desde el principio. Persona propera, un supuesto sinónimo analítico, valdría en español por «persona cercana», pero no aclara si la cercanía es geográfica, sentimental, ideológica, si implica contigüidad o presupone distancia social mínima consentida por Salvadorilla en tiempos de mascarilla. Además suena como a parodia, a catalán de Muñoz Seca («Berenguelilla, tutéame/ com a persona propera»), y no me imagino a Berenguelilla -perdón, a Salvadorilla- anunciando a sus paisanos que en estas navidades sólo se podrá visitar a parents i persones properes. Probablemente, una ministra catalana seria habría hablado de familiars i amics, fórmula que equivale en español a «familiares y amigos». Pero no Salvadorilla, antes muerta que sencilla.