Sánchez y allegados

Ignacio Camacho-ABC

  • La sindicación del separatismo con la extrema izquierda amenaza con convertir la Constitución en letra muerta

La Constitución, que hoy cumple la edad de Pablo Iglesias, no corre peligro a corto plazo porque sus redactores la dejaron bien blindada y con la actual correlación de fuerzas no hay modo de cambiarla. Lo que sí está en riesgo es el pacto de concordia nacional sobre el que se restauró la democracia, amenazado por la alianza del sanchismo con una amalgama de partidos que aspiran sin tapujos a una nueva legitimidad «plurinacional y republicana» incompatible con las bases jurídicas y políticas de la Carta Magna. Podemos y los independentistas catalanes y vascos aprovechan la debilidad parlamentaria del PSOE para imponer una dinámica de presión que desgasta el sistema institucional vigente y trata de conducirlo a la intrascendencia práctica.

Sabedores de que no pueden acabar formalmente con el régimen del 78 ensayan un método de deconstrucción solapada ante la anuencia de un presidente cuya única idea clara consiste en mantenerse en el poder bajo cualquier circunstancia.

Nunca, ni siquiera en época de Zapatero, los adversarios del actual modelo habían tenido tan fácil el trabajo. Con un pie dentro del Gobierno y otro fuera han creado el marco propicio para apoderarse de resortes neurálgicos de la estructura del Estado, a los que el jefe del Ejecutivo les ha dado acceso a través del acuerdo presupuestario que le garantiza una relativa estabilidad en el resto de su mandato. El precio real de ese contrato de alquiler de la Moncloa permanece opaco pero existen indicios diáfanos de las contraprestaciones que los flamantes socios han recibido en el intercambio: desde el asalto al poder judicial al acercamiento de presos terroristas vascos, desde la despenalización moral de Bildu hasta la irrelevancia escolar del castellano, desde el aumento de la fiscalidad madrileña hasta la permisividad con los embates antimonárquicos. Y muy probablemente, el indulto de los líderes separatistas insurrectos como regalo. En conjunto, lo que se perfila es la transformación del Gabinete de coalición en un frente amplio que, parafraseando el término abstracto de las reuniones navideñas, podría denominarse «Sánchez y allegados».

El factótum en la sombra de ese bloque socialpopulista es Iglesias, que a diferencia del líder socialista sí tiene un proyecto de fondo y una estrategia, acaso perfilados en cierta cena celebrada en casa del empresario Roures en víspera del golpe secesionista de 2017, a la que acudió también Oriol Junqueras. Cataluña como tractor de una ruptura cada vez menos encubierta y sustentada en la sindicación de los grupos de extrema izquierda, incluido el de los testaferros de ETA. La irresponsable ambición personal del presidente ha permitido subir a la cubierta del barco del poder a los polizones antisistema que llevaba en la bodega. Si les deja el timón, la Constitución será un bello deseo de convivencia escrito en letra muerta.