Fernando Savater-El País

A Bertrand Russell le hubiera venido bien conocer a Pedro Sánchez para ponerse al día de lo que significa la mirada política aquí y ahora

Los ciudadanos de este país tuvimos hace meses un regalo de Reyes anticipado: nuestro presidente del Gobierno. Vamos, digo yo que nos lo habrán traído los Reyes, porque las urnas está claro que no. Casi cada semana le descubrimos nuevas virtudes: ahora sabemos que tiene un proyecto “constitucionalista”, menos mal, pero “de mirada amplia”. La amplitud de mirada es una bendición: permite ver y valorar lo que uno tiene a derecha (malo) e izquierda (bueno) aunque sea a costa de enfocar peor lo que se tiene delante. Los estrechos de miras, como José María Mújica, ven a Otegi brindando con la líder del PSE y no captan el contexto navideño, la hermandad culinaria, el turrón, paz en la tierra y en el microclima vasco, etcétera… sino que sólo se fijan en el padre asesinado en un charco de sangre. Y se lo toman a la tremenda, pese a la evidente buena intención de ese retrato de familia. Otros no menos angostos leen el comunicado conjunto con Torra tras su expedición a Cataluña y sólo se fijan en que no se menciona la Constitución y se habla de la “ciudadanía catalana”, no de la española (que es la única que hay), sin apreciar la cantidad de diálogo que llevan dentro esas pocas líneas. Y la pura estrechez lleva a algunos a preguntar a Sánchez si cuando proclama que utilizará todos los instrumentos del Estado para que no se recorten las libertades se refiere sólo a Andalucía o a todos los lugares en que se coarta la elección del castellano como lengua vehicular de la enseñanza… también a las mujeres. No tienen ensanche de miras.

Dijo Bertrand Russell que no es lo mismo tener un espíritu amplio que uno vacío. Le hubiera venido bien conocer a Pedro Sánchez para ponerse al día de lo que significa la mirada política aquí y ahora.