Editorial, EL CORREO, 16/12/11
La decisión de la Mesa del Congreso obliga a la Cámara a ser siempre estricta en la aplicación de un Reglamento que debe ser perfeccionado
La Mesa del Congreso decidió ayer por mayoría rechazar la solicitud de los diputados de Amaiur de constituir un grupo propio, interpretando así el informe de los servicios jurídicos de la Cámara. La negativa podrá ser recurrida ante la propia Mesa o, en su caso, en amparo ante el Tribunal Constitucional. La coalición independentista había advertido de que la resolución sería «política»; trataba así de descalificar el eventual rechazo a la constitución de grupo, cuando en sentido estricto habría sido más ‘política’ su aceptación. Pero una vez que la Mesa del Congreso interpretó el Reglamento no solo en su literalidad, sino incluso saliendo al paso de la estratagema de Amaiur para apurar las posibilidades de ese mismo Reglamento, la Cámara Baja está obligada a aplicar en el futuro criterios análogos ante cuantas situaciones pudieran representar un fraude de ley y proceder en el plazo más breve a la revisión de las normas de funcionamiento parlamentario para cubrir los vacíos existentes y evitar este tipo de controversias. No es fácil separar la decisión de la Mesa del Congreso -adoptada por los integrantes del PP frente a los del PSOE y CiU- de la desconfianza que suscita Amaiur como plataforma impulsada por los herederos de la extinta Batasuna. Estos ya habían anunciado que su actuación parlamentaria seguirá su curso al margen de que cuenten o no con grupo propio. A esa disposición respondió el modo en que su portavoz, Xabier Mikel Errekondo, aprovechó ayer su preceptiva recepción por parte del Rey para afianzar la posición de la coalición ante la nueva legislatura. El signo de normalidad que constituye la presencia institucional de un representante de la izquierda aber- tzale en La Zarzuela no puede obviar su querencia por valerse de situaciones singulares para dotar de mayor eco a sus postulados. En este caso no solo para realzar el encuentro con el Monarca, en contraposición con la negativa que en principio mantendría Rajoy a reunirse con Amaiur, sino para recabar de la Corona un papel que pudiera -en la intención de la izquierda abertzale- dejar de lado el funcionamiento ordinario de la democracia parlamentaria ante su propósito de abogar por la independencia como garantía última de «una paz duradera y justa».
Editorial, EL CORREO, 16/12/11