Euskadi se dispone a abrir en pocas horas una nueva legislatura. Un cuatrienio extremadamente complejo en lo económico. Y mucho menos en lo político, si PNV y PSE cierran con acuerdo sus negociaciones para reeditar un Gobierno de coalición, que debería ser mucho más equilibrado que el anterior. En el conjunto de España todo sigue estando, en apariencia, bastante más abierto. La interrogante a despejar sigue siendo si el Gobierno PSOE-UP logrará que el Congreso le apruebe o no los Presupuestos Generales del Estado para 2021. En el primer supuesto tendrá el horizonte despejado para completar su mandato, Podemos mediante. El fracaso en cambio abriría todos los horizontes.
La lógica política nos dice que Iglesias se limitará a salirse del tiesto verbalmente semana sí semana también, pero que no irá más allá. ¿Dónde iba a soportar mejor sus problemas organizativos en Madrid o Andalucía, los estacazos electorales de Galicia y Euskadi y el que podría sufrir en otoño en Cataluña? Sólo si llegan los recortes que se temen y los morados ven cercanas las urnas podrían dinamitar la coalición para hacerse con votantes descontentos. Para ERC, con los comicios catalanes en noviembre o diciembre, será complicado no caer en la tentación de dejar en la estacada a Sánchez. Y eso significa no apoyar las Cuentas.
La esperanza de Sánchez, amén de las formaciones menores de la izquierda, siguen siendo PNV y Cs. Los jeltzales se mantienen interesados en tener un Gobierno en Madrid permeable a sus demandas. Les causa escalofrío que Pablo Casado pudiera alcanzar La Moncloa. No digamos nada que Urkullu se quede en minoría y su gobierno vuelva a verse zarandeado semanalmente en el Parlamento de Vitoria. Para Cs sigue siendo cuestión de hacerse con un espacio propio en el centro. Casado, obsesionado con Vox, sigue facilitándoselo. Y a buen seguro que Sánchez, diga lo que diga Iglesias, sabrá persuadirles con unas cuantas concesiones para que apoyen las Cuentas.
Con este horizonte, y tras el evidente éxito del torrente de millones (140.000) que nos llegará de Europa para hacer un poco menos complicada nuestra recuperación, el gurú Iván Redondo ha decidido desempolvar viejos manuales comunistas sobre el culto a la personalidad y lanzarse a convertir a Pedro Sánchez en una suerte de ‘amado líder’. Así, a la vuelta de las duras negociaciones en Bruselas, nos ‘deleitó’ con un lamentable vídeo del gabinete PSOE-UP aplaudiendo a Sánchez a su llegada a La Moncloa desde Bruselas con destino inmediato a los telediarios. Esta semana aún ha sido peor. El PSOE rompía el miércoles los acuerdos alcanzados por los partidos en el Congreso para no llevar al hemiciclo a más de la mitad de sus diputados por seguridad ante el coronavirus y hacía desembarcar a todos sus efectivos para regalar a las televisiones la imagen de un Parlamento volcado en el apoyo al ‘amado líder’. Pedazo de ejemplo para que los ciudadanos cumplan contra el bicho.
Que el Gabinete admitiera el jueves que jamás existió un comité de expertos que le asesorara en la desescalada hubiera sido motivo de escándalo mayúsculo -y de dimisiones- en cualquier país. Aquí no es sino otra evidencia de que el ‘amado líder’ y su equipo siguen dispuestos a hacer de su capa un sayo y a mentir a conveniencia.
Claro que si Sánchez necesitaba alguna noticia positiva más ahí ha estado Vox anunciando una moción de censura contra el presidente para septiembre, no para ya, que las vacaciones son sagradas también para los ultras. Una moción que no busca tumbar al gabinete PSOE-UP -carece de apoyos para ello-, sino erosionar al PP de Casado, que se verá obligado a alinearse en el ‘no’ con el PSOE. ‘Amado líder’ ya puede disfrutar así de algún día de asueto al sol un poco más tranquilo. Y sin esos molestos ingleses que nos pueden traer su bicho y que se emborrachan por cuatro euros. Buen verano.